López Obrador profundiza el desmoronamiento del PRI y del bloque opositor
El presidente del partido tricolor se defiende ante las presiones por la continuidad de los militares en las calles: “No aceptamos órdenes ni de aliados ni de adversarios”
Los cambios previstos para colocar a la Guardia Nacional bajo el mando de la Defensa han desatado una tormenta política que amenaza con quebrar el pacto entre el PRI, el PAN y el PRD, conformados en un bloque opositor. El presidente del Gobierno ha atizado ese fuego este martes al declararse a favor de la iniciativa presentada por una diputada del PRI en el Congreso para que los militares sigan ejerciendo labores de seguridad pública hasta el 2028. Su plazo cumplía en 2024, pero no hay voluntad de que vuelvan a los cuarteles, como preconizaba Andrés Manuel López Obrador antes de llegar a la presidencia. “He cambiado de opinión”, ha reconocido el mandatario, “al ver el problema [de violencia] que me heredaron. Se necesita una Guardia Nacional que no se eche a perder, con disciplina y profesional, para garantizar la seguridad pública”. Y se ha referido al PRI en términos de gobernanza: “A mí lo que me importa es que podamos llevar a cabo juntos la transformación que requiere el país”. El particular abrazo del presidente al PRI amenaza con desdibujar el partido de la revolución bajo el manto de Morena. El líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, ha dicho en redes sociales que no acepta órdenes ni de aliados ni de adversarios. Quizá es más un mensaje para aliados, como el PAN, desde donde le lanzaron la advertencia: o retiran la iniciativa en el Congreso o el pacto de la oposición peligraba.
Los polémicos cambios para que la Guardia Nacional se convierta en una rama más de la Defensa ya han pasado su trámite en el Congreso y ahora es el Senado quien debe dictaminar sobre ello. La diputada del PRI por Durango Yolanda de la Torre ha sido la pieza que se ha movido en el ajedrez político y originado un desaguisado en el bloque opositor. Su iniciativa para mantener a los militares en las calles ha levantado críticas entre los socios políticos de la oposición, que el lunes amagaban con destruir el bloque previsto para las elecciones de 2024. López Obrador no ha desperdiciado la oportunidad: “Hace bien el PRI en rectificar, ¿qué ha ganado con esa alianza política? Claro que conviene que el Ejército se haga cargo de la Guardia Nacional. Si el PRI se plantea ayudar haría muy bien y que se deslinde del conservadurismo rancio”, ha añadido.
En el terreno del humor, la herramienta más ácida, el presidente ha recomendado al PRI soltar amarras con el PAN. “Cualquier partido busca salir adelante, y si les está yendo mal, pues solo que sean masoquistas. Por algo existe el divorcio”. Las risas se escucharon en el Palacio Nacional. La sangría del PRI desde la irrupción de Morena en la política con mayúsculas de México ha sido incesante. No son pocos los del tricolor que se han pasado al partido guinda y detentan cargos de poder. Quién no tiene en México un pasado priista. Ese puente sigue abierto y a medida que lo cruzan los priistas se disuelve el partido que gobernó México durante décadas. La situación es compleja para el partido de la revolución.
Obrador ha aprovechado un filón, el de la seguridad nacional, para dar la vuelta a la tortilla. La militarización del país era un asunto que empezó dividiendo a los de Morena, pero ahora está agrietando la fortaleza de la oposición, que se mueve unida. El presidente se apoya en la épica histórica, la revolución mexicana, en la supuesta honestidad e integridad de los militares que proceden del pueblo llano, para llamar a propios y ajenos a defender sus cambios en la estrategia de seguridad. “Esto no se puede meter en la agenda política, sería mezquino, está en juego la tranquilidad y la seguridad de la gente”.
Los cambios legislativos para militarizar la Guardia Nacional están ahora en el Senado, donde la mayoría morenista y sus aliados han decidido que habrá un debate prolongado, en lugar de un trámite rápido, como ha ocurrido en el Congreso. Los priistas del Senado comunican con contundencia que nada tienen que ver con la propuesta de la diputada De la Torre en la Cámara baja, que ellos seguirán firmes en lo aprobado en 2019, cuando por unanimidad se dio vía libre a la participación excepcional por seis años de los militares en la seguridad pública. Es más, han pedido explicaciones a los priistas del Senado por esa iniciativa.
La discordia está sembrada. El jefe nacional del PAN, Marko Cortés, ya advirtió a sus socios del bloque opositor con dejar en suspenso el pacto previsto para las elecciones de 2024. “No permitamos que se siga militarizando nuestro país. No se está formando una policía civil, se está formando una policía militar”, ha afirmado. En el PAN también se oyen voces discordantes. El asunto del Ejército abre grietas también entre los conservadores. Y la situación de violencia en el país siembra dudas razonables en uno y otro bando sobre la presencia de los militares en las calles.
Los priistas ya están divididos. Unos se dejarán abrazar por Morena y otros seguirán haciendo su tarea de oposición. El jefe nacional del PRI, Alejandro Moreno, ya no seguirá siendo hostigado por la gobernadora morenista de Campeche, Layda Sansores en Los martes del jaguar, un espacio que quedó suspendido. Pero Moreno espera que se dictamine si se le desafuera para procesarlo por enriquecimiento ilícito, a solicitud de la fiscalía de Campeche. El PRI no está pasando por sus mejores momentos.
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