_
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hasta las tetas

Estoy harta de ver cómo se zurran los dos partidos del Gobierno por la ‘ley del solo sí es sí’ mientras la derecha asiste encantada a la trifulca

‘ley del solo sí es sí'
Ione Belarra (izquierda) e Irene Montero, el domingo en un acto de apoyo a la 'ley del solo sí es sí', en Madrid.Andrea Comas
Luz Sánchez-Mellado

Estoy harta. Hartísima. Hasta las tetas. Harta de ver cómo se zurran los dos partidos del Gobierno de izquierdas a cuenta de la ley del solo sí es sí mientras la derecha asiste encantada a la trifulca explotando obscenamente el mantra de “violadores, a la calle”, fantástico eslogan de campaña que les han servido en bandeja. De que la ministra de Igualdad se emperre en mantenerla y no enmendarla, culpando a todos menos a sí misma de las sangrantes reducciones de penas a agresores sexuales. De que la ministra de Justicia responsabilice tarde, mal y nunca de las mismas a la ley de su colega, como si esta no hubiera sido aprobada por todo el Consejo de Ministros. De que, si a la ministra de Derechos Sociales le apetece ir un día sin sostén por la vida, salgan de la cueva hordas de salidos y puritanos a afeárselo, como si las tetas fueran, no sé, ojivas atómicas. Hartita me tienen entre unas y otros.

Pero es que, además y sobre todo, estoy hartísima de mí misma. Harta de volver a verme escribir que una mujer, y un hombre, y una persona no binaria, y cualquier ser humano sobre la faz de la Tierra no tiene por qué hacer o dejarse hacer lo que no desea, pero que también puede iniciar un acto sexual y pararlo cuando le dé la gana, sin que ello suponga que el otro se crea con derecho a continuar a las bravas porque lo que se empieza, se acaba. De discutir hasta con mis mejores amigas sobre que defender lo contrario implica suponer que todos los hombres son orangutanes y todas las mujeres calientapollas en potencia, y de que acaben admitiéndomelo. Hartísima estoy, lo confieso, de creer de verdad todo esto y, a la vez, de oírme suplicarles a mis hijas que no vuelvan solas a casa de noche, ni borrachas ni sobrias, y que las muy hijas de su madre me respondan que las deje vivir su vida y que valiente feminista estoy hecha. Así que, por la parte que me toca, exijo a quienes han errado que pidan disculpas, asuman responsabilidades y arreglen esta chapuza. Qué cabreo. Qué hartura. Qué vergüenza.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_