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Sheinbaum toma el bastón de mando en la negociación sobre el futuro político de las otras ‘corcholatas’

La carrera presidencial de Morena se zanjó con un acuerdo para el reparto de “premios de consolación” entre los contendientes, que aún no se ha ratificado públicamente

Claudia Sheinbaum en un acto público en Oaxaca donde mostró el Bastón de Mando otorgado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Claudia Sheinbaum en un acto público en Oaxaca donde mostró el Bastón de Mando otorgado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.Carolina Jiménez Mariscal (Cuartoscuro)

La coordinación en el Senado, el liderazgo de la bancada en la Cámara de Diputados y posiciones privilegiadas en el Gabinete presidencial. Esos fueron los llamados “premios de consolación” que pactaron los contendientes con la dirigencia nacional del partido antes de que comenzara la carrera presidencial de Morena para mantener la unidad y evitar fracturas en el bloque gobernante. Sin embargo, tras el triunfo de Claudia Sheinbaum en la encuesta interna, aún es incierto el futuro político de las otras corcholatas, quienes, al menos en público, no han confirmado si están interesados, si ya aceptaron algún puesto o si buscarán un acomodo diferente al trazado desde Palacio Nacional. Con el bastón de mando en manos de Sheinbaum como sucesora de Andrés Manuel López Obrador en el movimiento, pero también como la coordinadora de los comités de defensa de la Cuarta Transformación, la abanderada oficialista tiene un ojo en la campaña para 2024 y el otro en llevar a buen puerto las negociaciones internas. Ella será la encargada de negociar las posiciones, en caso de que aspiren a alguna, de sus excontrincantes.

A principios de junio pasado, una semana antes de que arrancara el proceso interno del partido gobernante, López Obrador tomó las riendas de la carrera por la sucesión y convocó a las corcholatas de Morena a una cena en El Mayor, a unas calles del Palacio Nacional. En presencia de gobernadores y varios liderazgos de Morena, el presidente pidió a los principales cuadros de su formación cerrar filas con Delfina Gómez, que acababa de ganar la elección en el Estado de México, y anteponer la unidad partidista a los participantes en la contienda por la candidatura presidencial, confirmaron a EL PAÍS algunos de los asistentes. Fue a partir de esa reunión que se empezó a hablar de un pacto para mantener la cohesión interna: el segundo lugar iría a la coordinación del Senado, el tercero conduciría a la bancada en la Cámara de Diputados y el cuarto ocuparía una posición de privilegio como secretario de Estado.

Las primeras dudas sobre el acuerdo surgieron el pasado 6 de septiembre, el día en que Sheinbaum fue ungida como candidata y en que Marcelo Ebrard, el segundo lugar, desconoció los resultados y acusó prácticas fraudulentas en la contienda interna. El excanciller no sólo dejó en vilo si iba a aceptar un lugar en el Senado, también su propia permanencia dentro de la formación. “No voy a cambiar de partido ni a dejar de luchar”, dijo Ebrard el pasado 13 de noviembre, tras dos meses de silencio y especulaciones que terminaron con un “entendimiento político con Claudia”, en sus palabras.

“No me ha ofrecido ningún cargo y la senaduría yo le dije ‘por ahora, no es el tema’, porque eso estaba ya en el acuerdo del Consejo Nacional. Ya lo he dicho en varias ocasiones: eso va al último”, afirmó Ebrard. En esa rueda prensa mencionó en al menos tres ocasiones que no había negociado ningún puesto político. El excanciller reconoció que Sheinbaum tenía el “bastón de mando” y dijo que mantuvo al menos dos reuniones con ella para dejar atrás las diferencias. Aseguró, además, que en la negociación no intervinieron ni López Obrador ni Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena. “Lo que procedía era dialogar directamente con Claudia y es lo que he hecho”, señaló.

Ebrard, sin embargo, no ha sido visto en los actos públicos de Sheinbaum desde que decidió quedarse. Un día después de su anuncio, la candidata presidencial y la dirigencia le pusieron un alto a su intención de crear la corriente “El Camino de México” al interior del partido. Sin embargo, Delgado atajó esta semana los rumores sobre cualquier división, no sólo entre el excanciller y la exjefa de Gobierno, sino también entre otros aspirantes que han bajado el perfil, como Adán Augusto López y Ricardo Monreal, que formalmente ocupan puestos en la campaña de la candidata. El exsecretario de Gobernación fue designado como coordinador político, aunque no se le ve en sus actos proselitistas y el exsenador, como coordinador territorial. Gerardo Fernández Noroña fue nombrado como portavoz y enlace con grupos sociales. “Está trabajando con nosotros, está participando de manera muy cercana con la doctora Sheinbaum, no creo que esté ocurriendo lo que dicen”, dijo Delgado sobre un distanciamiento con López.

Esta incertidumbre ha sido disipada, aunque no en su totalidad, por el dirigente nacional de Morena. Cuestionado sobre la ausencia del exsecretario de Gobernación en el evento de Sheinbaum en Tabasco, ha aclarado que los posibles puestos los negociarán con la abanderada presidencial, en caso de ganar la elección el próximo 2 de junio. “Están participando ya”, ha respondido Delgado a los cuestionamientos. Sin embargo, el futuro político sigue siendo incierto.

― ¿Sabe si se inscribió Adán Augusto para el Senado?

― No, eso es algo que tiene que ver él con la doctora Sheinbaum.

López, que alcanzó el tercer lugar en la encuesta con un empate técnico, rechazó hacer comentarios a petición expresa de EL PAÍS. Dijo que no da entrevistas y tampoco reacciona a los dichos de otros personajes, como el dirigente del partido. La mayor sorpresa en la encuesta de Morena, Gerardo Fernández Noroña, tampoco ha definido su camino político aunque ha asegurado que la candidata presidencial le ha ofrecido un cargo en caso de ganar. Sin revelar cuál es el puesto, continúa coordinando las vocerías y el vínculo con organizaciones sociales y civiles.

Ricardo Monreal se suma a la lista de indefiniciones y de incertidumbre. “No hemos hablado concretamente de posiciones ni de puestos, sólo de trabajo”, afirma en entrevista sobre las pláticas que ha sostenido con Sheinbaum. Monreal, que este viernes se reincorporó al Senado, dice que compaginará sus labores legislativas con sus responsabilidades de organización territorial en la campaña presidencial. “Ya después veremos posiciones, lo importante es que el movimiento triunfe y se siga profundizando el cambio”, comenta sobre su futuro en el próximo sexenio. “En tanto me lo permita la ley, voy a trabajar para que la doctora Claudia Sheinbaum pueda resultar triunfadora”.

Manuel Velasco, del Partido Verde, también se ha alejado de la escena política tras la contienda interna. Y aunque el futuro parece incierto, no se advierte que le importe. Está dedicado a acompañar a su esposa, la cantante Anahí en la gira que realiza con el grupo pop RBD, en compañía de sus dos pequeños hijos.

El futuro político de las corcholatas que se quedaron en el camino mantiene tintes de incógnita y de tabú. “Cargos, no encargos”. Esa ha sido la directriz que ha lanzado López Obrador a la cúpula y la militancia de Morena, en tiempos de plena efervescencia a poco más de seis meses de que los mexicanos vayan a las urnas para elegir más de 20.000 cargos públicos en los comicios del próximo año. Está previsto que el panorama se aclare bastante a partir de enero próximo, en el inicio formal de la campaña presidencial y cuando cierran plazos clave para el reparto de candidaturas al Congreso.

¿Qué pasará con las otras corcholatas? La incógnita prevalece alrededor de Sheinbaum, que a diferencia de sus rivales Xóchitl Gálvez y Samuel García, ocupa una posición central en la llamada “operación cicatriz” y en la gestión política para consumar la transformación de sus viejos rivales en aliados clave para sus aspiraciones en 2024.

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