López Obrador invita a Xi Jinping a México en su último año de Gobierno
Los mandatarios coinciden en San Francisco en atender la devastación provocada por ‘Otis’ en Guerrero y reforzar la lucha contra el fentanilo
Dentro del Museo de Arte Moderno de San Francisco hay una de las joyas más destacadas de Diego Rivera en Estados Unidos. El gigantesco mural del artista mexicano ocupa un ala del recinto. La obra de 1940, la última que Rivera hizo en este país, retrata la unidad entre el sur y el norte del continente americano, de pueblos centenarios y la devastación del entorno para lograr el progreso. A solo unos pasos de esa imponente creación se celebró este jueves otro encuentro de dos mundos. Andrés Manuel López Obrador, el presidente mexicano, sostuvo su primera reunión en persona con el mandatario chino Xi Jinping, quien encabeza una de las potencias más pobladas del planeta.
En un salón del elegante hotel St. Regis, a un costado del Moma de San Francisco, se citaron López Obrador y Xi en un encuentro bilateral. El presidente mexicano ha invitado a su homólogo asiático a hacer una visita a su país para conocer el Plan Sonora, que pretende convertir uno de los Estados más cálidos de México en un exportador de energía solar, y el Corredor Interoceánico, una alternativa terrestre al Canal de Panamá. La empresa china Ganfeng anunció hace unos días su decisión de postergar de manera indefinida la extracción de litio en Sonora, donde está el yacimiento más importante del país latinoamericano, después de que el Gobierno mexicano cancelara concesiones que ya había otorgado a la minera asiática. Esta gira se celebraría durante el último año del mandato del mexicano, quien abandona el cargo en el otoño de 2024. De concretarse, sería la primera visita de Xi al país norteamericano en más de una década. La última vez que estuvo en México fue en junio de 2013 durante la Administración de Enrique Peña Nieto.
López Obrador tenía una agenda cargada en su visita a San Francisco. Además del encuentro con su homólogo asiático, esta contemplaba una charla con el premier japonés Fumio Kishida y una cita bilateral con el canadiense Justin Trudeau. El peso geopolítico de Xi convirtió la cita en la más destacada de la jornada para un presidente mexicano que ha sido reacio a participar en cumbres internacionales. China es el segundo socio comercial de México, por detrás de Estados Unidos. Su inversión extranjera directa, sin embargo, representa solo el 0,5% de la que recibe la Economía mexicana. Mientras que la del vecino del norte es de 234.000 millones de dólares desde 2006, la proveniente de Pekín es inferior a los 2.500 millones de dólares.
Xi felicitó a López Obrador por los “importantes resultados” en el desarrollo de México. También expresó sus condolencias por el cerca de medio centenar de víctimas dejadas por el impacto del huracán Otis en el Estado de Guerrero. Ambos se comprometieron a estrechar la cooperación para atender la emergencia que dejó en la costa y “aliviar” a las familias damnificadas con 250.000 unidades de enseres básicos. “China concede gran importancia a la solicitud de México de comprar suministros en respuesta al desastre”, se lee en un comunicado del país asiático. “Reiteramos el compromiso de continuar manteniendo buenas relaciones en beneficio de nuestros pueblos”, afirmó el presidente mexicano.
De acuerdo a los comunicados emitidos por las cancillerías de ambos países, abundantes en un vacío lenguaje diplomático y carentes de información sustancial, los líderes subrayaron algunas de sus coincidencias. Entre estas, que ambos representan a países de culturas milenarias. Otras similitudes son más difíciles de interpretar. Ambos controlan firmemente la narrativa de sus Gobiernos y no son demasiado afectuosos con la prensa crítica.
Xi viajó con una delegación del tamaño de un pequeño ejército que, junto a la de Biden, obligó al cierre de varias cuadras del centro de San Francisco. López Obrador, en cambio, sacó a pasear su austeridad franciscana, que dejó en las oficinas de Ciudad de México a la mayoría de encargados de comunicar los frutos de su presencia en California. El presidente llegó al hotel acompañado de un grupo compacto. Los secretarios de Defensa y Marina y las ministras de Economía y Seguridad. La canciller Alicia Bárcena llegó tarde a la cita. A la derecha de López Obrador se sentó por algunos minutos el jefe de su ayudantía, el empresario Daniel Asaf, hasta que Bárcena arribó.
La presencia de la nutrida presencia de funcionarios de seguridad en la delegación mexicana tiene una explicación sencilla. China y México han sido urgidos por Washington a esforzarse en su combate al fentanilo. López Obrador dijo que es importante alcanzar un acuerdo que permita a los dos países intercambiar información sobre los embarques que salen de Asia. Esta es la forma en la que los precursores químicos, utilizados para fabricar el potente opiáceo, llegan al territorio mexicano, donde después utilizan las rutas de tráfico al norte establecidas por los carteles locales.
En octubre, una delegación de funcionarios mexicanos viajó a China para celebrar la primera reunión de un grupo enfocado en combatir los precursores químicos. En Pekín, los mexicanos visitaron un centro de supervisión logística y un laboratorio de investigación de narcóticos. Después, en el puerto de Qingdao, los empleados de la Armada, Exteriores y la Fiscalía conocieron algunas de las instituciones que han sido creadas allí para reducir el envío de fentanilo a América. El miércoles, en la cumbre de Xi con Biden, los presidentes afirmaron que lucharán contra las empresas que producen la tóxica sustancia, que ha disparado la cifra de muertes por sobredosis en Estados Unidos hasta 110.000, la más alta registrada nunca.
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