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Columna
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Una coalición a favor del clima

Los liberales piden ¡una pausa! en la intensa legislación verde mientras se llenan la boca con el liderazgo climático europeo

ilustración Máriam B.
DEL HAMBRE
Máriam Martínez-Bascuñán

“Usted es la típica mujer que siempre ha ido un paso por detrás de los hombres”. La frase procede de una anécdota contada por Daniel Verdú. Se la espetó Debora Serracchiani, la entonces portavoz del Partido Democrático italiano, a Giorgia Meloni en la réplica a su discurso de investidura para desnudar su falso feminismo, pero lo interesante fue la reacción de la primera ministra. Cuando llegó su turno, Meloni creó un silencio teatral, miró a sus vicepresidentes, Salvini y Tajani, se adelantó un paso y contestó: “¿A usted le parece que soy la típica mujer que va un paso detrás de los hombres?”. Créanme, ese momento es más eficaz que un máster en estudios de género. Y es preocupante, pues quien lo protagoniza está intentando (y consiguiendo) que en la todavía católica Italia se identifique feminismo con maternidad. Algo similar están haciendo todas las extremas derechas con el negacionismo climático, que ya no consiste en negar la existencia del problema sino en relativizar su gravedad y la urgencia de actuar.

Meloni no solo está dando la batalla ideológica, sino que se afana en reestructurar el tradicional espacio de la derecha europea. Eso explica sus coqueteos con el líder del PP europeo, el alemán Manfred Weber, y el papel fundamental de su grupo en la caída de Draghi, previa a la coronación de Meloni. Pero lo que no sospechábamos es que los liberales se subirían a ese carro. ¡Ay, los liberales, qué extraño artefacto político! Siempre jugando a querer ser “bisagra” y a la hora de la verdad solo le ponen ojitos a un lado. La familia política de Macron ha decidido torpedear la agenda verde europea junto a ultras y populares con la excusa de defender a los agricultores y las comunidades rurales. ¿No les parece entrañable? Los liberales piden ¡una pausa! en la intensa legislación verde mientras se llenan la boca con el liderazgo climático europeo, al que también han puesto en reserva (electoral, se entiende) mientras Meloni agita el avispero de un nuevo frente contra el endurecimiento de las normas de contaminación de automóviles propuesto en Bruselas.

Además de ejemplificar de nuevo el falso “bisagrismo” liberal, es obvio que el cambio climático se ha convertido en un problema existencial para quienes aún creen, contra toda evidencia, que todos los problemas se resuelven a través de los mercados y la desregularización. La política del clima supone más intervencionismo, redistribución y planificación porque es así como se resuelven los problemas: interviniendo. Y debería suponer un terreno más favorable para la socialdemocracia: cuando las derechas se atrincheran en un bloque anti-clima, es hora de que mueva ficha y arme una coalición a favor del clima. Cada vez es más evidente que la política, guste o no, se mueve en bloques, y que también en Europa el centro se desvanece porque liberales y conservadores han dimitido de ese espacio. Así que, si hemos de sufrir una política de bloques europeos, al menos hablemos en serio y creemos las condiciones para forjar una verdadera mayoría climática.

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