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Cartas a la Directora
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Asfixiado

Los lectores opinan sobre el aumento de la factura de gas, los resultados de Marine Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales francesas, la empatía con las víctimas ucranias y el uso correcto de la palabra “escuchar”

Cocina de gas natural.
Cocina de gas natural.

El pasado 16 de marzo, la compañía que me suministra el gas (una de las grandes) me comunica que vence el contrato que mantengo con ella, en la que tenía un precio constante, lo que se suele llamar “mercado libre”. Me informan del nuevo precio que pagaré a partir de mayo de 2022. El susto es mayúsculo. Con todo lujo de detalles, me comunican el precio que pagué hasta ahora en un año y lo que pagaré en el mismo período con las nuevas tarifas que me van a aplicar. Hasta ahora pagaba 995 euros en un año, impuestos incluidos, y desde mayo pagaré 3.095, igualmente con impuestos. Es decir, el triple. Soy pensionista, y aun considerando que cobro la pensión máxima, esto me supone más del 10% del total. Este precio resulta simplemente impagable, sobre todo teniendo en cuenta que mi pensión solo subió un 1,5 %, por la mayor retención de IRPF. Entre unas cosas y otras, la asfixia económica de las clases medias es imparable.

Francisco Román González. Alcalá de Henares (Madrid)

Dolor y desolación

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Estoy desolada con los resultados de las elecciones francesas y me preocupa por igual el aumento de la extrema derecha y la desaparición de los partidos socialista y republicano, que son los que han construido Europa, nos han garantizado las libertades, el respeto a los derechos humanos y el Estado de bienestar. Ahora, en estos tiempos tan difíciles —pandemia, guerra de Putin, inflación—, se echan, nos echamos en manos de los populismos. Me duele, lloro de rabia por el cambio que se está produciendo. ¡Qué dolor y qué desolación!

María José Abelló Herrero. Madrid

Sentir empatía

Desde que empezó la guerra en Ucrania he sido testigo del sufrimiento que provocaban en mi madre las duras imágenes. Al principio, observaba con curiosidad la escena, ya que me sorprendía la pureza con que lo hacía; no había nada fingido en su reacción. La sorpresa se convirtió en preocupación; ¿por qué yo no me emocionaba así? Tras hablarlo con amigos me di cuenta de que no era el único. No he llegado a ninguna conclusión, y me pregunto si esto será algo normal en mi generación, 20 años, pero desde entonces trato de hacer ejercicios de empatía. El mero hecho de pensar que podríamos estar convirtiéndonos en una sociedad menos empática me asusta. Aunque solo sea por no perder la esperanza, seguiré ejercitando.

Pablo Medrano Martínez. Denia (Alicante)

¿Dónde ha quedado el verbo “oír”?

El verbo oír, cuyo significado es percibir sonidos por el oído, ha quedado totalmente en desuso. Su lugar ha sido “okupado” por el verbo escuchar, cuyo significado es poner atención para oír. No es lo mismo oír que escuchar. Es incorrecto escribir en una crónica sobre Ucrania que se “escuchan las bombas”, como también lo es que si te llamo por teléfono y hay poca cobertura me digas: “no te escucho”. Lo correcto es: oír las bombas, oír al que te habla y, prestando la debida atención, lo correcto es decir “escuchar”. Y, no solo ocurre en el lenguaje hablado; últimamente también lo veo en la prensa escrita. El periodismo tiene mucha responsabilidad en el uso correcto del lenguaje; tengan cuidado, por favor.

Carmen Alonso Núñez. Madrid


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