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Lila Downs: “No me gusta que me digan que calladita me veo más bonita”

La cantante habla con EL PAÍS sobre su regreso a la música norteña con el proyecto ‘La Sánchez’, donde busca reivindicar el apellido de su madre y sus raíces mexicanas: “Es como salir, dar una vuelta musicalmente y en la vida”

Lila Downs en Ciudad de México
Lila Downs en Ciudad de México, el pasado 26 de mayo.Aggi Garduño
Rodrigo Soriano

La música de Lila Downs (Tlaxiaco, Oaxaca, 54 años) es como un paseo por el multicultural centro de Ciudad de México. La carrera de la que fue tildada por los medios como La heredera de Chavela Vargas ha estado marcada por su acercamiento a distintos géneros musicales, pero manteniendo siempre una fuerte esencia mexicana. Ahora, ataviada con un sombrero norteño, da comienzo a La Sánchez, un proyecto en el que se enfoca de lleno en el regional mexicano. “[El porqué de tocar varios géneros] ha sido la pregunta de toda mi vida. He sido una niña inquieta. No me gustaba que me dijeran que calladita me veía más bonita. Ya había tocado norteño antes, pero en discos con diferentes géneros”, comenta Downs a este diario en las oficinas de Sony.

Lleva unas largas trenzas que tocan el suelo y que le han acompañado durante su larga carrera musical de más de 30 años. Viste un traje con bordados oaxaqueños y un sombrero negro, un complemento que da más fuerza a la dinámica de su proyecto. Con La Sánchez da un paso al frente en su camino marcado por las raíces indígenas. “Es como salir, dar una vuelta musicalmente y en la vida. Volver al nombre de la madre, al matriarcado”. Downs le ha escrito a diferentes aspectos de la vida desde sus inicios, como al desamor, a las reivindicaciones sociales de las minorías o al empoderamiento (llegando a cantar en algunas de las lenguas indígenas de México). En la habitación de las oficinas hay varios cactus decorativos, que simulan el desierto de Sonora, en el que grabó su último video musical, Vas de Salida. En el tema, el primer paso de La Sánchez, la cantante toca el desamor y el despecho, con un sonido marcado por los instrumentos de viento, característicos de la banda norteña.

Lila Downs en las instalaciones de Sony Music.
Lila Downs en las instalaciones de Sony Music.Aggi Garduño

“[El surgimiento del proyecto] es la experiencia desde la mujer que se queda sola. Y esa historia la he repetido varias veces. Mi abuela se quedó sola, mi madre también, cuando murió mi padre y yo tenía 16 años. Y ahora murió mi marido en diciembre, y me he quedado sola, entonces... Es La Sánchez”, explica con una voz que se va entrecortando poco a poco. Se encuentra a mitad de su gira Dos Corazones, que la llevará a ocho países hasta el 1 de noviembre. La cantante reivindica el apellido de su madre en un panorama marcado por el éxito de la música regional, que triunfa en el mundo: “Lo que estoy haciendo coincidió con el movimiento social respecto a la música mexicana del norte. Yo ya estaba preparando el disco, independientemente de Peso Pluma, que ni siquiera sabía quien era”.

Conciertos, un tatuaje maorí y un público variado

La cantante puso el nombre de Dos Corazones a la gira por una razón. “A veces nombras a la gira con cosas que no tienen que ver con el disco, a tu gusto. Nombramos a la gira Dos Corazones porque mi hijo escuchó que yo cantaba este tema. Creo que fue puntual, al pensar en su padre y en mí”, comenta. Su esposo y pareja artística, el estadounidense Paul Cohen, falleció el pasado mes de diciembre a los 63 años, tras una larga enfermedad que le acompañó durante 10 años. Downs ha hecho habitual su presencia en el Auditorio Nacional cada mes de noviembre, una fecha simbólica por la tradición del Día de Muertos. “Nos tocó caminar mucho tiempo con la muerte, y ya era un tema muy cotidiano en la familia. Mis hijos tenían que vivir con eso también. Eso hace que no le tengas miedo de cierta forma, que lo veas como una cosa natural que vendrá [...] En el momento en el que lo hicimos un tributo [al concierto en el Auditorio], como una ofrenda de música, cambió y empezamos a llenar el recinto”.

La cantante se ha acostumbrado a viajar a otros países para actuar. Lleva un tatuaje maorí que se hizo durante un viaje a Nueva Zelanda, la tinta da muestras de que Downs ha recorrido diversas partes del mundo. Cuenta que los gustos de su público cambian dependiendo del lugar, del momento y del país en el que actúa. “Estuve en Argentina y querían escuchar las canciones que hablan de la dignidad y la independencia de la mujer. Yo compuse un tema que se llama Digna [Ochoa, la abogada defensora de los derechos humanos] y que habla de las mujeres violentadas. Ella fue desaparecida, fue asesinada. Me pedían temas que tenían que ver con eso y yo también intuía que era necesario. Los conciertos te van dando la pauta sobre qué le gusta más al público más. Los que hago últimamente les encantan a los señores. Es muy variado, porque salgo con mi pañoleta cantando El son del chile. Y los señores sonríen, porque les da mucha alegría o piensan que es chistoso. No sé, pero me encanta provocar la felicidad en la gente. A veces también es necesario hacer cosas tristes y melancólicas. Cuando voy a un concierto, quiero llorar un rato o quiero estar feliz...”, narra.

Lila Downs el 26 de mayo de 2023.
Lila Downs el 26 de mayo de 2023.Aggi Garduño

Lila Downs ha abrazado a las culturas originarias del país desde sus comienzos. Hija de padre estadounidense y madre indígena, le tocó vivir el racismo y clasismo en su propia piel. La experiencia supuso un punto de inflexión. “Cuando era adolescente quería ser más blanca. Notaba que el mundo me trataba muy bien cuando estaba con el hombre blanco de mi familia y me trababan mal cuando andaba con mi madre, que es la indígena. Eso empieza a ser un motivo por el cual compongo canciones que tienen que ver con la migración, con la frontera, con la discriminación. Y también las historias de mujeres que, a pesar de encontrarse con todos estos retos, se levanta, siguen caminando, siguen bailando y cantando”.

No dejó de lado sus raíces mexicanas. “Me ha tocado hablar [los distintos idiomas] un poco en mis conciertos, y mostrar la permanencia de nuestra herencia indígena y la fuerza que vive. Si sales a estas comunidades rurales te darás cuenta de que todo esto está vivo. No es algo que se quedó en las ruinas del Templo del Sol o allá en mi tierra, de Monte Albán o en Mitla. Está vivo, se habla el zapoteco, se habla el cuitlateco, mixteco... Es hermoso poder mostrarle al mundo que eso está vivo y que no es un mito”, concluye. Con La Sánchez, Lila Downs vuelve ahora a reivindicar el apellido de su madre, y echa mano de los ritmos musicales del norte para dar de nuevo un impulso al nombre de México.

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Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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