Familias de las víctimas: “Era una tragedia anunciada. Los que usábamos esa línea, lo hacíamos con temor”
Los allegados de los afectados por el desplome critican las negligencias del Gobierno y exigen una buena atención para salvar la vida de los heridos
Entre la desesperación y la indignación, los allegados de los supervivientes del accidente de la línea 12 del metro continuaban en la mañana de este martes buscando respuestas a una tragedia que ha golpeado principalmente a familias trabajadoras del sureste de Ciudad de México. Mientras 25 de ellas lloran a sus muertos o buscan a sus desaparecidos, los parientes de los casi 80 heridos han pasado el día entero de peregrinaje por los hospitales acompañando a sus seres queridos. Sentimientos de indignación por una tragedia que creen que se podía haber evitado y desesperación porque a los suyos les ofrezcan el mejor tratamiento posible y puedan sobrevivir empañaron el día de luto en la capital. El Metro ha anunciado seguros para cubrir gastos hospitalarios y de salud.
Pocos familiares esperaban en la mañana de este martes a las puertas del hospital Belisario Domínguez, en la alcaldía [circunscripción administrativa] de Iztapalapa, adonde en la noche del lunes llegaron una decena de heridos. Los que pudieron entrar aguardaban a saber el estado de los suyos. Los que estaban afuera se pegaban a la reja y esperaban noticias, teléfono en mano, para contestar rápido cualquier llamada. Doce horas después del accidente, criticaban la “negligencia” y la falta de información. “Aquí estamos contigo”, gritaba una mujer desde la acera. Cuando un familiar salió para hablar con los que aguardaban afuera, quienes lo rodearon pidieron respeto a la prensa que se agolpaba sobre ellos.
Daniel Hernández, un trabajador de la construcción, de 28 años, se subió al metro pasadas las diez de la noche del lunes en la estación de Tezonco. Venía de visitar a su novia y se dirigía a su casa, en la última estación de la línea 12, la de Tláhuac, cuando se escuchó un estruendo y el puente se desplomó en la estación de Olivos. Sus familiares intentaron comunicarse con él cuando supieron del accidente y otra persona contestó el teléfono de Daniel. El joven había sido encontrado entre los escombros y trasladado en estado crítico. “Fue un relajo encontrarlo”, explicaba horas después su primo, José Manuel Zapata, que desde las once de la noche del día anterior esperaba en el hospital Belisario Domínguez.
Los familiares de Daniel recibieron el parte médico a las cuatro de la madrugada y los médicos les explicaron que tendrían que trasladarlo al hospital de Xoco. Cinco horas después, pasadas las nueve de la mañana del martes, el herido aún seguía allí. Su primo critica: “Es una negligencia”. Y lamenta: “Así como lo están atendiendo no creo que salga de esta”. El padre de Daniel, que aguardaba dentro de las instalaciones con su esposa y la novia de su hijo, se acercó a la entrada del hospital Belisario Domínguez para hablar a la prensa y exigir asistencia. “Nadie hace nada. Los doctores nos dicen que lo tienen que trasladar, viene la ambulancia y se va... Ni los de Fiscalía hacen nada”, se queja el hombre detrás de una reja de la institución de salud. “Ya le hicieron operaciones, ya le sacaron sangre de los pulmones, pero no nos dan informes”, explica el padre de Daniel. “Se está muriendo allá adentro”.
Finalmente, a las diez y media de la mañana, los médicos sacaron a Daniel en camilla para trasladarlo en helicóptero hasta el hospital de Balbuena. Sus padres se han acercado hasta la camilla. Una de las familiares, que mira desde lejos el traslado, critica: “No es posible que llevamos más de siete minutos y el paciente está aquí afuera”. “Cada minuto que pasa corre más riesgo su vida”, dice, y apunta contra las autoridades y el hospital: “Si algo le pasa, son responsables”.
Mientras tanto, otras familias continuaban este martes su peregrinar en busca de noticias de sus seres queridos. José María Bautista, padre de Mario Alberto, un ingeniero de computación de 25 años, buscaba desesperadamente a su hijo. El joven volvía de su trabajo en uno de los vagones accidentados. “Llamamos a Locatel, pero está saturado. Me pasaron listas con los nombres de los internados, pero no está allí. Por eso esta mañana vinimos al Semefo [Servicio Médico Forense] de Iztapalapa, queríamos descartar que estuviera aquí”, decía a EL PAÍS. La familia pasó más de 12 horas sin tener novedades, hasta que por la tarde el nombre del joven apareció en la lista de las víctimas fatales que publicó el Gobierno de la ciudad.
En medio de la incertidumbre, Bautista buscaba explicaciones a la tragedia. “Esto es culpa de Marcelo Ebrard. Él fue el responsable de esta obra”, dijo en la noche del lunes cuando buscaba a su hijo en el hospital Belisario Domínguez. “Los que usamos esa línea, lo hacíamos con temor. Era una tragedia anunciada”, aseguró en referencia a las denuncias de los vecinos por el deterioro de la infraestructura y la falta de acción de las autoridades.
Otro nombre que ha aparecido en la lista oficial de los fallecidos ha sido el de José Juan Galindo Soto, de 40 años, que venía en su coche cuando el puente se derrumbó encima de él. Su familia suplicaba desesperada la noche del lunes que le dejaran acceder a la zona de la tragedia, porque veían el vehículo aplastado desde el perímetro establecido por la policía. “Voy a presentar una demanda”, dijo el padre ante la prensa, que aseguró que llevará hasta las últimas consecuencias a los responsables por la muerte de su hijo.
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