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El padre de Yaretzi Hernández, fallecida en el choque de la Línea 3: “Me abrazó, me dio un beso y se fue”

La familia de la joven de 18 años exige a las autoridades que se haga una investigación transparente de lo sucedido y que no se responsabilice únicamente al conductor del tren

César Hernández y Luz María Fragoso, padres de Adriana Yaretzi, vícitima mortal del accidente de la Línea 3 ocurrido el pasado sábado 14 de enero
Luz María Fragoso y César Hernández, padres de Adriana Yaretzi, fallecida en el accidente de la Línea 3.Nadya Murillo
Almudena Barragán

César Hernández y Luz María Fragoso jamás olvidarán el pasado 7 de enero. Era sábado y su hija Yaretzi Adriana salió temprano de casa. Ella y una amiga habían quedado para acudir a una clase de pintura al sur de la ciudad. Como en otras ocasiones, las dos chicas se verían en la estación Deportivo 18 de Marzo para tomar juntas la Línea 3 del metro. Su madre tomó el celular para recordarle a la chica que se amarrara las agujetas de los tenis. “Una es mamá siempre, aunque tu hija tenga 18 años”, dice Luz María. “Te quiero. Tus agujetas, no se te olvide amarrarlas”, escribió. “Sí, ya me las amarré en el carro”, respondió la chica. Su padre le había pedido un taxi de aplicación para que la dejara en la parada del metro. “Me abrazó, me dio un beso y se fué”, dice César Hernández. Eran las 8.56 de la mañana. La madre volvió a escribirle un mensaje: “Ok. Avisa”. Yaretzi respondió a las 9.00 horas: “Sí, cuando ande con ella te aviso”. Tres minutos más tarde la joven avisó de que ya estaba con su amiga. “Ya hasta nos subimos al metro”, escribió. “Vayan con cuidado. Bonito día”, le respondió su madre. “Sí, amaaaaa”. Las dos intercambiaron un emoticón con un beso. Eran las 9.04 horas. Dos minutos después, el tren 24 en el que viajaban Yaretzi y su amiga chocó con otro convoy que estaba parado entre la estación Potrero y La Raza. La joven murió en el accidente y otras 106 personas resultaron heridas, entre ellas, su amiga y el conductor.

La señora Luz María Fragoso muestra los últimos mensajes de texto que intercambió con su hija.
La señora Luz María Fragoso muestra los últimos mensajes de texto que intercambió con su hija.Nadya Murillo

Yaretzi Hernández tenía 18 años y estaba a punto de comenzar el segundo semestre de la carrera de Arte, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus padres la recuerdan como una muchacha alegre, risueña y feliz a la que le encantaba el dibujo y la fotografía. Por primera vez se sientan con un medio de comunicación para hablar de aquellas horas angustiantes que cambiaron su vida para siempre y de los resultados que acaba de presentar la Fiscalía de Ciudad de México sobre el caso. Les acompaña el retrato de su hija en todo momento.

Una hora después del accidente la familia recibió la llamada del tío de la amiga. “Me dijo, ha sucedido un accidente, necesitan venir al metro”, cuenta Hernández. En ese momento trataron de ponerse en contacto con su hija, tenían la esperanza de que contestara porque su teléfono todavía estaba encendido, pero nadie contestó. Llegaron a la estación Potrero lo más rápido que pudieron y fue entonces cuando recibieron la peor de las noticias. “Mami, cuando puedas escríbenos. Estamos esperándote aquí en el metro. Dios te protege”, le escribió su madre a las 10.54 horas. “En ese momento nos costaba mucho trabajo entender lo que estaba sucediendo. Estábamos desesperados”, recuerda el señor Hernández. “Nos llevaron al interior del metro, a una oficina que está al final del andén y allí nos lo dijeron”. La mujer que había fallecido se correspondía con la descripción que habían dado los padres de la joven. “Llevaba un tatuaje de henna que se había hecho un día antes”, recuerda su madre.

Minutos después apareció en la oficina la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. “Nos dijo que lo lamentaba mucho. Yo le dije: ‘Sé que viene usted aquí más por cuestiones políticas que por cuestiones humanas’ y me dijo: ‘No, señor, yo también tengo hijos y también soy un ser humano. Y como ser humano vengo a darles la cara”, recuerda Hernández. El padre asegura que durante el tiempo que estuvo con la mandataria aprovechó para señalarle las malas condiciones en las que se encuentra el metro de la ciudad. “Le dije que si acaso no veía cómo estaba todo cayéndose a pedazos. Y que ahí había responsabilidades. Ella me dijo: ‘Sí, señor, las hay. Nosotros estamos con ustedes hasta el final’ y me aseguró que iba a haber justicia para el caso de mi hija”, agrega. Sin embargo, el padre de Yaretzi no está de acuerdo con que el accidente sea considerado como un hecho aislado. “Para mí esto no es un accidente, es un acto de irresponsabilidad y omisión constante”, señala. “Nos daba más miedo que nuestra hija anduviera en camión o en taxi, y al final, fíjese lo que pasó”, exclama.

Adriana Yaretzi tenía 18 años y estaba a punto de comenzar el segundo semestre de la carrera de Arte en la UNAM.
Adriana Yaretzi tenía 18 años y estaba a punto de comenzar el segundo semestre de la carrera de Arte en la UNAM.

El pasado viernes la Fiscalía de Ciudad de México, encargada de la investigación de lo sucedido, anunció la detención del maquinista por conducción negligente y apuntó como principal motivo del accidente a la quema y el corte intencionado de los cables de comunicaciones en dos registros de conexión que tienen que ver con la señalización y el pilotaje automático de la estación Potrero. La Fiscalía señala en su investigación que el conductor no respetó el límite de 35 kilómetros por hora, velocidad indicada ante una conducción de emergencia como esa que asegura que los operadores puedan responder a tiempo ante cualquier imprevisto.

En el comunicado de la dependencia se hace referencia a que un día antes del choque, el personal del Metro recibió un reporte sobre fallos en la señalización de la línea y se indicó una alerta para circular a baja velocidad. “El conductor del convoy 24 no se apegó a los lineamientos contenidos en sus manuales técnicos, excedió el límite de velocidad en conducción manual restringida; y cambió a pilotaje automático cuando está prohibido bajo marcha de seguridad”, explicó Ulises Lara, vocero de la Fiscalía. De acuerdo a la información de la caja negra del tren, el accidente se produjo a las 9.06 horas, entre las estaciones de Potrero y La Raza. Según la Fiscalía capitalina, no existe ninguna evidencia de que el conductor realizara un frenado de emergencia.

La familia de Yaretzi Hernández denuncia que durante las pesquisas tampoco tuvieron acceso a la carpeta de investigación como parte implicada del caso. Los padres piden que se “investigue de manera transparente” las causas del trágico accidente y que un juez determine de quién es la responsabilidad. “A pesar de ese cambio de manual a automático el conductor no tenía conocimiento de que había un tren parado enfrente, no servía el sistema de comunicación y tampoco se activó ningún sistema para requerirle o advertirle al conductor que debía frenar porque había otro convoy en mitad de la vía”, apunta el abogado de la familia, Cristopher Estupiñán. “El problema de fondo es que no hubo un debido control, ni una debida comunicación entre el Centro de Comando, el conductor y tampoco en el sistema de comunicación entre los conductores de los trenes (...) El sistema de pilotaje automático funciona para que los trenes frenen con 200 metros de distancia entre uno y otro, si eso no pasó, es porque el sistema de pilotaje tampoco servía”, agrega.

El abogado, en representación de la familia, argumenta que deben de fincarse más responsabilidades por lo sucedido y contemplan aportar su propio peritaje a las indagatorias. “Ni la dirección de Mantenimiento, ni la subdirección General de Operación, la subdirección general de Mantenimiento, ni la dirección cumplieron con su función de prevenir y garantizar la seguridad del servicio y se lo achacan al último de la cadena, el conductor”, señala. “A pesar de que las comunicaciones estaban fallando, se tomó el riesgo de brindar el servicio”, insiste. La familia además de su inconformidad con las investigaciones, manifiesta que tampoco fueron notificados de la audiencia de vinculación a proceso del conductor, algo que su representante legal califica de “inconstitucional”, por lo que presentarán en los próximos días la nulidad de dicha audiencia. Cuestionada por este asunto, la Fiscalía de Ciudad de México señala que “ha mantenido contacto desde el principio con la familia a través del área de víctimas y se han tenido reuniones con ellos”. Aseguran que la última reunión que se sostuvo con la familia fue el viernes ante de la audiencia de vinculación a proceso del conductor. “Respetamos su derecho a disentir y refrendamos nuestra solidaridad con la familia por los lamentables sucesos del 7 de enero en la Línea 3″, han comentado en un mensaje.

Los padres de la joven tampoco han aceptado la compensación económica que les ofrecía la aseguradora del Metro. “La cantidad es insultante. La vida de un hijo no tiene ningún precio, es invaluable”, afirma César Hernández. “No es un tema de apoyos, dádivas o lo que fuera. Es un tema de responsabilidades de las instituciones”, subraya. “Destruyeron nuestra vida y ahora tenemos que recoger los pedazos que quedan y reconstruirla en medio de mucho dolor y un trauma tremendo”, dice claramente afectado. “Estamos derrumbados, destrozados. Estamos acabados emocionalmente”. Su esposa, sentada a su lado, tiene la mirada clavada en la mesa y asiente despacio. “Es un dolor del alma, no hemos estado tranquilos en ningún momento para llevar nuestro duelo”, indica la señora.

Familiares y amigos protestan para exigir justicia para Yaretzi Adriana.
Familiares y amigos protestan para exigir justicia para Yaretzi Adriana. RAQUEL CUNHA (REUTERS)

En menos de 20 días recibieron el golpe más duro de sus vidas, han enterrado a su hija mayor y se enfrentan a un huracán mediático que representa, de nuevo, otro accidente mortal en el metro de la capital. El último, hace menos de dos años tras el desplome de un tramo elevado de la Línea 12. Los padres de la joven aseguran que deciden hablar de lo que le sucedió a su hija porque millones de personas como ella toman el metro cada día. “Yo no quiero confrontación. Estoy aquí en un llamado de justicia y de responsabilidad. Nunca quise ser parte de ninguna rebatinga política, pero ahora estoy en medio y no me puedo quedar callado”, explica el padre. “La cosa se ha vuelto ofensiva para mi hija, para nuestra familia y para todos aquellos que la conocieron. Mi hija no merece tener ese tipo de justicia a modo”, dice con dolor. “Mi hija no debió morir de esta forma injusta y cruel”.

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Almudena Barragán
Periodista de EL PAÍS en México. Escribe sobre temas sociales con perspectiva de género: desigualdad, violencia y feminismo. Ha trabajado en la sección Verne México y en diversos medios españoles y mexicanos, entre los que destacan El Economista.es y El Financiero Bloomberg. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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