López Obrador afirma que Cuauhtémoc Cárdenas, fundador de la izquierda en México, es ahora su adversario político
El presidente de México rompe con el hijo de Lázaro Cárdenas y fundador del PRD luego de que este se sumó a un nuevo frente opositor al Gobierno
Las diferencias entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo de Lázaro Cárdenas y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), parecen insalvables. Alguna vez mentor y padrino político de López Obrador, Cárdenas, de 88 años, considerado por muchos el padre de la izquierda moderna en México, se ha sumado a un nuevo frente opositor al Gobierno obradorista, el llamado Colectivo por México o “Mexicolectivo”. La mañana de este martes, López Obrador ha llamado a Cárdenas conservador y ha criticado que colabore en esa agrupación con Francisco Labastida, un antiguo priista que fue candidato presidencial del viejo régimen en el 2000, o con José Narro, otro priista, exrector de la UNAM, que trabajó para el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018).
—Cada día que pasa hay más definiciones, y es muchísimo mejor saber quiénes son realmente los adversarios que enfrentar a simuladores —ha dicho López Obrador esta mañana en su conferencia diaria en Palacio Nacional.
—¿Considera a Cárdenas adversario, presidente? —le preguntaron los reporteros.
—En política, sí, si él asume una postura de este tipo —ha respondido—. Lo estimo mucho, lo respeto, lo considero precursor de este movimiento, pero estamos viviendo en un momento de definiciones y esta ancheta está muy angosta, no hay para dónde hacerse, es estar con el pueblo o con la oligarquía. No hay más. No hay justo medio.
—¿Qué opina de que Cuauhtémoc Cárdenas vaya en este grupo con Francisco Labastida?
—Es normal, tienen que ejercer su derecho de manifestación y no están de acuerdo con nuestro proyecto de transformación, están más cerca del bloque conservador, es una especie de ala moderada del bloque conservador.
A las críticas del presidente se ha sumado esta tarde la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aspirante a suceder a López Obrador en Palacio Nacional. “Hay momentos de definición política y en esa definición uno decide dónde quiere estar, y, con todo respeto al ingeniero [Cárdenas], él toma una decisión de dónde quiere estar. Nosotros también tenemos una definición muy clara, y además no es menor que la gran mayoría del pueblo de México esté con el proyecto que encabeza el presidente”, ha dicho la funcionaria capitalina en entrevista con la prensa. El dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano — con quien López Obrador también ha roto lanzas—, ha salido en defensa de Cárdenas, de quien dijo que es el líder político más importante en la transición democrática de México.
No hay registro de que López Obrador se haya referido a Cárdenas en el pasado como adversario político con tanta claridad. Al menos no públicamente. La historia del desgaste de la relación entre ambos personajes es ya larga. En el 2000, Cárdenas, abanderado por el PRD, enfrentó en los comicios presidenciales a Labastida, con quien ahora, dos décadas después, impulsa “Mexicolectivo”. Era la tercera candidatura presidencial de Cárdenas, después de la de 1988 —la de la caída del sistema— y la de 1994. El fundador del PRD apadrinó en el 2000 a López Obrador para que fuera candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México (entonces Distrito Federal). La izquierda vivía su mejor momento en la capital gracias, en gran parte, a la trayectoria en la lucha opositora del propio Cárdenas.
En 2005, Cárdenas pretendió volver a contender por la Presidencia de la República, pero al final se hizo a un lado para dejar el camino libre a quien ya se estaba convirtiendo en su relevo como representante histórico de la izquierda mexicana. López Obrador fue por primera vez candidato presidencial, pero recibió un silencioso espaldarazo de Cárdenas. Fue el inicio del distanciamiento. En las luchas de la oposición a los gobiernos del PAN y el PRI, los dos líderes izquierdistas solían ir por derroteros distintos: Cárdenas optaba por la crítica académica, López Obrador por la movilización popular.
Luego se fue haciendo cada vez más notoria la ausencia de Cárdenas en los actos encabezados por López Obrador: los anuncios de una nueva candidatura presidencial, los actos de resistencia ante los fraudes electorales, las críticas a las reformas privatizadoras del PAN o el PRI. Aunque ambos renunciaron al PRD alegando la corrupción del partido, y en eso sí que coincidieron, con el tiempo fue quedando claro que ambos líderes tenían ideas distintas de lo que debería ser un proyecto nacional de izquierda. Cárdenas —uno de cuyos hijos, Lázaro Cárdenas Batel, colabora actualmente con López Obrador— publicó escritos en los que abogaba por reformas fiscales progresivas que permitieran al Gobierno recaudar más de los ricos y redistribuirlo equitativamente a los pobres. Reforma, por cierto, ausente en la Administración de López Obrador, que no ha querido enemistarse con las clases altas.
Un año antes de las elecciones de 2018, Cárdenas mantuvo acercamientos con políticos del PAN y el PRD, en un momento en que un sector creciente de la oposición comenzaba a hablar de los “gobiernos de coalición” más allá de las alianzas puramente electorales. En una de las reuniones, de la que se publicó una foto, participó Ricardo Anaya, que a la postre se volvería el candidato presidencial del “Frente” PAN-PRD y quien enfrentaría con más contundencia a López Obrador durante las campañas.
Cárdenas no asistió en ese entonces a ningún mitin del candidato de Morena. Pero López Obrador reconocía que sin las luchas de Cárdenas y otros líderes de la izquierda su triunfo electoral en 2018 no hubiera sido posible. Durante el periodo de transición gubernamental, a los pocos días de los comicios, los dos antiguos aliados se volvieron a reunir. Allí se reconocieron mutuamente, con respeto, y se llamaron amigos. Cárdenas dijo que López Obrador podía contar con su acompañamiento, y López Obrador dijo que para él era un honor. Pero desde entonces la relación no hizo más que venir a menos, otra vez.
Hijo del presidente que nacionalizó la industria petrolera en el siglo pasado, Cárdenas Solórzano ha criticado el enorme gasto público del Gobierno en la refinería de Dos Bocas. También ha cuestionado la alianza del presidente con Manuel Bartlett, viejo colaborador del PRI a quien se le atribuye la caída del sistema, una oscura operación político-electoral por la que Cárdenas perdió los comicios de 1988 contra Carlos Salinas de Gortari. Para él, López Obrador no es cardenista, pues ha dicho que la verdadera herencia de su padre es la lucha contra la desigualdad y que el Gobierno obradorista tiene muchas deudas para con los desposeídos, una dura crítica para quien se ha empeñado en hacer del expresidente Lázaro Cárdenas casi un santo.
Ahora, para López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas no es más que un precursor en la izquierda, un conservador, un adversario como tantos.
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