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Saúl Alcántara: “El ahuehuete del Paseo de Reforma está muerto, jamás va a revivir”

El experto de la Universidad Autónoma Metropolitana asegura que hubo fallos fatales en el proceso de trasplante en junio pasado

En una serie de fotografías, el ahuehuete cuando recién llegó al Paseo de la Reforma, la segunda, una semana después de ser trasplantado y la tercera, el domingo pasado.
En una serie de fotografías, el ahuehuete cuando recién llegó al Paseo de la Reforma, la segunda, una semana después de ser trasplantado y la tercera, el domingo pasado.El País / Cuartoscuro
Karina Suárez

Del ahuehuete del Paseo de Reforma no queda ni la sombra. Donde hubo un follaje verde, ahora se puede observar un tronco de 12 metros de altura y un puñado de ramas peladas. Aunque las autoridades capitalinas aseguran que esta apariencia decrépita es normal y solo es cuestión de tiempo para que recobre su follaje, el especialista Saúl Alcántara afirma que cualquier intento por salvar al ejemplar ya es una causa perdida. “El ahuehuete del Paseo de Reforma está muerto, jamás va a revivir”, sentencia sobre el árbol que llegó a repoblar la antigua glorieta de la Palma, el pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente.

El color marrón de sus hojas y menos espesura fueron las primeras señales de alerta para el experto en conservación de jardines de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Con base en su experiencia, Alcántara precisa que el árbol debió de responder favorablemente a los 20 días de haber llegado a la capital, pero esto no solo no pasó, sigue sin ocurrir a cinco meses de su llegada. “La plantación realmente no fue exitosa porque seguramente han de haber golpeado el cepellón y le entró aire a las raíces porque empezó a ponerse amarillo en la misma semana”, explica con base en las revisiones que hizo del árbol tras su arribo a Ciudad de México.

Más allá de las cuestiones climáticas y de incidentes como el precoz atropellamiento que sufrió a semanas de su arribo, Alcántara advierte de que hubo fallas de origen en el proceso de trasplante de este árbol. “Antes de trasplantar un árbol de estas dimensiones se tiene que podar, se tienen que retirar hasta un 40% de sus hojas para que no pierda humedad el tronco”, explica. Él ha trasplantado con éxito cinco ahuehuetes en Ciudad de México: cuatro en los jardines del Palacio Nacional y uno más en la Escuela de Gastronomía de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Frente a esta sentencia de muerte, las autoridades capitalinas defienden que aún es posible un rebrote del árbol. Adrián Cavazos, gerente de Viveros Regionales —la empresa que donó el ahuehuete— afirma que el árbol sigue vivo y prevé que a finales de febrero o marzo de 2023 recupere su verde follaje. “La raíz está viva y el árbol está vivo, pero está en latencia y tendríamos que esperar hasta esos días [febrero o marzo] para ver qué tanto rebrote tiene”, asevera. El representante de Viveros Regionales calcula que hay un 85% de posibilidades de que el ahuehuete se recupere.

A cinco meses de su llegada a la icónica rotonda de la capital, el ahuehuete ha padecido estrés, invasión de hongos e incluso un prematuro atropellamiento. Cavazos rechaza que haya habido errores en el proceso de trasplante y señala que uno de los factores determinantes para que el árbol se haya demorado en su adaptación fue el accidente que sufrió a escasos días de su llegada cuando un automóvil impactó de lleno en el árbol y movió su raíz del punto original. “Nosotros sentimos mucha responsabilidad, somos los más interesados en que esté ahí, pero si hubiésemos visto que ya no tenía vida desde el primer momento habríamos hecho la petición de cambiarlo, ¿por qué no lo hemos hecho?, porque estamos dando la oportunidad de que el árbol brote”, asevera.

Pese a los vientos en contra, las autoridades medioambientales de Ciudad de México siguen trabajando a marchas forzadas en su intento por hacer rebrotar el árbol. La colocación de una valla metálica, fertilizantes, abonos adicionales, fungicidas y miles de litros de agua por semana son parte de las medidas de auxilio que desde hace meses se han implementado.

Sin embargo, para Alcántara todas estas medidas ya son en vano. El único camino que el experto vislumbra es la sustitución por otro árbol. “El ahuehuete era un árbol bellísimo, pero fue muy mal trabajado. El árbol ya no se va a recuperar, imposible”, lamenta. En la mitología mesoamericana, el ahuehuete es un símbolo de fortaleza, el árbol que eligió Tlaloc, dios de la lluvia, para edificar su paraíso. Paradójicamente, hoy el ejemplar de este milenario árbol ubicado sobre Paseo de Reforma languidece a la vista de todos.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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