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Las encuestas, el campo minado de los candidatos presidenciales

Los sondeos abonan acusaciones entre los partidos y hacen estallar las primarias del Frente Amplio

Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes y Alejandro Moreno en la sede nacional del PRI, el 31 de agosto.
Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes y Alejandro Moreno en la sede nacional del PRI, el 31 de agosto.Cuartoscuro
Carmen Morán Breña

Los dos grandes bloques políticos que se disputan el poder en México han entrado en la recta final de su proceso de selección de candidatos. Ambos se embarcaron precozmente en la selección de su candidatura presidencial y ambos la están cerrando embarrados en un cruce de acusaciones. Lo ilustran estos reproches que se han dedicado el presidente del Gobierno y la candidata de la oposición: López Obrador acusa al Frente Amplio por México de haber seleccionado a Xóchitl Gálvez desde la “mafia del poder”, sin contar con la ciudadanía, como él vaticinó, presume, hace semanas: “Se los dije”. Y Gálvez le responde en un tuit: “Le juego doble a sencillo al que anda cantando apuestas: Sheinbaum será la coordinadora y después candidata de la mafia en el poder. ¿Le entra o le saca?”. Para colmo, las encuestas ciudadanas de ambos partidos tienen contestación interna. Tanto ruido están haciendo, que al especialista en sondeos Francisco Abundis se le hace ya necesaria una reforma política que establezca reglas confiables para elegir candidatos. “Las encuestas deberían dar certidumbre, son los organizadores los que meten ruido en el proceso”, zanja.

El aspirante de Morena Marcelo Ebrard se quejaba esta semana de la elección de empresas encuestadoras en su partido, que le parecían sesgadas a favor de su colega Claudia Sheinbaum, que va por delante de él en los sondeos. Habla el excanciller de “desorden”, “problemas”. Ante sus quejas, se ha prolongado un día más la recogida de respuestas, hasta el 4 de septiembre, pero su equipo insiste en la falta de boletas, de urnas… Ebrard es el único que se juega algo en Morena, los demás no tienen capacidad para derribar el empuje de Claudia Sheinbaum. Pero los lamentos han quedado silenciados por el ruido, mucho más sonoro y profundo, del vecino. Esta semana la bomba estalló en las filas del Frente Amplio por México cuando, antes de conocerse las consultas ciudadanas, el líder del PRI ya entregaba la cabeza de su candidata, Beatriz Paredes, en favor de la panista Xóchitl Gálvez. El proceso fue tan abrupto que la elección primaria entre ambas contendientes prevista para el domingo fue abortada. Las acusaciones de falta de limpieza han salpicado el terreno de juego.

El 6 de septiembre se conocerán los resultados de la encuesta en Morena. Pocos dudan ya de que la ganadora será Claudia Sheinbaum, si los sondeos recogen lo que otros ya mostraron antes. Pero el diseño de la consulta llega muy tarde. Apenas se ha sabido que la pregunta que más peso tendrá es qué candidato de los seis en liza prefiere el ciudadano. Durante largo tiempo hubo voces en Morena que reclamaban que esa fuera la única cuestión que se planteara, pero se prefirió incluir otros parámetros, como la cercanía del aspirante, la honestidad, etcétera. Los críticos dijeron entonces que esas otras cuestiones beneficiaban a Sheinbaum, en aquel momento más desconocida que el canciller por todo el país. Semanas después, se ha optado ya por conceder mayor peso a la pregunta simple y lógica. ¿Por qué? A saber.

Una cosa es la política y otra la metodología. Francisco Abundis, de Parametría, no acaba de entender por qué en el Frente Amplio se han dividido las encuestas entre telefónicas y presenciales. “Eso no tiene sentido ni político ni metodológico. Las telefónicas no son representativas porque tienen sesgo tecnológico, el que no tiene teléfono queda apartado”, dice. En las telefónicas, la ventaja para Gálvez fue de casi 20 puntos frente a Paredes, mientras que las que se levantaron en las viviendas, de 13,6. “El proceso ha sido muy accidentado, se puede entender desde el punto de vista político, era la primera vez para el Frente, los partidos tienen que ponerse de acuerdo… pero desde el punto de vista metodológico es una ocurrencia que no se entiende”, sostiene Abundis.

Del lado de Morena, al analista le parece bien que la boleta de los candidatos sea redonda, como una torta dividida en seis porciones idénticas. Que los encuestadores vayan acompañados de personal de cada candidato… Pero los cuatro sondeos que se levantaran en paralelo al del partido para cotejar resultados no le convencen del todo. “Eso no son ejercicios espejo, como se ha dicho, sino gemelos, porque son todos idénticos”, dice el especialista, luego deberían arrojar resultados idénticos. Espejo sería que cada cual hiciera su diseño muestral. “Pero bueno, son cuatro empresas”, se conforma Abundis, en el entendido de que entre todas saldrá algo transparente y fiable. En todo caso, asiente cuando se le pregunta por qué no se explicó antes cómo serían esos sondeos: “Lo han hecho en el último minuto y no ha sido negociado”.

Con este batiburrillo, no es de extrañar que al periodo posterior a la elección de candidatos le denominen operación cicatriz. Ya están restañando heridas en el frente opositor y se espera que en el de Morena el resultado las deje más abiertas aún. “Creo que en cuanto Paredes levante el brazo de Xóchitl como ganadora, el asunto quedará acallado”, dice el politólogo de la UNAM Khemvirg Puente. Pero, a su juicio, será más complejo sumar a los agraviados de Morena al proyecto. “En todo caso, no hay sorpresas, va todo como estaba previsto en el guion en ambas partes, otra cosa será el desarrollo de las estrategias electorales”, opina. Lo importante ahora, dice, no son los candidatos, sino “el papel que desempeñará Movimiento Ciudadano, si presenta un cartel fuerte o solo testimonial, y la definición de las candidaturas a los gobiernos estatales”, porque en ese terreno se cicatrizará el descontento en buena medida. “El presidente del Gobierno ya está en eso, una operación para que los inconformes ocupen otras plazas, en caso contrario podrían irse o con la oposición o con Ebrard” y romper la unidad del partido, reflexiona Puente.

Las presidenciales, con todo y el ruido, ya parecen estar entrando en un claro del camino. Sin necesidad de encuestas, la ciudadanía parece dar por seguro que dos mujeres se disputarán el mandato supremo en un partido que acaba de comenzar.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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