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DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Diez precisiones para “Negacionista”

Numerosos lectores critican a Savater por relativizar el cambio climático con un dato sin verificar

Defensor del lector
Un hombre mete la cabeza en la fuente de la plaza de la corredera de Córdoba el 3 de agosto, en plena tercera ola de calor de este verano.Salas (EFE)
Carlos Yárnoz

Sin haber concluido el verano más caluroso desde que existen registros, Fernando Savater publicó el día 10 una columna que ha originado críticas por doquier. Se titulaba Negacionista y el histórico columnista de EL PAÍS relativizaba la gravedad actual del cambio climático. Varios lectores sostienen que el periódico, que tiene como estandarte la concienciación frente al calentamiento del planeta, no debió publicar ese texto por trivializar la amenaza y por basarse en algún dato sin verificar.

Estas son las claves de la polémica:

1.- Los hechos más criticados. “Acabo de descubrir que yo nací con el cambio climático”, escribió Savater, quien contaba que en San Sebastián se llegó a 53 grados en 1947. Y que Steven E. Koonin, subsecretario de Energía con Barack Obama, niega en su libro Unsettled? que haya un consenso científico sobre el clima por la poca fiabilidad de los modelos predictivos.

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2.- 53 grados “disfrutados”. Savater tomó el dato del Diario Vasco y concretamente de una pieza de la sección La calle de la Memoria dedicada al verano de 1947. En una crónica del 19 de agosto de ese año, se recordaba, un periodista registró temperaturas extremas mientras paseaba por Donostia: 40,5 en la plaza de Guipúzcoa, 43,5 en la Avenida... “Nuestro cronista”, añadía el viejo texto, “llegó hasta Miraconcha y, detrás del hotel Úrsula, pudo ` disfrutar´ de 53 grados”. O sea, que la supuesta medición se tomó sin garantía científica alguna.

3.- Registros oficiales. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) tiene establecida la temperatura récord en España en 46,7 grados, y en San Sebastián, en 42,7 grados. Fueron tomadas el año pasado y este año, respectivamente.

4.- Los datos deben ser “verificados”. Dice el Libro de estilo de EL PAÍS: “Los textos de opinión han de basarse en datos verificados”. Esta vez no se hizo y varios lectores lo criticaron. Son “datos falsos… no contrastados” (Adrián García Vila). “No es creíble” (Julio Alcántara). Asimismo, hubiera sido preferible añadir que Koonin trabajó para British Petroleum de 2004 a 2008, y que el libro lo critican científicos y lo aplauden negacionistas.

5.- Se mide la tendencia. Lo importante no es una medición concreta, sino la acumulación de millones de datos que marcan una tendencia. Se lo recuerdan al columnista lectores como Sergio Santillán, Puri Rodríguez y Víctor Viñuales.

6.- ¿Ha sobrepasado EL PAÍS una línea roja? Lo creen lectores como Julio Villanueva (resulta inaceptable”), Adrián García Vila (“Pido la baja como suscriptor”), Víctor Viñuales (“¿Es razonable que EL PAÍS publique la columna de un famoso filósofo que nos habla como algunos cuñados en la barra de un bar?”), Javier Muñoz (“Se mancilla la memoria de un periódico comprometido con el progreso y la evolución humana”) o J. Enrique Rincón (“no debió publicarse”).

7.- Ante la duda, libertad. Rara vez se plantea EL PAÍS levantar un texto, menos si es de opinión y nunca con el argumento de que discrepa de la línea editorial. Ante la duda, prima la libertad de expresión.

8.- El periódico reaccionó. Sin embargo, el periódico actuó de forma poco habitual. El día 12, publicó un artículo de respuesta del economista José Moisés Martín titulado Savater y el negacionismo ilustrado. El 13, una Carta a la Directora en la que se tildaba de “inaceptable” la columna. Y el 14, la principal tribuna, titulada Qué difícil es ser negacionista, la dedicó Cristina Monge en una página entera a rebatir las tesis de Savater.

9.- La respuesta de Savater: “Supongo que debemos distinguir dos tipos de negacionistas, aunque puede ser hilar demasiado fino y las cartas recibidas no parecen escritas por amantes de los matices. Una cosa es negar que exista cualquier calentamiento global y demás alteraciones indeseables de origen antropogénico y otra distinta rechazar que tales alteraciones amenacen de tal modo la vida humana que debamos de abandonar el desarrollo industrial y nuestra forma de vida. Yo soy relativista del primer aspecto y negacionista sin rubor en el segundo. Y no estoy precisamente solo en ninguno de esos aspectos: además de Koonin (cuyo libro no solo ha sido criticado sino también respaldado por personalidades científicas que han dicho que ya era hora), están Bjorn Lomborg, Michael Shellenberger, Vaclav Smil, Steven Pinker… Casi envidio a nuestros corresponsales los descubrimientos que van a hacer si perseveran en informarse”.

10.- Conclusión. A veces, los lectores exigen al Defensor un veredicto, una sentencia. Atiendo quejas y vigilo para que se cumpla el Libro de estilo. Más allá de eso, mi función consiste en aportar a los lectores los elementos suficientes para que se formen su propio criterio. Los únicos jueces aquí son ustedes.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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