Pedro Sánchez lanza un alegato contra la línea dura sobre inmigración en la cumbre europea
El líder español defiende las vías de entrada regular como una de las fórmulas para hacer frente a la pérdida de competitividad de Europa, un continente envejecido
La inmigración es necesaria en una Europa en la que avanza el invierno demográfico y pierde competitividad y capital humano. Ha sido este jueves el alegato del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en una cumbre europea en la que el debate migratorio dominado por la dureza de la extrema derecha ha centrado las discusiones. Hacen falta “soluciones equilibradas”, ha dicho, según fuentes presentes en la sala. Su intervención ha hecho de contrapeso al ala dura en el discurso migratorio, que avanza con paso firme en la Unión Europea.
El líder español, que ya se ha pronunciado abiertamente contra el modelo de la ultraderechista Giorgia Meloni de campos de deportación fuera de la UE para solicitantes de asilo rescatados en el mar, ha hecho frente así al concepto de esos centros y ha subrayado la necesidad de reactivar el diálogo con los países del Sahel. También ha defendido el modelo de pactos con países de fuera de la UE, como el de Mauritania, Egipto o Túnez, para suministrarles fondos y financiar programas a cambio de que controlen las fronteras y frenen las salidas hacia territorio comunitario, explica una persona al corriente del debate.
“España tiene una posición clara y coherente con nuestros valores”, ha dicho Sánchez en rueda de prensa tras la cumbre. “Es una posición basada en la humanidad. Una migración regulada y responsable es la respuesta al reto demográfico que enfrentan Europa y España”, ha incidido el líder español. “Este debate genera posiciones encontradas, pero está en juego en último término qué Europa queremos ser”, ha afirmado, “una Europa próspera y abierta o una Europa cerrada”. “Hay que pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”, ha indicado el presidente español.
“No estamos a favor de este tipo de fórmulas [de los centros de deportación], porque no atajan los problemas y crean otros nuevos, nosotros optamos por una visión volcada en la dimensión exterior, en adelantar la llegada de migrantes irregulares de las costas de África”, ha añadido Sánchez tras la cumbre.
En la Unión Europea solo dos de los países grandes están gobernados por la socialdemocracia: España y Alemania. En este último, además, también se está endureciendo el debate migratorio al calor de los avances de la ultraderecha. En este contexto, Sánchez ha puesto en cierta manera el contrapeso al avance del discurso ultra que la derecha tradicional ha replicado.
Durante la intensa reunión de los Veintisiete, también el belga liberal Alexander De Croo ha manifestado sus dudas ante los campos de deportación en una larga discusión en la que cada líder ha tratado de defender sus puntos de vista y la realidad de sus países. Como el primer ministro polaco, el liberal de centroderecha Donald Tusk, que ve la inmigración desde las fronteras con Bielorrusia como un problema de seguridad nacional.
La llamada ruta canaria es la única en la que las llegadas siguen aumentando. Sánchez ha señalado que Europa necesita fomentar las formas para canalizar llegadas regulares. El jefe del Gobierno español ha subrayado la incoherencia de tratar el tema de la competitividad y la migración como fenómenos ajenos: Europa va a perder 30 millones de personas en edad de trabajar y si quiere seguir siendo próspera tendrá que aprender a potenciar la migración regular y ordenada, e integrar a los migrantes en la sociedad y el mercado laboral. España necesita unos 200.000 nuevos migrantes al año, ha mencionado Sánchez.
“La inmigración legal es una forma de financiar nuestras economías”, ha dicho Sánchez, según relatan fuentes europeas presentes en la sala de la cumbre. Es un contraste con el discurso sobre “soluciones innovadoras” para frenar la inmigración —el eufemismo que triunfa en Europa para referirse a esos campos de deportación— que defienden 19 países europeos, encabezados por Dinamarca, gobernado por la socialdemócrata Mette Frederiksen. El Ejecutivo español considera que la idea de los centros de expulsión como los que ha abierto ya Meloni en Albania —que además han empezado con muchos problemas y se han mostrado como una vía muy cara— es una “línea roja” que no van a apoyar.
Sánchez ha defendido, junto a Francia y Alemania, que se acelere el pacto migratorio, un complejo conjunto de regulaciones y directivas que establecen un reparto solidario de los solicitantes de asilo entre todos los Estados miembros y una pauta clara desde que llegan a territorio comunitario. España quiere acelerarlo y que entre en vigor el año próximo, pese a que la fecha límite es 2026. A la vez, el líder español ha reclamado más fondos para hacer frente al fenómeno migratorio en el próximo presupuesto europeo.
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