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OBITUARIOS
Tribuna
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El placer de la influencia de José Agustín

Desde la publicación de su novela ‘De Perfil’, se convirtió en un padre a veces velado, a veces abierto, un poco prohibido y muy placentero, de muchas generaciones de escritores y escritoras mexicanas

El escritor mexicano José Agustín
José Agustín en la XIII Feria Internacional del Libro del Zócalo de Ciudad de Mexico en 2013.ANTONIO NAVA (SECRETARIA DE CULTURA)

Esta tercera semana de enero del 2024 tiene mucho de fatídica porque deja un terrible hueco en México y en especial en la literatura: se ha ido José Agustín. Autor prolífico de cuentos perfectos, vanguardistas; novelas leídas por todos y todas y ensayos que incluyen a los excluidos. Sus obras marcaron generaciones y generaciones de la manera más profunda: haciéndolas leer y aún más, escribir. La muerte de José Agustín ha reunido voces usualmente distantes, de diferentes estilos, clases sociales y generaciones que se manifestaron en redes y medios de comunicación reconociendo un maestro de manera unánime. Plumas tan diversas como Juan Villoro, J.M. Servín, Brenda Navarro, Alma Delia Murillo o Julián Herbert, por tan solo citar algunos, se reconocen en el autor de Ciudades desiertas y le hacen homenaje.

Cuando un autor muere, hay un cierre definitivo de una obra que, a partir de ese momento, comenzará a observarse con base en su trascendencia. El lugar que ocupará o deje de tener en una literatura.

La permanencia de una obra, forme parte del canon o no, depende en esencia y casi siempre del Estado y las instituciones, pues son quienes o se olvidan o se apropian de un autor, haciéndolo parte de su identidad, y quienes incluyen obras en cátedras y eventos literarios.

También, la trascendencia la deciden los lectores y aún más los escritores. En este sentido José Agustín fue parte del canon desde el primero momento, a los veintipocos años, cuando publicó De perfil. Con el paso de los años, y más ahora que ha muerto, la Academia y el Estado buscarán asimilarlo, pero José Agustín es el placer de la influencia en la literatura mexicana desde hace más de cincuenta años; levantó y quemó el telón que solo permitía la entrada a los escritores e intelectuales e hizo de la literatura un ejercicio cotidiano en el que todos cabían, los jóvenes en especial. Porque toma el espíritu de la época de los años sesenta, el de Bob Dylan o los Kinks, en donde ser joven dejó de ser un rito de paso para ser adulto y se transformó en un lugar, en un espíritu para ver el mundo por primera vez.

La obra de Agustín es una ruptura contundente y definitiva en el panorama de la literatura mexicana. Quizá suene exagerado decirlo, pero antes de La tumba o De perfil la literatura mexicana era pura Alta Literatura. El talento abundaba, quizás demasiado, en la angustiante influencia de la literatura mexicana del siglo veinte con poetas secretos, eruditos y extremadamente finos como Villaurrutia, Gorostiza, Paz…; el surrealismo profundo de Rulfo, la genialidad lúdica de Arreola y la exuberancia de Castellanos eran pura y dura alta literatura. Lo dice Álvaro Enrigue en propias cultas palabras: “Habían escrito desde el interior de la estructura catedralicia del español aurosecular”.

La ruptura de José Agustín es definitiva. “Detrás de la gran piedra y del pasto, está el mundo en que habito. Siempre vengo a esta parte del jardín por algo que no puedo explicar claramente, aunque lo comprendo”. Este inicio de De perfil quizá sea el más influyente de la literatura mexicana. Esa novela incluyó a quienes estaban excluidos de la literatura, a los jóvenes, a los no intelectuales, a los autodidactas, a los diletantes… Su poder consistió en escribir y pensar como los jóvenes o la gente “normal”. Dice Juan Villoro: “Fuera de sus páginas todo me parecía ficción. Desde la ventana del departamento veía las azoteas, los pájaros que volaban de unas antenas de televisión a otras y me preguntaba qué se estaría escribiendo en las casas de enfrente; de golpe percibía mi colonia como una colmena de escritores, resultaba inconcebible que alguien se dedicara a otra cosa, la realidad se había vuelto un enorme pretexto para escribir novelas”.

Con esta novela y la abundante obra que publicaría en ensayo, teatro, sátira política, cuento y desde luego muchas novelas, José Agustín se convirtió en un padre a veces velado, a veces abierto, un poco prohibido y muy placentero, de muchas generaciones de escritores y escritoras mexicanas. Dice J.M. Servín: “Se convirtió por derecho propio y sin proponérselo en un gurú”. Ahora se puede prescindir de la apología y de la crítica porque su influencia es un hecho avasallante. José Agustín influye en novelistas, cuentistas, poetas y cronistas por su lenguaje directo, indispensable e imprescindible, porque el efecto de su literatura es uno de los más complicados en la prosa, pues escribe como se habla, su literatura no parece pasar por el filtro de la elaboración; artificio tan pulido que parece brotar de la nada y estar escuchando a gente normal en la calle. Agustín se apropió y construyó un lenguaje anti intelectual que lo mantuvo joven siempre. Preocupándose más bien por técnicas narrativas, dice Herbert: “Es verdad que una parte de la obra de José Agustín le habla con frescura y sencillez a una época y a un sector de la juventud, pero a mí lo que me conquistó primero es el otro polo de su prosa: lo joyceano y rabelesiano, lo experimental y conceptual”.

En 2010 el dramaturgo y ensayista Hugo Hiriart escribió El arte de perdurar, un ensayo que reflexionaba sobre lo poco leído que es Alfonso Reyes, cuando en vida fue un autor virtuoso y popular que incluso figuró en la lista de candidatos al Premio Nobel de literatura. Hiriart dice que Reyes tiene maestría, pero no representatividad. Quien sí la tiene, piensa, es Jorge Ibargüengoitia y de ahí su popularidad. Lo cual en el 2010 era completamente legítimo; pero a inicios de este 2024, con la partida de José Agustín, además del pronunciamiento de la casi totalidad de las escritoras y escritores mexicanos, basta abrir las páginas de Villoro, Servín, Navarro, Murillo y muchas y muchos más, para descubrir la profunda influencia de Agustín, que une lo que en México casi nunca y nadie compila, diferentes clases sociales, diferentes géneros son permeados y definidos por José Agustín, quien lejos de ser una influencia angustiosa, un padre avasallante, es una figura que acompaña durante la escritura con el principio del placer.

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