El horror de Teuchitlán se cobra las primeras detenciones: reclutadores y expolicías al servicio del cartel
Los arrestos evidencian la colaboración de los uniformados en la captación de muchachos y la extensión de la trama criminal por varios Estados de México


La policía entró en septiembre pasado en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, donde encontraron un cadáver y detuvieron a 10 personas. Pero también rescataron a dos supervivientes secuestrados allí. Seis meses después del manto de silencio que cubrió todo aquello, el escándalo ha saltado con virulencia a la vida pública y ahora comienzan las primeras detenciones por el reclutamiento forzado y quizá la matanza de decenas de víctimas. Las pistas que se desperdiciaron entonces comienzan a dar sus frutos: la guardia nacional y la policía de investigación han detenido este fin de semana a un hombre, José Gregorio Lastra, por su supuesta responsabilidad en la captación de jóvenes a los que llevaban engañados al siniestro rancho; también dos expolicías, José Antonio N y Gabriel N, de Tala, la localidad colindante a Teuchitlán, han sido arrestados por delitos parecidos. El caso ha sacado a la luz la fuerte conexión de la policía de Tala con el crimen, a quien servían como cualquier otro sicario.
La Fiscalía de Jalisco, fuertemente golpeada por su incompetencia sobre lo ocurrido en el rancho, ha informado ahora de que una de las víctimas escuchó decir en su cautiverio policial que lo iban a “entregar a la gente”, lo que deja en evidencia la conexión de los policías de Tala con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los policías detuvieron a los muchachos cuando se desplazaban en su motocicleta. Los uniformados son tan temidos en esas zonas como cualquier criminal. El otro expolicía de Tala ha sido arrestado en Colima, según la prensa local. La razón supuestamente fue que llevaba consigo cartuchos, pero el expediente reveló que tenía una orden de aprehensión en Jalisco. La prensa mexicana menciona la detención de un tercer expolicía del que no se tiene información por el momento.

La Guardia Nacional ha detenido también a José Gregorio Lastra, un hombre de 51 años miembro del CJNG, como presunto reclutador de muchachos que bajo falsas promesas de trabajo eran entregados al crimen para ser adiestrados en el rancho Izaguirre, donde se da por hecho que les obligaban a entrenamiento físico y eran sometidos a torturas deshumanizadoras para convertirlos en criminales. Las madres buscadoras que entraron al rancho el 5 de marzo descubrieron huesos humanos y restos de cenizas en piletas crematorias. Lastra era, supuestamente, uno de los comandantes del siniestro recinto en la finca de Teuchitlán. El Centro Nacional de Inteligencia y agentes del Ejército y de la Guardia Nacional colaboraron en el operativo que facilitó la detención de Lastra en una alcaldía de la capital mexicana. El nombre del delincuente figuraba escrito a pluma en libretas encontrada en el rancho en septiembre, pero no ha sido detenido hasta ahora. Junto con él se aprehendió a una mujer, Abril Dianeh, de 43 años de edad, quien se supone que se encargaba de las muchachas que reclutaba el cartel.
José Gregorio Lastra, veracruzano, tenía una ficha de desaparecido que puso su mujer cuando perdió su pista hace cinco años, de camino a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Las anotaciones indican que no era un personaje cualquiera en el mundo de la criminalidad, no solo ayudaba al reclutamiento, sino que se encargaba también del cruel adiestramiento que sufrían las víctimas en el citado rancho. Era comandante en la jerarquía criminal y se relacionaba con algunos de los cuadros medios del CJNG, era cercano a Gonzalo Mendoza, el Sapo, líder de un grupo de sicarios que opera en varias localidades de Jalisco. En el momento de la denuncia por su desaparición tenía 46 años y la mujer dijo que llevaba un tatuaje en la espalda de San Judas Tadeo.
El escándalo público y estupor que ha suscitado la existencia de este campo de torturas y adiestramiento, del que aún se desconoce al detalle las actividades y posibles asesinatos llevados a cabo allí, ha puesto a trabajar a toda marcha a las fuerzas policiales federales, que tienen que enmendar la desidia y el desinterés que mostraron los agentes de la fiscalía jalisciense en su momento. De no ser por las madres buscadoras, que entraron por su cuenta en el recinto Izaguirre, quién sabe si hoy se estaría hablando de estas detenciones.
Guerreros Buscadores de Jalisco, custodiados por la Guardia Nacional, se adentraron el pasado 5 de marzo en el rancho, donde descubrieron decenas de ropas y objetos abandonados, así como huesos humanos calcinados entre tierra y cenizas. La imagen de cientos de zapatos apilados sin dueño conocido desato el horror entre la población y madres de todo México observaron las prendas con detenimiento a medida que la Fiscalía las iba mostrando en línea. Buscaban identificar alguna de ellas con sus desaparecidos. La conmoción de estas imágenes, por su parecido con los campos de exterminio nazis, bautizaron el campo de Teuchitlán como el Auschwitz mexicano y desde entonces, el Gobierno se ha puesto manos a la obra para desentrañar lo ocurrido, buscar a las víctimas y reparar los errores de la Fiscalía. Los buscadores no esperan grandes noticias y recelan de la voluntad política una vez que se apague el foco mediático.
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