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Columna
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Horizontes ideológicos del PSOE

Es posible que el apoyo de las rentas más bajas al Partido Socialista esté en peligro en los próximos años

Ricardo Dudda
Poder Judicial
Pedro Sánchez, Cristina Narbona, José Luis Ábalos y Adriana Lastra, durante la reunión de la Ejecutiva Federal del PSOE.EVA ERCOLANESE (PSOE / EFE)
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En un reciente artículo académico, los politólogos Tarik Abou-Chadi y Simon Hix cuestionan la famosa hipótesis de Thomas Piketty sobre la izquierda brahmán. Piketty afirma que los partidos de izquierda reciben cada vez más el apoyo de élites con altos estudios y cada vez menos el de las clases bajas. Pero esta tendencia no se da en España. El PSOE, en las últimas elecciones generales (noviembre de 2019), arrasó entre las rentas más bajas (en el 1% más pobre obtiene más del 45% de los votos).

Es posible que ese apoyo esté en peligro en los próximos años. En primer lugar porque, como ha señalado el politólogo Paul Collier, las clases bajas se identifican más con la nación que las clases medias profesionales y las clases altas: el trabajador liberal con estudios superiores construye su identidad en torno a su empleo; el trabajador manual precario, en cambio, no construye una identidad con su trabajo, así que recurre a la bandera. La hipótesis de un castigo al PSOE por su cercanía con el nacionalismo siempre estará ahí mientras el partido dependa de los partidos independentistas.

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En segundo lugar, el PSOE recoge votos de la clase baja, pero se presenta como izquierda brahmán: una especie de tecnocracia social, un partido más socioliberal que socialdemócrata que habla de resiliencia, digitalización, sostenibilidad. No son los valores de su electorado de clase baja. Por eso necesita combinar esto con guerra cultural ideológica: que viene el fascismo. Pero gritar que viene el lobo acaba perdiendo su efecto.

A pesar de lo que señalan algunos en la derecha, la coalición de Gobierno no es socialcomunismo, sino una socialdemocracia liberal ortodoxa (un amigo denomina al PSOE “statu quo + déficit”). Esto en el medio plazo puede hacerle perder el apoyo de la clase trabajadora, especialmente si se aplican algunas de las medidas fiscales regresivas que el Gobierno ha prometido (peajes, impuestos al diésel, impuestos verdes). El planteamiento que se ha hecho de los fondos europeos (redistribución hacia arriba favoreciendo a las grandes empresas) tendrá ganadores y perdedores. Y buena parte de esos perdedores son votantes del PSOE.

En tercer lugar, está la hipótesis de la derecha social. Vox todavía no ha conseguido proletarizarse, pero lo intenta y ha tenido éxito en territorios pobres en Murcia y Andalucía. Si Vox se desprende de su ala aristocrática y se aferra a su perfil más falangista (alrededor del sindicato Solidaridad y el eurodiputado Jorge Buxadé), quizá arañe votos a la izquierda en entornos rurales y de clase baja. Y el PP obtiene sus mejores resultados en rentas altas, pero también tiene mucho apoyo en rentas bajas y medias (entre los que ganan 18.000 euros al año, el sueldo más común en España, obtiene un apoyo casi igual que el PSOE) y gran implantación rural. Si la derecha consiguiera convencer al electorado de que el PSOE es el statu quo elitista, un partido de consultores y asesores, alejado de los problemas reales, podría hacerle daño.

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