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El subsidio a las gasolinas en México abre un boquete fiscal de más de 100.000 millones de pesos

El Gobierno de López Obrador ha renunciado a cobrar al 100% el impuesto especial sobre combustibles en un intento para atajar la inflación más alta de las últimas dos décadas

Karina Suárez
PEMEX
Una trabajadora en una gasolinera en Ciudad Juárez (Chihuahua).Paul Ratje (Bloomberg)

Los subsidios a la gasolina han sido una de las medidas principales del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para enfrentar la escalada de precios de este año, pero la otra cara de la moneda es el boquete fiscal que siguen ocasionando a los ingresos públicos. La decisión del Ejecutivo, si bien contiene los efectos de la inflación para los bolsillos de los consumidores, también representa un impacto para las finanzas públicas, ya que reduce los ingresos que se obtienen derivados del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS). De abril a la fecha, el apoyo para evitar los gasolinazos ha provocado un boquete fiscal de más de 109.371 millones de pesos, unos 5.637 millones de dólares, según los datos más recientes de la Secretaría de Hacienda.

En México se paga un impuesto por el combustible que se consume, llamado Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) Federal, el cual es determinado por Hacienda. Los costos se pueden llegar a modificar también por egresos adicionales como el transporte y almacenaje. Una de las primeras medidas del Gobierno para atajar la inflación fue el otorgar un subsidio del 100% al para gasolinas. Después, la Secretaría de Hacienda sumó además un estímulo fiscal adicional a favor de los importadores de combustibles. De acuerdo con las cifras más recientes del Gobierno, el déficit en el cobro del IEPS en gasolinas y diesel se comenzó a registrar en abril de este año, un mes después de que el Ejecutivo iniciara con la política de subsidios ante el alza del precio internacional. El déficit acumulado de abril a octubre de este año contrasta con los más de 130.000 millones de pesos recaudados por IEPS en combustibles en el mismo periodo de 2021.

Pese al agujero fiscal que sigue creciendo, la Secretaría de Hacienda aumentó el estímulo fiscal para la gasolina Magna y diésel durante la última semana del año. En el caso de la Magna, el incentivo será del 28,75%, lo que supone un incremento de cuatro puntos porcentuales respecto a la semana previa. El diésel, por su parte, se elevará diez puntos porcentuales para quedar en 77,56%. Así, los automovilistas pagarán esta semana 1,57 pesos de IEPS por litro de magna y 1,35 pesos por litro de diésel. Solo la gasolina Premium no tendrá incentivo y los transportistas tendrán que pagar el IEPS íntegro, equivalente a 4,68 pesos por litro.

Con la invasión de las tropas rusas a Ucrania y los combustibles por las nubes como telón de fondo, el Gobierno de López Obrador recurrió al estímulo fiscal para conjurar el fantasma de un aumento en la gasolina y una escalada generalizada de precios a partir de marzo pasado. En un inicio, el Ejecutivo ordenó la eliminación total del cobro de IEPS en todas las gasolinas. Sin embargo, conforme los precios internacionales de los combustibles han regresado a los niveles previos al del conflicto armado, —la mezcla mexicana ha pasado de 130 dólares por barril a menos de 69 dólares en los últimos ocho meses— la Secretaría de Hacienda también ha ido matizando la aplicación de los subsidios.

Hasta ahora, el Ejecutivo ha compensado el agujero en las cuentas gracias a un aumento en la recaudación del Impuesto Sobre la Renta (ISR). Hacienda atribuye esta mejora a los mayores ingresos de las empresas y al crecimiento en el empleo formal. El segundo lugar como fuente de ingresos fiscales lo detenta el Impuesto al Valor Agregado (IVA), cuya recaudación se ha mantenido estable, con un incremento mínimo del 0,2% de un año a otro.

Desde que se anunció esta medida, el presidente López Obrador ha asegurado que la caída en recaudación se subsanaría con los excedentes petroleros. A octubre de este año, los ingresos petroleros aumentaron un 35% respecto al mismo periodo de 2021 para superar 1,1 billones de pesos, un alza amparada en las cotizaciones favorables de la mezcla mexicana. El aumento de estos ingresos, aunado al aumento de otros impuestos como el ISR sostienen, de momento, la política de subsidios del Ejecutivo, apoyos que según las propias estimaciones del Servicio de Administración Tributaria (SAT) podrían costarle al erario un total de 400.000 millones de pesos, unos 20.617 millones de dólares.

Jesús Carrillo, director de Economía Sostenible del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) pronostica que el boquete fiscal será de más 450.000 millones de pesos por esta medida. “Puede que hacia el final del año el Gobierno mexicano sí tenga unos 200.000 millones de pesos por venta de petróleo, porque el precio sigue alto, pero si la pérdida recaudatoria es de unos 200.000 millones de pesos, la pérdida neta será de unos 200.000 millones de pesos. Los ingresos petroleros al final del día se gastan en producir petróleo, producir gasolinas, en inversión a Pemex”, menciona. Aunque el especialista precisa que este tipo de subsidios ayuda a contener la inflación, también puede ser contraproducente y ocasionar a mediano plazo una mayor presión a las finanzas públicas. “¿Cuál es problema de que las finanzas públicas se deterioren? Que el Gobierno pierde la capacidad de invertir en lo que realmente necesitamos, por ejemplo, necesitamos más infraestructura en la transición energética o en salud”, asevera.

Fluvio Ruiz, experto en temas energéticos, advierte de que la política de subsidios en las gasolinas del actual Gobierno tiene efectos colaterales para Pemex, la petrolera estatal que abastece en un 85% a las gasolineras del país. “En el reporte trimestral de Pemex se asienta que la aplicación de los estímulos fiscales le permite a Pemex ‘recuperar sustantivamente el valor de la diferencia entre el precio de venta y el precio de referencia internacional’ de los combustibles, lo que sugiere la posibilidad de que Pemex esté abasteciendo a precios subsidiados, debido a que una porción del diferencial de precios no sería cubierta por los estímulos fiscales. Esta circunstancia, por otro lado, sería un incentivo para que ciertos distribuidores prefirieran comprarle a Pemex, en lugar de importar directamente las gasolinas y el diésel, incrementando las pérdidas de nuestra petrolera”, concluye.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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