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Gracias, Puerto Rico o el debate sobre pedir perdón

Si otros países del entorno europeo han sido capaces de reconocer sus excesos ante sus antiguas colonias, ¿por qué España no lo es?

Felipe VI saluda a las hermanas del Convento Siervas de María en San Juan (Puerto Rico).
Felipe VI saluda a las hermanas del Convento Siervas de María en San Juan (Puerto Rico).Orlando Barría (EFE)
Berna González Harbour

Pocos poemas pueden servir para tantas situaciones diversas de una forma tan vibrante y uno es, sin duda, el de Pedro Salinas cuando escribió en La voz a ti debida aquello de: “Perdóname por ir así buscándote, tan torpemente, dentro de ti. Perdóname el dolor, alguna vez. Es que quiero sacar de ti tu mejor tú”. Apela al amor, a la amistad, a la exigencia, a la honestidad en la relación y a la lucha por una mejora que solo nos hace crecer. Y hoy nos vale para encarar la relación entre el país que le acogió cuando aquí nos matábamos, Puerto Rico, y la España que fue potencia colonial (primero), país en guerra civil (después) y hoy amigo.

La visita del rey Felipe VI a Puerto Rico ha resucitado los ecos del movimiento indigenista contra los conquistadores, a los que culpan de exterminio, expolio y algunas cuestiones en las que —reconozcámoslo— no les falta razón. En vísperas de su llegada, los activistas derribaron una estatua de Ponce de León, primer gobernador de ese país único, que rápidamente volvió a su pedestal con protección policial.

Felipe VI también dijo otras verdades y tampoco le faltaba razón: España aportó una lengua, cultura, credo (sic), instituciones y hasta una arquitectura fabulosa que hizo de San Juan la hermosura que es. Pero hay que añadir otros aplausos: Puerto Rico es el país latinoamericano que más exiliados acogió por milla cuadrada, según la catedrática Luce López-Baralt, desde Pedro Salinas a Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Jorge Guillén y muchos otros. ¿No es digno de agradecer? Como México, Argentina, República Dominicana y tantos otros latinoamericanos, Puerto Rico abrió los brazos a los perseguidos con toda generosidad cuando aquí vinieron mal dadas. Así que gracias. El Rey, por fortuna, lo reconoció.

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España tiene mucho bueno, pero tiene pendiente sacar de sí su mejor versión, parafraseando a Salinas, que yace por cierto enterrado en Puerto Rico. Conocer la historia no es atacar la patria y revisitarla no debe hacerse con orejeras, sino con lealtad a los hechos. Si otros países del entorno europeo han sido capaces de reconocer sus excesos ante sus antiguas colonias, ¿por qué España no lo es? Y el dilema no está entre pedir perdón, una fórmula religiosa con otras implicaciones, o sostenerla y no enmendarla. Por el camino hay algo llamado conocer la historia, los hechos, y apartar la hojarasca política que siempre se coló en ella. Solo de ahí aprenderemos “a sacar de ti tu mejor tú”.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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