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Acribillado el líder de Los Rodolfos cuando iba a comprar regalos navideños

El criminal de la zona suroriente de la capital había salido recientemente de la cárcel y fue abordado en su auto por dos sicarios en motocicleta

Los Rodolfos La Gorda
El vehículo en el que viajaba Héctor Rodolfo Rodríguez, líder de Los Rodolfos, cuando fue asesinado en Ciudad de México.Rogelio Morales/ CUARTOSCURO
Carmen Morán Breña

En la foto se ve un flamante Mustang blanco detenido, rodeado de gente. Una tela de color rojo se extiende por el parabrisas para ocultar a quienes van dentro. Están muertos. El copiloto era el líder de Los Rodolfos, apodado La Gorda, recién salido de la cárcel con 37 años. Una motocicleta se acercó al coche y disparó cuando circulaba por Tlalpan, a eso de las tres y media de la tarde de este jueves. El que manejaba el vehículo, identificado como Daniel, también murió a causa de los disparos. Habían salido de comer y viajaban junto a dos mujeres que salvaron la vida.

La Gorda era Héctor Rodolfo Rodríguez, quien daba nombre a todo un clan de delincuentes que actuaban por Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta en actividades tan variadas como la venta de drogas, la extorsión de conductores de autobuses públicos y dueños de restaurantes y bares, así como la tala clandestina. Estaba relacionado también con múltiples asesinatos. Fue detenido el año pasado, en agosto, y el pago de una fianza le puso en la calle recientemente. La libertad no le ha durado mucho.

El Toledo, como también era conocido, salió a comer por Xochimilco, los medios locales señalan un local llamado La Cebada. Lo acompañaban un amigo y dos mujeres, una de ellas se identificó ante la policía como su exesposa. Después agarraron el carro y siguieron con la tradición navideña: iban a comprar regalos a un centro comercial, Galerías Coapa. Pero la Navidad también congestiona el tráfico y el vehículo rodaba lento cuando una motocicleta con dos individuos se acercó al Mustang y sonaron los disparos. Las mujeres salieron por las ventanillas del coche. Los hombres quedaron dentro, acribillados. Los de la moto huyeron.

Rodolfo Rodríguez había sembrado de violencia la zona suroriente de la capital mexicana, primero junto al Ojos, líder del cartel de Tláhuac, con quien se vio obligado a cooperar hasta la disolución del grupo criminal. Con él empezaron en la ciudad los asesinatos exprés: motocicleta, balazos, huida. Su fuerza se extendió hacia varias actividades delictivas, controlaba decenas de puestos de venta de droga y periodistas especializados, como Héctor de Mauleón, señalan que estaba conchabado con la policía, que hacía sonar sus sirenas para avisar de las operaciones antidroga previstas. Por una mordida de 500 pesos semanales.

Finalmente fue detenido cuando asistía, el verano pasado, al juego de frontón en una cancha donde se apostaba y bien, una práctica que le perdía. La policía montó un despliegue especial y La Gorda acabó en la cárcel. Era uno de esos líderes criminales que tienen sometida toda una zona de la ciudad a base de extender el terror y la extorsión por todas las actividades, ya sea el transporte público, la venta callejera o los negocios de ocio y hostelería. Todos han de colaborar con estos impuestos criminales. Las balas siembran el terror necesario para que nadie se escape de cumplir con el crimen organizado.

Cuando El Toledo y su amigo cayeron muertos este jueves en plena tarde navideña, una mujer metió la mano entre las ropas de uno de los cadáveres para robar y fue detenida. Al más puro estilo de Pedro Navajas.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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