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Bruno Retailleau, el guiño de Barnier a Le Pen para sostener su Gobierno

El nuevo ministro del Interior de Francia, contrario al matrimonio homosexual y al aborto, encarna el ala dura de la derecha clásica y deberá aplacar los impulsos de la ultraderecha para tumbar al ejecutivo

Bruno Retailleau
El nuevo ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, esta semana en la sede del Gobierno francés.Benoit Tessier (REUTERS)
Daniel Verdú

La única vez que Bruno Retailleau (Cholet, 63 años) debatió cara a cara con Emmanuel Macron fue interrogado sobre la política del presidente de la República francesa, basada en su famoso “en même temps” [al mismo tiempo], la muletilla con la que solía expresar la fluidez de una idea y la capacidad para adaptarse a ella sin apriorismos: como ser de izquierdas o de derechas, dependiendo de la oportunidad del momento. El nuevo ministro del Interior, hombre de campo poco dado a las filigranas florentinas, citó entonces una anécdota de caza que entusiasmaba a su abuelo: “Él siempre me decía que cuando la becada zigzagueaba hacia un lado, había que disparar hacia el contrario para atraparla”. Una visión rudimentaria planteada en 2017, pero que describe con nitidez ahora la situación de la política francesa. También el papel que él mismo deberá desempeñar como ministro del Interior en ese vuelo a la derecha que ha emprendido Macron y que podría durar apenas unos cuantos aleteos.

Retailleau se presentó el pasado lunes a su primer día de trabajo en la plaza Beauvau, sede del Ministerio del Interior, y desgranó sus tres principales objetivos. “Restablecer el orden, restablecer el orden, restablecer el orden”. Lo dijo frenando entre cada alocución, como una de esas paradiñas que usan los futbolistas antes de chutar los penaltis y, sobre todo, lo verbalizó delante de su predecesor, Gérald Darmanin, acusándole indirectamente de ser el causante del desorden. Seco y cortante, dejó claro también su amor por la policía y las fuerzas del orden e invocó a George Clemenceau, el único ministro del Interior (en 1906) que procedía de la Vendée, la provincia donde nació él, en la región del Loira. Pero también el primero que acuñó el término de “el primer policía” para referirse al ministerio que ocuparía. Fue algo extraño tener que retrotraerse 118 años. Casi tanto como el nombramiento del jefe de filas de Los Republicanos en el Senado, un hombre con un perfil relativamente desconocido y famoso por la dureza de sus posiciones en cuestiones sociales como el aborto o el matrimonio homosexual. Su designación, sin embargo, cumple una función muy concreta.

Marine Le Pen, la gran perdedora de las últimas elecciones legislativas, es hoy la persona más influyente en el Ejecutivo de Michel Barnier. Sus 126 diputados y 11 millones de votos son clave para la supervivencia del Gobierno del nuevo primer ministro, que necesita demostrar dureza en cuestiones clave para el partido ultraderechista. Y Retailleau, con todo su historial, es una mueca ideológica en forma de guiño. “Cuando se mezclan toallas y trapos, al final, eso crea impotencia. Esto paraliza a Francia y la lleva al desastre”, lanzaba en julio el nuevo ministro a propósito de algunas ideas sobre la propia configuración del país. Ahora, sin embargo, él mismo se sentará en un Consejo de Ministros donde hay macronistas a los que siempre despreció, hombres pertenecientes a una derecha moderada de la que renegó y hasta un político de izquierdas, Didier Migaud: el nuevo ministro de Justicia, con quien ya ha chocado y deberá lidiar para llevar a cabo su política de mano dura y tratar de reformar algunas leyes, como la de la legítima defensa.

Retailleau, además, defiende desde hace varios años medidas contrarias a la Constitución, como la instauración de una preferencia nacional para el acceso a las prestaciones sociales o la obligación de presentar las solicitudes de asilo en los consulados franceses en el extranjero.

El presidente francés, Emmanuel Macron, junto al nuevo ministro de Justicia, Didier Migaud, y el nuevo ministro del Interior, Bruno Retailleau, durante la primera reunión semanal del Gabinete en el Elíseo, el lunes 23 de septiembre.
El presidente francés, Emmanuel Macron, junto al nuevo ministro de Justicia, Didier Migaud, y el nuevo ministro del Interior, Bruno Retailleau, durante la primera reunión semanal del Gabinete en el Elíseo, el lunes 23 de septiembre.Christophe Ena (REUTERS)

El nuevo ministro del Interior, católico, casado y padre de tres hijos, intentó ser el presidente de Los Republicanos en 2022, pero perdió. También rechazó unir las fuerzas de su partido con Reagrupamiento Nacional (RN), como sí promovió el hombre que le había ganado en aquellas primarias, Éric Ciotti, a quien calificó de “traidor” por aliarse con Le Pen. Pero la visión del país del nuevo jefe de la policía y responsable de las cuestiones migratorias está, en el fondo, muy alineada con la ultraderecha del RN, tal y como reconocía el jueves el diputado de dicho partido Jean-Philippe Tanguy. “El Sr. Retailleau se inspira en nuestro programa y, en general, en el soberanismo de derechas del que proviene”, apuntó. Pero también matizó: “En sus actos siempre ha traicionado a sus familias políticas. Ha traicionado a Philippe de Villiers, y nunca tuvo el valor de oponerse a Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales apoyando a Marine Le Pen”, señaló disparando con bala.

Es útil viajar a los entresijos de la política local de la Vendée para entender las palabras de Tanguy y encontrar los orígenes de Retailleau, hijo de campesinos y vendedores de semillas al por mayor que logró abrirse camino en los círculos académicos y políticos parisinos. El nuevo ministro empezó su andadura siendo la mano derecha del alcalde de Mortagne-sur-Sèvre, Gérard Brosset. Pero el 20 de septiembre de 1988, con motivo de las elecciones cantonales, decidió presentarse contra él, animado por Philippe de Villiers. El que fuera secretario de Estado durante el mandato de Jacques Chirac y fundador del Movimiento por Francia, un partido soberanista y monárquico, se convirtió pronto en mentor de Retailleau, que en aquella época ya tenía algunas ideas propias. “El dinero del contribuyente no debe financiar una película casi pornográfica. Los artistas tienen su libertad, los electos también”, justificaba para explicar su negativa a apoyar el rodaje de Presque rien, un cortometraje de Sébastien Lifshitz que relataba el encuentro entre dos chicos de 18 años. En 2004 se convirtió en senador.

Maestro y alumno compartieron vivencias y fueron íntimos compañeros de barra de bar ideológica. Y el romance duró hasta que el nuevo ministro del Interior, que había adquirido ya cierto peso, decidió soltar lastre y distanciarse. En represalia, Villiers torpedeó en varias ocasiones la posible entrada de su viejo discípulo en los gobiernos de Nicolas Sarkozky. Y a medida que pasó el tiempo, él mismo confirmó la ruptura y la idea de la traición a través de un tuit: “La Vendée no era más que un trampolín. Traicionar una vez, traicionar siempre”, escribió cuando su exdelfín anunció que abandonaba la Vendée para aspirar a la región de los Países del Loira, que presidió a partir de 2015.

Retailleau, amante de la equitación, fue también director de campaña de François Fillon para las presidenciales de 2017, quizá el único primer ministro con un Gabinete más a la derecha que el actual. Después de aquel fracaso, decidió volar solo con sus ideales ultraconservadores. Y en los últimos, cargando contra el presidente de la República, sin importarle hacia dónde emprendiese el vuelo. “La verticalidad de Macron no es más que la exaltación de su propia personalidad, un narcisismo más que una autoridad del Estado restablecida”, dijo en una entrevista. ¿Una coalición Los Republicanos-macronistas? “Política de ficción”, respondió a 15 días de las últimas elecciones europeas del pasado junio. Ahora, sentado justo a su lado en el Consejo de Ministros, solo podría añadir a aquella rotundidad de hace tres meses un resignado “en même temps...”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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