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El Aeropuerto de Toluca busca remontar el vuelo tras más de una década en agonía

La aerolínea Volaris ha regresado con siete destinos nacionales al aeródromo del Estado de México y en las próximas semanas se sumará Viva Aerobus con cuatro rutas más

Pasajeros documentan equipaje en el Aeropuerto Internacional de Toluca en el Estado de México
Pasajeros documentan equipaje en el Aeropuerto Internacional de Toluca en el Estado de México, este 6 de julio.Rodrigo Oropeza
Karina Suárez

Los módulos de información turística del Aeropuerto Internacional de Toluca se han vuelto a ocupar. Las salas de espera que durante la pandemia permanecieron vacías ahora albergan a un puñado de pasajeros, quienes aguardan a que el personal de Volaris —la única aerolínea comercial que opera hasta ahora en este aeródromo— comience el proceso de documentación. El aeródromo que, en 2008, su mejor época, llegó a transportar más de cuatro millones de personas con una oferta de una treintena de destinos, ahora busca con un paquete de incentivos para las aerolíneas y los viajeros alcanzar 1,1 millones de pasajeros en 2023. Por ahora solo Volaris vuela desde la terminal con 14 vuelos domésticos, sin embargo, se prevé que en semanas arribe Viva Aerobus.

El Aeropuerto Internacional de Toluca comenzó operaciones en la década de los ochenta. Durante años sus operaciones se centraron en vuelos privados y de carga y hasta 2006 se retomó el plan de convertirlo en una alternativa para desahogar hasta un 25% de los pasajeros que en ese entonces recibía el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. En esa primera etapa, sus mostradores llegaron a albergar a las aerolíneas, bandera como Aeroméxico y nuevos jugadores como Interjet. Sin embargo, con la crisis económica de 2008, las aerolíneas empezaron a reducir las rutas. Después llegó la quiebra de Mexicana de Aviación y con ello la desbandada en el complejo mexiquense: en 2012, el aeródromo operaba ya a una cuarta parte de su capacidad. En 2021, con la pandemia de telón de fondo, los pocos vuelos comerciales que quedaban frenaron en seco ante su inviabilidad financiera y finalmente, en febrero de este año, el último vuelo comercial operado por Conviasa abandonó la terminal para trasladarse al nuevo aeropuerto en Santa Lucía.

Ahora, después de años de turbulencia, esta terminal área pretende volver a las grandes ligas en el tablero donde figuran más de 70 aeropuertos en el país. Una reducción del 80% sobre las tarifas aeroportuarias por cinco años en beneficio para las aerolíneas y un descuento del 47% en la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) son parte de la batería de incentivos que acompañan este relanzamiento.

La aerolínea Volaris ha sido la primera empresa en alzar el vuelo sobre el horizonte de Toluca. “Volaris opera rutas hacia Tijuana, Puerto Vallarta, Cancún, Guadalajara, Los Cabos y Huatulco, las cuales se decidieron tras un profundo análisis comercial. Es importante señalar que, tanto Tijuana como Guadalajara, son un importante punto de conexión hacia varios destinos en Estados Unidos”, informó por escrito la compañía. La aerolínea de bajo costo reconoce que el estudio de viabilidad de nuevas rutas desde este aeródromo vendrá después de la etapa de maduración de las conexiones recién inauguradas. “Volaris siempre está abierta a abrir mercados emergentes, especialmente aquellos en los que la conectividad aérea pueda posicionarse como el medio de transporte más seguro y rápido”, precisa. Desde este aeropuerto, la empresa pretende atender a los pasajeros de Toluca, Metepec, el poniente del Estado de México y Ciudad de México.

A partir del 28 de julio, Viva Aerobus despegará también desde este sitio con vuelos diarios a Cancún y Monterrey y en septiembre se sumará a su oferta Mérida y Puerto Vallarta. Según la información compartida por la propia compañía, estos vuelos serán operados con aeronaves Airbus A320/A321 con capacidad para 186 a 240 pasajeros.

Hugo Alberto Delgado Ortega, director del aeropuerto, admite que la clave para remontar los cielos comerciales recae en alimentar la afluencia de pasajeros. Si en 2021 se contabilizaron 134.000 personas en esta terminal, el objetivo para este año es dar un salto hasta los 500.000 pasajeros y rebasar el millón de visitantes en 2023. “El desafío es retador no solo para el aeropuerto, sino también para las líneas aéreas. A mayor demanda, las líneas aéreas van a incrementar los destinos. En obediencia a la demanda de los pasajeros, los incentivos van a estar ahí”, zanja el directivo.

Delgado Ortega detalla que la reactivación del aeródromo implicó un desembolsó inicial de unos 30 millones de pesos por parte del Gobierno federal. Estos recursos se han destinado a mantenimiento, la pista y las plataformas. El aeropuerto de Toluca es una infraestructura con capacidad máxima para albergar a ocho millones de pasajeros y se ha puesto sobre la mesa a empresas como Aeroméxico y a competidores extranjeros. “Líneas aéreas internacionales, especialmente norteamericanas, espero que pronto nos volteen a ver. Todos tienen nuestra oferta comercial, ellos tienen que tomar su análisis, tienen que adecuar sus modelos de negocio a nuestra operación y ojalá nos puedan favorecer pronto con ella”, confía el titular de la terminal aérea.

A cuatro meses del banderazo de salida del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en el municipio de Zumpango, también en el Estado de México, el relanzamiento del aeródromo de Toluca con incluso más vuelos que su vecino —que cuenta actualmente con 12 vuelos—, hace ineludibles las comparaciones en operaciones y metas a mediano plazo. Sin embargo, Delgado Ortega es tajante al asegurar que estas dos infraestructuras lejos de competir se complementan. “La vocación de este aeropuerto es que hay un sector empresarial, hay un sector de destinos de playa y lo importante es que la ciudadanía si no va de vacaciones o de industria se acerquen a su familia”, asevera.

Aunque las autoridades rehúyen a las comparaciones entre aeródromos, los pasajeros ya han obtenido sus propias conclusiones. “Está super tranquilo, nada que ver con el aeropuerto de la Ciudad de México”, afirma Víctor Viveros quien aguarda cerca de la puerta cinco del aeropuerto de Toluca. Especialista de canceles de aluminio para residencias de lujo, Viveros debe viajar frecuentemente a los destinos de playa par supervisar las reformas de sus clientes. En este último viaje, fue su empresa quien le compró el billete en esta terminal aérea, así que entre la resignación y la sorpresa por su primera vez al volar desde esta terminal a San José, en Baja California Sur, afirma que “no tuvo opción”. Este pasajero, de 55 años, se confiesa gratamente sorprendido porque solo gastó 85 pesos en el pasaje desde el metro Observatorio e hizo un trayecto de unos 60 minutos para llegar a la terminal aérea

Pasajeros arriban al Aeropuerto de Toluca, en el Estado de México.
Pasajeros arriban al Aeropuerto de Toluca, en el Estado de México.Rodrigo Oropeza

En el otro extremo de la terminal aérea, cerca de un local comercial de productos alusivos del equipo de fútbol Toluca, Alejandro Castillo, de 61 años, aguarda en una de las salas de espera. Como empresario en el sector de la rotulación defiende que este aeródromo tiene una mejor conexión que el recién estrenado Felipe Ángeles. “Yo creo que es mejor ampliar con menos presupuesto los aeropuertos que ya se tienen. La situación de improvisar nuevos aeropuertos es muy arriesgada”, menciona.

Durante el año sin operaciones comerciales, esta terminal aérea se amparó en los vuelos privados —en mayo reportaron 6.200 operaciones— y en la transportación de carga. No obstante, la aspiración de los directivos y el centenar de empleados de este aeródromo es alcanzar los cielos comerciales, volver más de 15 años atrás, a los tiempos en los que se movilizaban cuatro millones de pasajeros al año, una cifra que admiten desafiante, pero que ha comenzado a sumar con las decenas de pasajeros que desde este mes llegan a documentar al único mostrador en servicio, consumen en su área de comida y buscan un transporte rumbo a Santa Fe o a la zona centro de Ciudad de México.

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Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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