Borrell denuncia en Rafah las “violaciones masivas de derechos humanos” cometidas por Israel
El jefe de la diplomacia europea critica las trabas a la entrada en Gaza de ayuda humanitaria: los problemas de suministro no son una catástrofe natural, sino “creados por el hombre”
El lugar, con algún bombardeo israelí de fondo mientras hablaba, era parte del mensaje. Podría haberlo dicho en Bruselas, pero el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha elegido este lunes el desangelado arco de entrada a Rafah, el paso fronterizo entre Egipto con Gaza, para denunciar las “violaciones masivas de derechos humanos” cometidas por Israel a apenas medio kilómetro de donde hablaba. Lo dijo antes de conocer de primera mano ―sorprendiéndose e indignándose― las restricciones israelíes a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y al final de una carretera desértica con camiones con ayuda humanitaria a los lados, por el cuello de botella para su ingreso a Gaza. Superan el millar y los conductores, que hace meses esperaban una o dos semanas para entrar, tardan ahora hasta tres meses, como le contó Lofty S. Geith, responsable de operaciones de la Media Luna Roja Egipcia, al visitar el centro de logística.
Borrell no ha querido poner este lunes el foco en los muertos (casi 41.000) en los ataques aéreos que se colaron puntualmente en la visita. Tampoco, pese a la cercanía física al lugar, en la nueva gran exigencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu: que sus tropas mantengan, una vez termine la guerra, el control del Corredor Filadelfia, el otro lado de la frontera que tomaron en mayo, ondeando la bandera israelí y demoliendo un mensaje de bienvenida con las palabras “Amo Rafah”. Ni en la negociación de un alto el fuego, en la que media Egipto y con cuyo presidente, Abdelfatá Al Sisi, comprobó, en su reunión a primera hora de la mañana, que “el panorama es muy sombrío” cuando la guerra se acerca al año sin un fin en el horizonte, según fuentes comunitarias.
Casi todo ha girado en torno a las trabas a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza. Lo pedía el lugar, con sus filas interminables de camiones parados, sus palés con material para la Franja bloqueado por las autoridades israelíes por considerarlo de doble uso (tiendas de campaña con metal, cajas de madera, filtros potabilizadores…). Es en lo que el alto representante centró sus preguntas, durante su recorrido entre la ciudad de El Arish, donde aterrizó desde El Cairo en un avión militar, hasta Rafah, tras reunirse por la mañana con Al Sisi; el ministro egipcio de Defensa, Abdel Meguid Sakr, y el jefe de los servicios de inteligencia, Abbas Kamel.
El cuello de botella para la entrada en Gaza no es fruto de una catástrofe natural, sino que ha sido “creado por el hombre”, recordó Borrell junto a las barreras de hormigón. Igual que la crisis humanitaria en la Franja. “Lo que está pasando al otro lado de este muro no es una crisis creada por la naturaleza. No es una inundación, ni un terremoto. No es una de esas crisis que llegan de vez en cuando y no podemos evitar. Es una crisis hecha por el hombre”, señaló.
Cajas almacenadas
En el centro logístico de la Media Luna Roja Egipcia las trabas cobraban la forma de cajas almacenadas desde hace meses: incubadoras para niños llegados de Arabia Saudí, filtros de agua enviados por Singapur ―“los israelíes lo rechazan porque contiene carbón”, le explicaba Geith―, paneles solares llegados desde Brasil…
También filtros de agua del Reino Unido, en un momento en el que la presencia de aguas fecales en una Gaza sin plantas desalinizadoras y con la gente haciendo cola con bidones para recoger agua acaba de dejar el primer caso de polio en un cuarto de siglo, que ha motivado la vacunación exprés que tiene lugar estas semanas. También 700 cilindros médicos de oxígeno. “Todas las cajas de madera o de metal son también consideradas de doble uso”, le precisaba Amal Imam, la directora, durante el recorrido. “Así que, por ejemplo, los franceses mandan esto muy contentos diciendo: ‘estoy mandando material médico’. Y acaba aquí”, se indignaba el alto representante.
El responsable de operaciones le insistía en una idea: no es una cuestión del porcentaje de artículos rechazados, sino su importancia para operar, porque se trabaja con kits en los que no sirve introducir solo una parte. “Lo peor no es esto, sino los productos perecederos rechazados, como la comida”, apuntaba Imam.
Borrell ha aprovechado también la cercanía del aniversario del ataque de Hamás que desencadenó la invasión de Gaza para recordar que el 7 de octubre de 2023 fue un “horror” que condenó y sigue condenando “en los términos más fuertes”. “Pero lo que está pasando en Gaza es otro horror. No es solo un tema de defenderse. Son, creo, vulneraciones masivas de derechos humanos” añadió, antes de sugerir la responsabilidad de Netanyahu, (“alguien está procrastinando”) en que las negociaciones de un alto el fuego no hayan dado fruto “tan rápido”. Paró y se corrigió con la frase: “¿Cómo puedo usar la palabra rápido tras 11 meses?”.
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