¿Toleraríamos el vídeo de la juerga de Álvarez Máynez si fuera de Sheinbaum o Gálvez?
La ligereza con la que se ha tomado la última polémica del candidato presidencial de Movimiento Ciudadano muestra el doble rasero que sufren las mujeres políticas en México
El vídeo en el que Jorge Álvarez Máynez aparece con un grupo de hombres en el palco de un estadio en Monterrey, alcoholizado y lanzando provocaciones a la autoridad electoral, el INE, y a otros políticos, podría ser una anécdota. La escena, sin embargo, revela lo poco que se le exige al candidato presidencial de Movimiento Ciudadano para presentarse en la contienda. Es una muestra de la naturaleza de su entorno –captada por el mismo candidato con su teléfono– de rebosante masculinidad y sin el menor reparo para mostrar una conducta validada por sus acompañantes. La ligereza con la que se ha analizado el incidente y la serie de excusas que le han seguido a la publicación plantean la duda sobre si las candidatas mujeres sobrevivirían a un “desliz” de este tipo.
Llevamos meses viendo cómo Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se transforman para agradar al electorado. Ambas cuidan sus palabras al milímetro, modifican levemente su apariencia y tratan a toda costa que los temas en los que están interesadas entren en la agenda pública. Sus apariciones en redes sociales suelen estar cuidadas con mimo, incluso algunas parecen estar muy calculadas. Si acaso alguna de ellas tiene un tropezón, además de minuciosos análisis sobre sus metidas de pata, ambas tienen que prepararse rápidamente para responder por ello. Álvarez Máynez se ha conformado con dar explicaciones confusas y contradictorias sobre el vídeo, y busca darle carpetazo con el registro de los derechos de autor de la publicación a través de una agencia de publicidad.
Las campañas electorales son un ejercicio de escrutinio público al que pocos estaríamos dispuestos a someternos. De momento, solo hay tres personas apuntadas para que México sepa todo sobre ellos este año, y que voluntariamente están mostrando facetas de su vida y carácter de los que, hasta hace un año, éramos totalmente ajenos. Dos de los tres candidatos presidenciales son mujeres y pareciera que la vara de exigencia en su desempeño en la campaña es más alta para ellas. Álvarez Máynez ha decidido que la francachela con sus amigos sea su tarjeta de presentación, en un momento en el que la mayoría de las encuestas lo ubican como el candidato menos favorecido, con cifras de menos de dos dígitos. Las pocas posibilidades de una victoria para el aspirante de Movimiento Ciudadano no justifican la ligereza de su campaña y, al contrario, le suponen un esfuerzo adicional para salvar la cara al partido y lograr cierta influencia en el Congreso.
Las elecciones de 2024 plantean una fotografía inédita en la historia de México, en la que es altamente probable que una mujer gane la presidencia por primera vez en la historia del país. Ese inevitable escenario obliga a los equipos de todas las campañas a trabajar en temas de igualdad y género para ofrecer en sus plataformas, a escribir discursos que reflejen ese cambio en las balanzas, así como a repensar la manera en la que quieren que sus candidatos sean representados frente a una boleta electoral dominada por mujeres. El candidato de Movimiento Ciudadano no puede estar exento de esta realidad. Si elevamos el estándar para ellas, también deberíamos hacerlo para él. A nadie le gusta ver el espectáculo en el que un político no se hace responsable de sus actos.
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