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¿Qué hay tras un adolescente sin amigos y cómo pueden ayudarle los padres?

Falta de habilidades sociales, mal uso de las redes sociales o miedo son situaciones que pueden provocar que un joven carezca de amistades. Frente a esta situación, lo que mejor aportan los progenitores es una vida social sana y diversa desde la infancia y una escucha sin juicios

Mi hijo no tiene amigos cómo puedo ayudarle
Cuando los padres detectan que su hijo carece de amigos conviene que hablen con él desde una postura empática.Justin Paget (Getty Images)

La adolescencia es un período vital clave para colocar los cimientos de la etapa adulta. Es cuando se busca y adquiere la propia identidad, normalmente desde un lugar de rebeldía que implica un alejamiento de los padres y madres como figuras de referencia y, por el contrario, un acercamiento al grupo de iguales. Por ello, las amistades son un pilar importante durante esta etapa del desarrollo, ya que se convierten en el vínculo del que los menores se nutren y toman referencia.

“Durante la adolescencia se revisa la relación con uno mismo, con los otros y con la vida, pero todavía se tiene una breve experiencia vital y una capacidad de gestión emocional en incipiente desarrollo”, explica Silvia Arcas, psicóloga en el Centro Integral de San Lorenzo, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). “Es un periodo complejo y fascinante, en el que se explora y comienza a configurarse la identidad personal”, describe Arcas. Los adolescentes suelen tener una conducta y actitud teñidos de rebeldía. “Se muestran introspectivos y un tanto distantes de sus padres. Centran toda su atención en el grupo de amigos, porque sienten que ellos pueden comprender su desasosiego, su hambre de justicia o su inquietud por transformar el mundo”, continúa la experta. Además, hay otras razones por las que el grupo de amistades se convierte en lo más importante para los jóvenes. “Son una fuente fundamental de apoyo, afecto y validación. Quizás esta sea una de las etapas donde más se disfrute de los amigos, pero también donde la persona está más influenciada por ellos y es más vulnerable a la presión social”, agrega.

Es algo habitual que el menor sienta en algún momento de su transición a la vida adulta que no tiene amigos. “Es debido a que se pueden sentir diferentes y no se atreven a compartirlo, porque creen que no les van a comprender. Sin embargo, se pueden tener muchos amigos y sentirse solo, o tener pocos pero de calidad y que sean buenos compañeros y referentes”, destaca por su parte la psicóloga general sanitaria Diana González, también terapeuta familiar especializada en población infantojuvenil y de pareja. “Los padres no pueden fabricar amigos para los hijos, pero sí conseguir un contexto emocional donde se encuentren apoyados”, añade.

El grupo de amistades con el que se relaciona un joven ayuda a conformar y desarrollar su personalidad. “Lo ideal y beneficioso es que el adolescente disponga de una red social. Pero esto puede no ocurrir por multitud de variables, como por un cambio de vivienda o un traslado de ciudad, aunque también porque no tenga buenas habilidades sociales”, destaca por su parte la psicóloga infantojuvenil Carmen Marco. Hay ciertos comportamientos en el joven como consecuencia de sus dificultades para interactuar con sus iguales: “La falta de ánimo, la desmotivación o los sentimientos de tristeza, pero también la irritabilidad, un mayor aislamiento dentro de casa, la disminución en el rendimiento escolar y la ansiedad”, enumera la psicóloga.

Existen también otras causas habituales por las que los adolescentes tienen dificultades para hacer amistades. La terapeuta Silvia Arcas señala las siguientes:

Pautas en casa para ayudar al joven sin amigos

Los progenitores como ejemplo de sus hijos también abarca su forma de relacionarse socialmente. La mejor pauta es que los padres tengan una vida social sana y abierta. “Somos un modelo para ellos y la diversidad de amistades que los padres aportan es positiva. La manera de socializar, ya sea con amigos o con actividades grupales, es una buena base para que los niños tomen referencia”, afirma la psicóloga Diana González. Desde la infancia, se pueden sembrar situaciones que ayuden al niño a tener una red adecuada de amistades que se puedan mantener en la adolescencia: “Con actividades deportivas o extraescolares para ampliar el grupo de referencia para que no sea solo su clase o el resto de los niños del cole, ya que cada vez que el niño interactúa con un grupo diferente se amplían las posibilidades de socializar con más facilidad”, explica.

Cuando los padres detectan que su hijo adolescente carece de un grupo de amigos con el que disfrutar de su tiempo libre, conviene abrir una vía de comunicación con el joven para entender qué le ocurre. “Hay que tener una actitud de escucha activa sin juzgar ni opinar para comprender la situación desde una postura empática, lo que ayuda al joven a organizar sus emociones y sentirse comprendido”, recomienda la psicóloga Carmen Marco.

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