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tribuna
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Así en la tierra como en Facebook

Hace ya un tiempo que las redes sociales vienen robándole protagonismo a Dios, se han convertido en las principales competidoras de la Iglesia

Bárbara Blasco
Gaviotas en las inmediaciones del cementerio de Montjuic.
Gaviotas en las inmediaciones del cementerio de Montjuic.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Dicen que en un tiempo no muy lejano, existirán en Facebook más perfiles de muertos que de vivos. Que la red se convertirá en una especie de Walking Dead, o más bien de Surfing Dead, donde navegaremos entre zombis, como en una jornada en el río Ganges.

El face me recuerda hoy tu cumple, cómo olvidarlo. Las cuentas conmemorativas serán legión, el cielo prometido se tornará azul Facebook, construyéndose una nueva forma de inmortalidad.

Siempre estarás en nuestros corazones porque nunca te has ido. Hace ya un tiempo que las redes sociales vienen robándole protagonismo a Dios, se han convertido en las principales competidoras de la Iglesia. Son el lugar predilecto para la congregación de fieles, ese fuego alrededor del cual se reúne la tribu para pedirle al santo Like. Tecleamos con una idea de posteridad pegada a la yema de los dedos, observados por el gran ojo que todo lo ve. Como si Dios asomara la cabeza a través de la conciencia colectiva, que es la suma de todas las conciencias.

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Dicen que si entre un montón de gente se busca un número exacto que se desconoce, como por ejemplo, cuál es la temperatura media en el desierto de Gobi, o cuántos metros cuadrados tiene el estadio de La Romareda, la media de todas las respuestas se acercará al resultado. A más audiencia, más exactitud. Tal vez la media de la humanidad arroje como número exacto a un dios.

La muerte se llevó tu cuerpo pero tu alma vivirá eternamente en nuestra memoria. Lo que sí parece indiscutible es que el entorno digital está cambiando nuestra percepción de la muerte. Si antaño era un acto comunitario, con el cortejo fúnebre recorriendo las calles, las plañideras desgañitándose, y el luto de las viudas como un post it negro, la modernidad trajo consigo que los ritos se nos fueran adelgazando y los muertos transparentándose como langostinos crudos. A los anticipos de fantasma había que esconderlos en hospitales, en oscuros sótanos hasta sepultarlos en el cementerio. La muerte dejó de ser un acto público, involuntariamente solidario, espera que salgo y dejo sitio, para convertirse en un secreto que se barre hacia dentro, en el fracaso de la gestión corporal.

Hasta la llegada de las redes.

Te fuiste al cielo para ser parte de las estrellas. La ultimísima tecnología ha creado un pasadizo para volver a estos ritos ancestrales. En los muros se comparte el dolor, los velatorios virtuales no tienen fin. Vídeos, canciones, comentarios rebotan en la red para enfilar hacia el cielo, devolviendo al difunto a la comunidad, colocando la muerte en el centro de la vida.

En un capítulo de Black Mirror, una mujer embarazada que ha perdido a su pareja contrata un servicio para recrear virtualmente al muerto mediante un programa de ordenador. Pero no tiene suficiente y le dan un cuerpo biónico, de carne sintética, donde alojar el software. Acaba sintiéndose frustrada porque su androide hace siempre lo que ella le pide.

Nuestra sociedad corre tan rápido que se empeña en alcanzar a las series distópicas. Y ya existe una empresa, Eternime, que ofrece la posibilidad de virtualizar a tus muertos, de crear un avatar con la cara, la voz, las palabras del fallecido, un clon inmortal hecho de bits. En ocasiones no solo veo muertos, también me hablan.

Te sigo viendo en cada luz, en cada sombra. No sé si resulta macabro o esperanzador constatar que solo somos información. O simplemente absurdo. Claro que también lo fue enterrar con comida a los cuerpos en descomposición, con monedas y joyas para que las gastaran en el más allá. Quién sabe si en el futuro no encontrarán absurda la idea de que los muertos viven en nuestra memoria, que la muerte definitiva solo acontece con el olvido.

No hace mucho, por un error de la compañía, miles de usuarios de Facebook pudieron ver en sus perfiles, durante unas horas, un mensaje destinado a las cuentas conmemorativas, como un anuncio de su próxima muerte.

Esperamos que la gente que quería a Mark Zuckerberg encuentre consuelo en lo que otros compartieron aquí para recordar y celebrar su vida. La empresa pidió disculpas encarecidamente.

Es indudable que la muerte sigue siendo el mayor de los misterios. Pero hoy ese cielo imaginario, ese cielo bíblico donde se situaba el paraíso, parece haberse concretado. La vida del más allá está un poquito más acá.

Tu ausencia cada año es un agujero negro que se hace más y más grande. Tal vez en eso consiste el progreso: en la materialización de la idea, en hacer de la velocidad un coche, de la comodidad una cama, de la muerte un lugar. En predecir el futuro cuando aún no ha sucedido, en ver ese cielo que no hemos alcanzado. En hacer de la necesidad, no ya virtud, sino virtualidad.

Cariño, aunque ya no estás físicamente, sigues ahí. Sigues aquí.

Bárbara Blasco es escritora.

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