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Cómo el plan de agua limpia de Biden puede terminar envenenando el aire en México

Una inversión de 15.000 millones de dólares para reemplazar tuberías de plomo en Estados Unidos generará una enorme cantidad de residuos que pueden terminar en México, El Salvador, Ecuador y otros países de la región

Desechos tóxicos
Un trabajador de una fundidora en Jalisco, limpia los moldes de vaciado. Hector Guerrero
Isabella Cota

Estados Unidos está limpiando su casa, pero ¿a dónde irá su basura? Como parte de los gastos que el presidente Joe Biden diseñó para estimular la economía, el país invertirá 15.000 millones de dólares en reemplazar las nocivas tuberías de plomo que llevan agua a más de 10 millones de hogares. Se espera que el trabajo dure 10 años e inunde el mercado internacional de residuos de plomo, el cual suministra a empresas que funden y refinan el metal para reutilizarse en baterías y otras tecnologías.

Esto puede terminar envenenando el aire, agua y la tierra en países en desarrollo, advierten activistas. Y es que las dinámicas de mercado favorecen a empresas fundidoras en países con bajos estándares ambientales. Fundidoras en EE UU no pueden pagar los precios que sus contrapartes en México o India sí pueden pagar por el plomo usado, ya que sus márgenes de ganancia son menores. Esto, a su vez, es porque fundir en EE UU requiere de costosas tecnologías que recuperan las emisiones tóxicas que el plomo suelta al fundirse para evitar que dañe la salud de los habitantes. Las empresas en países en desarrollo no tienen que gastar en esto, porque sus leyes ambientales son más laxas.

Las emisiones tóxicas del plomo terminan envenenando a habitantes en estos países, incluyendo a los niños, dice Perry Gottesfeld, director ejecutivo de Occupational Knowledge International (OK International), organización sin fines de lucro basada en San Francisco, California. Unos 75 países importan esta basura, entre ellos México, El Salvador, Ecuador, Guatemala y Colombia. “EE UU debe admitir que hay un desequilibrio y que es una injusticia ambiental enviar esto a un país con estándares más débiles y exponer tanto a trabajadores como a comunidades a estas emisiones de plomo”, asegura el ambientalista.

El problema del plomo en el agua en EE UU se convirtió en un escándalo internacional en 2015 cuando la ciudad de Flint, en Michigan, enfrentó una crisis de salud pública derivado de las tuberías. OK International, junto con otras dos organizaciones no gubernamentales, enviaron una carta a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) pidiendo que le exija a las empresas contratistas que se deshagan de los residuos dentro del país. Para lograrlo, tendrían que vender los residuos directamente a plantas fundidoras en EE UU, y no a intermediarios que las revenden a países en desarrollo en el mercado internacional.

Fundidora en Jalisco, México
Empleados de una pequeña fundidora en Tlaquepaque, Jalisco. Hector Guerrero

México, el segundo comprador de residuos de plomo provenientes de EE UU después de India, ya pasa por una crisis de plomo, asegura Sofía Chávez, directora de la ONG mexicana Casa Cem-Vias Verdes, con sede en Guadalajara. “Desde la pintura que cubre las paredes, hasta en utensilios de cocina y artesanías de barro contienen niveles de óxido de plomo muy por encima de lo que está permitido en países avanzados”, apunta Chávez, “el plomo es ubicuo en este país”.

Un estudio de la organización Pure Earth que analiza los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), muestra que unos 13 millones de niños mexicanos menores de 14 años tienen niveles de plomo en la sangre que rebasan la recomendación internacional. Estudios científicos han comprobado que, en niños, altos niveles de plomo en la sangre se traducen a problemas de aprendizaje y desarrollo. Solo en el Estado de Morelos, en donde se llevó a cabo un estudio, el 14,7% de los niños recién nacidos tienen niveles de plomo en la sangre superiores a lo recomendado, comparado con menos del 1% en EE UU. Además, se ha encontrado que hay un vínculo entre altos niveles de plomo y la incidencia de violencia, agrega Chávez.

OK International, por su parte, hizo un estudio para comparar los procesos de fundición y refinación de tuberías y otros residuos de plomo en México versus EE UU. “Las condiciones en estas plantas son simplemente horribles, mucho más contaminantes que sus equivalentes en EE UU tanto en términos de cuánto contaminan el ambiente como en las protecciones que dan a sus trabajadores”, cuenta Gottesfeld. “En todo EE UU solo quedan entre nueve y 10 fundidoras que reciclan este material, y eso es porque estamos exportando tanto a México para se procese allá”.

Los datos más recientes de la Comisión Internacional de Comercio de los EE UU (USITC, por sus siglas en inglés) muestran que en 2021, el 16% de los residuos de plomo en ese país fueron exportados a México. La empresa fundidora más grande de EE UU, Clarios, cerró en 2021 una planta con menos de 10 años de uso en Carolina del Sur para expandir su operación en México en donde el proceso no conlleva los costos de tecnología para captar las emisiones tóxicas.

A diferencia de mucha de la basura electrónica que llega al país para deshuesarse de manera ilegal en México, los residuos de plomo se funden y refinan en empresas formales. Estas empresas verían ganancias millonarias si el programa de Biden arranca sin el compromiso de que los residuos sean tratados en EE UU, dice Gottesfeld. “Si el programa del Gobierno de Biden es exitoso y se reemplazan todas estas tuberías en los próximos 10 años, se duplicará la cantidad de residuos de plomo anuales en ese periodo de tiempo”, afirma el especialista.

“En México, este nuevo suministro de plomo solo empeorará la emergencia de exposición al plomo que ya tenemos”, dice Chávez. “No podemos esperar a que el Gobierno mexicano haga algo al respecto porque eso no va a pasar, lo mejor es poner presión en EE UU”, sentencia.

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Sobre la firma

Isabella Cota
Es corresponsal económica para América Latina. Como periodista de investigación trabajó con Quinto Elemento Lab, NHK, BusinessWeek y OpenDemocracy, entre otros. También fue staff de Bloomberg News y Reuters en Centroamérica y Reino Unido. Es licenciada en Comunicación y Máster en Periodismo de Negocios y Finanzas por City University London.

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