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Columna
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Los monos

Como en el Instituto Cervantes de Nueva Delhi, los simios pueden irrumpir por cualquier ventana de la literatura, la política, el periodismo, el amor, la familia o la oficina, y lo destrozan todo

Un mono usa los cables eléctricos para cruzar una carretera muy transitada en Nueva Delhi (India).
Un mono usa los cables eléctricos para cruzar una carretera muy transitada en Nueva Delhi (India).Saurabh Das

En todos los asuntos de la vida hay que tener en cuenta a los monos. Pueden irrumpir por cualquier ventana de la literatura, la política, el periodismo, el amor, la familia o la oficina. Que se lo pregunten a los amigos del Instituto Cervantes en Nueva Delhi, un punto de referencia imprescindible para los estudiantes de español en India, los lectores, los hispanistas… y los monos. Ya se ven pocas vacas por las calles de la ciudad, pero los monos esperan en cualquier lugar, por ejemplo, en el jardín del Instituto Cervantes. Confieso que al verlos me parecieron muy simpáticos, de árbol en árbol, de arbusto en arbusto, las mamás con sus crías en el lomo y los papás con una cabellera digna de león en miniatura y mucha confianza en su forma de saltar y de mirar. Son muy simpáticos, dije al verlos. Pero hay que tener mucho cuidado con ellos, me respondieron.

Una noche se quedó abierta una ventana de la biblioteca cervantina “Juan Ramón Jiménez-Zenobia Camprubí”, y a la mañana siguiente aparecieron por los suelos cien libros desencuadernados y con las páginas rotas. Un mono es simpático, pero no es un lector. Otro día se quedó abierta una ventana en la sala de reuniones y no hubo papel, silla, armario o pantalla que no apareciese llena de mordeduras, arañazos y grandes declaraciones biológicas. Entran, se divierten con sus instintos de selva y después se van dejándolo todo manga rota por hombre desollado. Supone mucho trabajo para la señora de la limpieza. Y mucho ánimo.

La enseñanza del subjuntivo español a un hablante hindi, las traducciones del Quijote en sánscrito o las herencias poéticas de Tagore están muy bien. Pero cuidado. Mucho cuidado, porque después entran los monos por cualquier ventana y lo destrozan todo. Uno pone su mejor voluntad en las grandes apuestas, suma las mejores ideas. Pero luego llegan los monos.

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