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La comunidad del CIDE denuncia irregularidades en la designación de Romero Tellaeche como director

Profesores, estudiantes y miembros del órgano de gobierno acusan la imposición del nuevo titular de la institución, mientras el Conacyt defiende que el nombramiento se hizo con apego a la ley

CIDE protesta pacífica por designación José Romero Tellaeche
Protesta de la comunidad estudiantil en la sede del CIDE, en Ciudad de México.RS
Elías Camhaji

El conflicto en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) ha escalado tras la ratificación de José Antonio Romero Tellaeche como director general. La asamblea estudiantil ha denunciado “la imposición” del nuevo titular a manos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el órgano gubernamental que condujo el proceso de designación, y han señalado que no darán marcha atrás con el paro que iniciaron el lunes hasta que Romero Tellaeche deje el cargo. Casi 150 profesores se han solidarizado con los alumnos y han afirmado que el nombramiento estuvo plagado de “irregularidades”. El Instituto Nacional Electoral (INE), miembro del Consejo Directivo del CIDE, ha externado su “preocupación” por el encono que ha provocado la falta de diálogo y la “crisis interna” que atraviesa la institución. Con todo, el Conacyt ha respondido en un comunicado publicado este martes que el procedimiento se desarrolló con “transparencia” y que se eligió al “candidato idóneo”.

El último capítulo de la polémica por la ratificación de Romero Tellaeche y la pugna por los destinos del CIDE, uno de los centros académicos más prestigiosos de América Latina, tiene que ver directamente con el proceso de designación: si se hizo conforme el estatuto general de la institución y si se escuchó a todas las partes involucradas en ese procedimiento. El nombramiento pasó por tres momentos clave. El primero fue el proceso de “auscultación interna”, en donde se toman en cuenta las valoraciones de la planta académica sobre los dos candidatos que se postularon: Romero Tellaeche y Vidal Llerenas, exalcalde y militante de Morena, el partido gobernante.

El segundo fue la fase de “auscultación externa”, en donde un comité convocado por el Conacyt evaluó los perfiles de los interesados. El tercero fue la etapa de “formalización” del elegido en el Consejo Directivo, un órgano de gobierno compuesto por más de una decena de miembros: el Conacyt; la Secretaría de Educación Pública, de Hacienda, de Energía y de Economía, así como representantes de El Colegio de México (Colmex), el Fondo de Cultura Económica, el Banco de México, el Centro de Investigación en Matemáticas y el INE, además de cuatro consejeros invitados por el propio Conacyt.

Cuando se anunció la ratificación de Romero Tellaeche, la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla dijo que había sido elegido “por unanimidad” y así fue replicado en varios medios de comunicación que informaron del nombramiento. Las palabras sorprendieron porque en los cuatro meses que duró el interinato de Romero Tellaeche hubo destituciones de académicos de puestos administrativos clave por “rebeldía” y “falta de confianza”; conflictos por las condiciones laborales y recortes a la institución; una convocatoria a paro de los estudiantes; roces constantes entre la dirección y la comunidad, y cuestionamientos del interino hacia la propia institución, a la que calificó de “neoliberal” e “irrelevante”, en línea con las críticas que López Obrador ha hecho sobre la institución.

Álvarez-Buylla se refería específicamente a que hubo unanimidad en el proceso de auscultación externa, es decir, en el comité que el Conacyt eligió para ratificar a Romero Tellaeche. Los profesores han denunciado conflictos de interés en esa etapa del proceso, en la que participaron investigadores cercanos al entonces director interino como Lorenzo Meyer, su compañero en el Colmex, y Alicia Puyana Mutis, con quien escribió en coautoría más de 13 artículos académicos y capítulos de libros. Pero, además de acusar de que se conformó una comisión a modo para inclinar la balanza hacia el candidato preferido por el Conacyt, los docentes cuestionan esa noción de “unanimidad” porque el proceso de “auscultación interna” arrojó que Llerenas era el postulante mejor evaluado, no Romero Tellaeche.

Esa lucha llegó a otro nivel en la recta final del proceso. El último comunicado del Conacyt sobre el tema se titula: “Se formaliza nombramiento del Dr. José Romero Tellaeche como nuevo director general del CIDE”, pero los profesores argumentan lo contrario, que “nunca se formalizó”. Este punto es importante porque desde la perspectiva de los funcionarios del Gobierno de López Obrador, el Conacyt tiene la última palabra en la elección del director y para “formalizar”, solo tenía que avisar al Consejo Directivo. Sin embargo, la interpretación del profesorado y de miembros de ese Consejo Directivo es que no tienen una función puramente decorativa y que, justamente, si deciden no “formalizar” pueden rechazar la elección del candidato del Conacyt.

Momentos antes de la ratificación de Romero Tellaeche, el Consejo Directivo sesionó y algunos integrantes se quejaron de que no se tomaron en cuenta sus dudas sobre el nombramiento del nuevo director o que en algunos casos no se les dejó tomar la palabra. “El Instituto Nacional Electoral expresa que su voto sería en contra de la designación y nombramiento efectuado por la Dirección General del Conacyt, debido a que las auscultaciones interna y externa no fueron desahogadas en los términos requeridos por el Estatuto General, además de que el contexto de confrontación existente al seno de la comunidad del CIDE no ha propiciado un clima propicio para el diálogo de sus integrantes”, señaló Edmundo Jacobo, secretario ejecutivo del INE, en un posicionamiento.

Jacobo agregó que varios miembros expresaron señalamientos en el mismo sentido, pero para que el Conacyt “la decisión ya estaba tomada”. Lo cierto es que no se ha dado a conocer el acta del Consejo Directivo en donde se indique en qué sentido votó cada miembro, si es que hubo votación, o si la mayoría de sus integrantes, al menos, dieron su visto bueno a la designación del nuevo director. En uno de sus primeros actos como director, aún sin que haya un horizonte claro para arreglar la crisis interna, Romero Tellaeche comunicó que Adolfo Fernández Ruiz fue el elegido por Hacienda para hacerse cargo del manejo de los recursos de la institución.

Más allá de los dimes y diretes, la controversia puede dar pie a una impugnación del proceso de selección. Sería otro flanco a los que ya se han abierto para evitar que el director interino se quede al frente, además del paro de los alumnos y los amparos judiciales que se han presentado ante jueces. Pese a todas las protestas, las dudas sobre la forma de elección y hasta el rechazo de egresados del CIDE que han trabajado en la Administración de López Obrador, el Conacyt no da visos de recular o siquiera dialogar, pese a que el mensaje oficial es que “prevalezca la pluralidad de pensamiento, la diversidad de enfoques, el ejercicio del debate, la reflexión profunda y el pensamiento crítico”. Y es ahí donde las voces que denuncian una “imposición” se hacen fuertes, en un proceso en el que tal “unanimidad” no se produjo en dos de tres momentos clave para la ratificación.

El conflicto por el control del CIDE ha llegado hasta la tribuna presidencial de la conferencia mañanera, un botón de muestra de que el asunto es un tema prioritario para esta Administración. Al margen de las declaraciones de esta semana del presidente, la crisis es mucho más amplia: va sobre la forma de hacer ciencia en México, del margen de independencia que tiene la academia frente al Gobierno, de la capacidad de respetar espacios para la crítica, de la incomodidad que provocan ciertas instituciones autónomas en un Gobierno que se asume con la responsabilidad de impulsar un cambio de régimen con la llamada Cuarta Transformación. Y lo que suceda en un pequeño centro con menos de 500 alumnos puede ser un precedente determinante de lo que pasará en otras universidades y otros órganos que reclaman ese margen de maniobra frente al poder del Ejecutivo. En una pugna que se libra justo en el ecuador del sexenio de López Obrador.

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Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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