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Tribuna
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La UE frente al ‘apartheid’ en Israel

No hay nada en las reivindicaciones de los árabes israelíes que la Unión no pueda apoyar: fin de la ocupación y plena igualdad de derechos sin discriminación por religión

Ahmad Tibi
Manifestación en favor de los palestinos, el pasado 15 de mayo en Nantes, Francia.
Manifestación en favor de los palestinos, el pasado 15 de mayo en Nantes, Francia.LOIC VENANCE (AFP)

La provocación comenzó en Jerusalén, aunque se tratara solo de los síntomas de causas más profundas. Intentos de desalojar por la fuerza a familias de Sheikh Jarrah, ataques contra fieles palestinos en el recinto de la mezquita de Al Aqsa, e incluso contra palestinos cristianos impidiéndoles celebrar la Pascua en el Santo Sepulcro, sumado todo ello a una manifestación cargada de odio, en coordinación con la policía y apoyada por varios políticos israelíes, de centenares de sionistas religiosos cantando “muerte a los árabes”, crearon el contexto del que hoy somos testigos, incluso en lo que concierne a Gaza.

Pero, una vez más, no se equivoquen. No se trata solo de un alto el fuego en Gaza o de impedir el desalojo de familias palestinas. Se trata del pueblo palestino, de todo el pueblo palestino, de que finalmente sea capaz de satisfacer sus inalienables derechos: desde el de acabar con la ocupación que comenzó en 1967 hasta el de la igualdad de derechos para todos los ciudadanos del Estado de Israel, incluidos los ciudadanos palestinos que constituyen en torno al 20% de su población.

Hace unas pocas semanas, Human Rights Watch publicó un importante informe en el que se documentaba cómo Israel está implicado en el crimen contra la humanidad que es el apartheid. Esto había sido previamente denunciado por la organización B’Tselem, líder de Israel en derechos humanos, así como por varias organizaciones palestinas de derechos humanos. Lo más relevante es que se están refiriendo no solo al territorio palestino ocupado sino también al sistema de discriminación institucionalizada impuesta a los ciudadanos palestinos de Israel.

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Durante las pasadas semanas los ciudadanos palestinos de Israel han padecido duros ataques de bandas de extrema derecha que, protegidos por la policía israelí, han entrado en barrios palestinos de ciudades como Jaffa, Haifa, Acre y Lydda, provocando y atacando violentamente a palestinos. Fue su respuesta a la hermosa participación de miles de ciudadanos palestinos en pacíficas manifestaciones de apoyo a nuestra gente de Jerusalén. La incitación al odio contra nosotros, tanto desde el Estado como incluso por parte de algunas personalidades mediáticas, ha contribuido a crear una situación en la que han tenido lugar ataques contra ciudadanos palestinos en lugares de trabajo, transportes públicos y universidades.

Mientras que la Alta Comisionada de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, puso de manifiesto una clara postura con respecto a las obligaciones de Israel de tratar como iguales a los ciudadanos palestinos y de proteger a todos los ciudadanos y residentes en Israel con independencia de su origen religioso o nacional, la Unión Europea y sus estados miembros se han mantenido en gran medida silenciosos acerca de esta situación. Parece como si Israel fuera para los europeos un país democrático como los de ellos, cuyo único problema es el de la ocupación colonial de Palestina. Pero es que no se trata solamente de eso. Deberíamos ser tratados como ciudadanos de pleno derecho, en lugar de esta realidad actual en la que Israel es democrática para los judíos y judía para los árabes. Docenas de leyes israelíes solamente discriminan a los ciudadanos árabes, desde el derecho a la nacionalidad hasta la adquisición de propiedades. Cualquier intento por justificar esta realidad de la supremacía judía solo nos habla del profundo racismo que los abogados del Estado de Israel utilizan contra nuestro pueblo.

Hace ya mucho tiempo que Europa tiene que tomarse el asunto de los ciudadanos palestinos de Israel como una prioridad. El 18 de mayo emprendimos una exitosa huelga nacional con el nombre de “la dignidad”, y es eso lo que estamos buscando. La huelga comenzó con un mitin en Jaffa y pronto se extendió por todo el país. Teníamos a una sola nación, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, reclamando sus derechos.

No hay nada en ello que Europa no pueda apoyar: se trata de poner en marcha los principios básicos de justicia, libertad e igualdad, que se traducen en finalizar la ocupación que comenzó en 1967 y en lograr la plena igualdad de derechos para todos los ciudadanos de Israel con independencia de su religión. Esa es la única base sólida para una paz justa y duradera. Aceptar el trato de Israel a sus ciudadanos palestinos es simplemente la aceptación de la discriminación racial.

Ahmad Tibi es miembro del parlamento israelí (Knesset) por la Lista Conjunta.

Traducción de Juan Ramón Azaola

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