_
_
_
_
_

El robo de miles de medicamentos oncológicos amenaza con agravar el desabasto en México

El Gobierno afirma estar investigando la desaparición de casi 38.000 piezas, pero la sociedad civil y los familiares de pacientes cuestionan la opacidad y reclaman que se garantice el suministro

Jon Martín Cullell
Elena García enseña una imagen de la campaña contra el desabasto de medicamentos.
Elena García enseña una imagen de la campaña contra el desabasto de medicamentos.Nayeli Cruz (EL PAÍS)

El suministro de quimioterapias a los hospitales mexicanos ha sufrido un nuevo golpe. El robo de 37.956 piezas de medicamento oncológico, ocurrido hace una semana en un almacén de Ciudad de México pero dado a conocer más recientemente, amenaza con ahondar el desabasto que arrastra el sistema público de salud desde finales de 2018. Algunos productos sustraídos son esenciales para tratar la leucemia, primera causa de mortalidad infantil en el país. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha tildado el suceso de “muy raro” esta mañana y ha afirmado que se está investigando. La sociedad civil y los familiares, sin embargo, cuestionan la opacidad de las autoridades y reclaman claridad sobre cómo se va a asegurar el suministro de medicamentos en los próximos meses.

El 4 de octubre en la madrugada un grupo de personas armadas entró a las instalaciones de la empresa Novag, en el sur de Ciudad de México. Allí estaba almacenado el cargamento fabricado por Kemex, un laboratorio argentino al que el Gobierno ha comprado medicamentos recientemente para tratar de tapar los numerosos agujeros en el suministro, ante la escasez de fabricantes en México. Novag era la encargada de distribuirlos. La empresa no comunicó el robo hasta el miércoles 7 de octubre, tres días después, según informó Cofepris, la dependencia encargada de vigilar la calidad de los productos farmacéuticos.

Las autoridades tardaron otros dos días en emitir una alerta sanitaria y en reunirse con los familiares. “No entendía nada”, explica Elena García, madre de Alejandro, un niño con leucemia, sobre la reunión. “Cuando me entero de que no lo robaron ni ese día ni el de antes sino hacía una semana me pareció muy extraño. ¿Por qué no decirlo antes y abiertamente?”, se pregunta García. Israel Rivas, portavoz del movimiento de padres, lo describe como “un cuento chino”: “Nos dijeron: 'Ocurrió una tragedia. Un comando fuertemente armado encabezado por un tráiler y dos vehículos entró a las instalaciones y se lo llevó”, recuerda.

El Gobierno ha reconocido que el robo puede tener consecuencias sobre el acceso a tratamientos de quimioterapia. “Ese inconveniente pone de manera inmediata una insuficiencia de abastecimiento que llevará algunas semanas en reponerse. La compañía que se contrató, el laboratorio en Argentina, está obligada a cumplir con el contrato para México, independientemente de que haya sufrido esta adversidad”, ha dicho el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. En cualquier caso, el funcionario se ha declarado tranquilo porque “hay otros seis laboratorios a los que se les han contratado todos estos productos”. López Obrador, por su parte, se ha limitado a decir que se concluirá la indagatoria, sin dar más detalles. “Nos costó trabajo conseguir estos medicamentos, los trajimos de Argentina (...). Entonces, se está haciendo la investigación, no puedo hablar más sobre el tema por cuestiones del sigilo que se requiere”, ha declarado esta mañana.

Tan solo las 5.280 cajas robadas de ciclofosfamida, muy común en el tratamiento de la leucemia, son suficientes para cubrir la demanda anual de un centro como el Hospital de Especialidades Pediátricas de Tuxtla, en Chiapas, que acoge a 250 niños con cáncer, según fuentes médicas. Los 4.005 frascos robados de daunorrubicina, otra quimioterapia para leucemias, bastan para cubrir un año y medio. “Parece mucho si se mide por hospital pero es una cantidad mínima para lo que se necesita en todo el país”, relativiza una médico del hospital de Tuxtla con 20 años de experiencia y que prefiere guardar el anonimato.

Aun así, Alejandro Barbosa, director de Nariz Roja, una ONG dedicada a suministrar medicamentos oncológicos a los hospitales, alerta de que este último episodio va a agravar el problema ya existente. “Con eso se iba a garantizar el abasto hasta finales de año. De por sí el cargamento era insuficiente, pero por lo menos había algo. Ahora no y la pregunta es qué va a hacer el Gobierno”, apunta.

La comunicación sobre el robo de parte del Gobierno ha estado llena de confusión. En un primer comunicado enviado a los padres el viernes 9 de octubre, Cofepris informó que los medicamentos de Kemex almacenados aún no contaban con registro sanitario. Esa referencia a la falta de registro desapareció en un escrito posterior, hecho público el 10 de octubre. En marzo de este año, el Gobierno argentino obligó a Kemex a retirar dos lotes de ciclofosfamida, uno de los medicamentos robados, tras detectar inconsistencias en el producto.

Cofepris ha advertido que los medicamentos son “para uso exclusivo del sector salud” y que no se pueden adquirir en “farmacias particulares, hospitales privados o a través de internet y redes sociales”. Las autoridades temen que los productos terminen en el mercado negro, donde el desabasto ha provocado un incremento sustancial de los precios. La ciclofosfamida se llega a vender a 8.000 pesos (unos 375 dólares) el frasco, cuando hace un año estaba en 2.000 (menos de 100 dólares), según relató a este periódico personal del hospital pediátrico de la ciudad de Oaxaca, al sur del país.

Algunos de los productos sustraídos necesitan mantenerse en temperaturas de entre dos y cuatro grados centígrados, una cadena de frío que puede haberse roto a raíz del robo. Pese al aviso de las autoridades, los padres de niños con cáncer dicen que ante la falta de medicamentos ellos no se pueden quedar de brazos cruzados. “Mi hijo necesita daunorrubicina. Si no hay y veo que me la ofertan, la voy a comprar”, dice Elena García.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_