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La Sabatina
Columna
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Roberto Palazuelos: la derrota del pragmatismo naranja

El problema de Movimiento Ciudadano no es Palazuelos, sino cómo pudieron desoír sus propios discursos

Roberto Palazuelos durante la presentación de su 'reality show'.
Roberto Palazuelos durante la presentación de su 'reality show'.Victor Chavez (Getty Images)
Salvador Camarena

La cuestión no es que a Roberto Palazuelos se le cayó la candidatura de Movimiento Ciudadano a la gubernatura de Quintana Roo. La cuestión es por qué el llamado partido naranja le abrió siquiera esa posibilidad al cuestionado empresario, por qué tardó tanto en desinvitarlo y cuáles serán las consecuencias de ello para esa aún joven agrupación.

El sexenio está atorado por el presidente, que menciona los pecados del ayer para ocultar las graves insuficiencias del hoy. Es un recurso barato, pero goza de efectividad porque esa nebulosa llamada oposición se afana en comportarse de forma que da la razón al discurso de que las actuales críticas son por la nostalgia de privilegios perdidos. Y de esos comportamientos pocos como el abrazar a Roberto Palazuelos y ofrecerle una candidatura en un partido que se suponía progresista y de avanzada.

Es deporte favorito en las campañas el desenterrar materiales comprometedores de los contrincantes. Revivirles episodios poco presentables, declaraciones desafortunadas, conductas indebidas, despistes, recordatorios de momentos en que estuvieron por debajo de las expectativas o que renegaron de lo que habían jurado. Como se dice hoy, siempre hay un tuit.

Nadie escapa de ese escrutinio y en la era de las redes sociales se vuelve mucho más sencilla la resurrección de nuestros pecados. Mas en el caso de Palazuelos ni siquiera hizo falta ir por la pala y el pico para buscarle trapos sucios, porque si a alguien aquí hay que reconocerle que no mintió es al frustrado candidato.

Palazuelos es lo que –suponemos— ha querido ser desde siempre: un símbolo del éxito materialista, un prototipo de la superficialidad entronizada, un ejemplo de que la jactancia no requiere de sustancia.

Cuenta sus mortales balaceras con carcajadas y no en lo oscurito sino en prime time. En plena ruta preelectoral amenaza con que se hará del poder para cobrarle las cuentas a quienes le critican o descalifican. Amaga con denunciar en los tribunales a periodistas lo mismo que con revelar comprometedores secretos de sus adversarios. Llama a que todos nos armemos. No por nada le han apodado el Trump de Quintana Roo. Naranja, naranja.

A él el pasado no lo alcanzó: no hay ruptura entre el personaje que rodeado de mudos bikinis anuncia casinos o bebidas y el gorrón juvenil que reventaba en las residencias del gobierno mexicano en los años ochenta. Ése es el problema: cómo no presumir tus pecados del ayer si crees que fueron clave para ser lo que eres.

Palazuelos es Palazuelos, un personaje de la estatura de Yordi Rosado, el entrevistador que festeja la anécdota donde el hotelero cuenta cómo él y su escolta mataron “al gordo”. Ja-ja-ja. Al gordo y su “pinche pistolita”. Ja-ja-ja. Con mi permiso de portación de arma firmado por el mismísimo secretario de Defensa. Ja-ja-ja.

Racismo, clasismo, sexismo, influyentismo, valemadrismo… Don Roberto no se da abasto para recorrer los casilleros de nuestras vergüenzas. Pero, otra vez, si ya saben cómo es, para qué lo invitan. Porque él nunca pidió ser candidato; o más puntualmente: no fue él quien se ganó una candidatura de MC, fue este partido, que se dice presentable, el que fue al erosionado Tulum a pedirle que unieran sus destinos: siempre quise que camináramos juntos, tú y tu pasado de junior, tú y tu presente de oropel; tú, la democracia y yo, no sé, piénsalo.

¿En qué estaba pensando Movimiento Ciudadano con esa invitación? ¿Cómo pudo ser siquiera una idea que se pronunciara en voz alta? ¿Quién o quiénes fueron incapaces de hacerle ver al líder de esa organización que no, que con Palazuelos ni a la esquina, que mejor renuncio, que mejor una buena bronca interna e incluso una ruptura antes que una mancha de ese tamaño? ¿Quién? ¿Alguien?

Construir la posibilidad de un futuro le ha tomado a Movimiento Ciudadano décadas. Hoy tienen dos gubernaturas, y de estados significativos. Hoy son factor que gravita en la discusión y en la aritmética parlamentarias. Entonces, quién no calculó dentro de MC que una decisión como ésa los haría el hazmerreír en San Lázaro.

Quién fue incapaz de adelantar que incluso ahora que se ha frustrado, el espectro de que arroparon e intentaron presentarle a la ciudadanía a un candidato así es suficiente para desconfiar de todo discurso donde quieran hablar de derechos de las mujeres, de equidad, de concordia, de seriedad.

Representamos una ruta distinta, postulemos a Palazuelos. Creemos en un México donde no reine la polarización, que nos represente Palazuelos. Tenemos ideas y propuestas, ¡que le caiga Palazuelos! Nos desvela el futuro del medio ambiente, el cambio climático, nuestras riquezas naturales… ¡Palazuelos, Palazuelos, Palazuelos!

En el arranque del año que debía ser la continuación de un buen ciclo electoral como el que tuvo en 2021, Movimiento Ciudadano se tragó un sapo no solo hórrido sino tóxico. Desembarazarse de un personaje así hará honor a las pocas voces que dentro del partido no callaron su desconcierto y condena: Patricia Mercado y Martha Tagle tenían razón, no fueron las únicas, pero fueron de las pocas que se atrevieron a decirlo en voz alta.

En estas horas se hará oficial el nombre del sustituto de Palazuelos, quien tendrá que desperdiciar semanas de la campaña en decir yo no soy Palazuelos ni sé cómo pudo ser precandidato.

Porque el principal error de Movimiento Ciudadano fue descuidar que México está inmerso en una gran batalla de símbolos. El gobierno federal no tiene resultados pero posee discurso. Frente a ello la primera obligación de los opositores consiste en gritar que el rey va desnudo, no en abonar a la retórica de que las alternativas están aún más encueradas.

Y es que con la insólita invitación a Palazuelos, MC también perdió puntos en la competencia frente a la otra oposición. La llamada tercera vía se convirtió en la broma del 2022 al dejar en claro que para ellos el futuro incluye a un exponente tan grotesco de nuestro pasado, uno del que incluso el PRI reniega hoy.

Puestos a buscarle una cosa buena a la invitación a Palazuelos, quizá la genialidad no reconocida de este sainete es que pretendía que olvidáramos mediáticamente a Samuel García, quitarle algo de visibilidad al vacuo y efectista gobernador de Nuevo León. Pero incluso habría logrado lo opuesto: si invitan al acapulqueño de nacimiento es porque aspiran a una generación de mirreyes que ganen espacios mediáticos así luego jueguen a las comiditas con un bebé de verdad.

Me bajo antes de que me bajen, ha pataleado Palazuelos en un retrato de cuerpo entero: no tengo para defenderme en una asamblea, solo puedo ganar en acuerdos que no incluyan el debate, que excluyan el descontón. No será gobernador. Qué pena por él, qué bien por los de Quintana Roo, que no necesitaban sumar un pésimo gobernante a una galería difícil de superar en mediocridad o corrupción.

El pragmatismo a ultranza de MC ha sido derrotado. Toca al partido aprender y reconstruirse. Quién sabe si será una lección duradera. Porque el problema de Movimiento Ciudadano no es Palazuelos, sino cómo pudieron desoír sus propios discursos y desatender una realidad que lo único que pide es, en efecto, que no haya un retorno a ese pasado de influyentes y prepotentes.

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