La OTAN busca reforzar su producción militar ante la prolongación de la guerra en Ucrania
La Alianza anuncia un contrato de casi 700 millones para la compra de misiles Stinger que se suman a los compromisos sobre las baterías Patriot
“No hay modo de aportar una defensa sólida sin una industria de defensa sólida”, subrayaba este martes Jens Stoltenberg. En un foro dedicado a la industria de armamento, en paralelo a la cumbre de la OTAN que se celebra en Washington, el secretario general de la Alianza anunciaba un contrato por valor de 700 millones de dólares (647 millones de euros) para que los países miembros fabriquen más misiles Stinger. Es uno de los pasos con los que la organización quiere impulsar a sus socios a que inviertan más, y produzcan más, en equipamiento militar, como parte de su misión de “defender y disuadir”.
Potenciar la fabricación de equipamiento militar, y mejorar la interoperabilidad entre las distintas fuerzas y sistemas, es una de las grandes preocupaciones de la Alianza. A lo largo de sus sesiones plenarias en la cumbre, los países tienen previsto sumarse a un compromiso para reforzar sus respectivos sectores nacionales, bien mediante colaboraciones con sus empresas locales o a través de pactos multinacionales.
El contrato que ha anunciado Stoltenberg prevé la compra, a través de la agencia de la Alianza responsable de la adquisición de equipos de Defensa (NSPA, por sus siglas en inglés), de 940 Stingers, uno de los primeros tipos de armamento occidental que se enviaron a Ucrania tras el comienzo de la invasión rusa en febrero de 2022. El sistema de defensa antiaéreo portátil puede ser instalado en un vehículo o transportado por los soldados y utilizarse a corta distancia. La venta debe ser aún aprobada por el Departamento de Estado de EE UU.
“La producción importa. La producción es disuasión”, sostenía en el mismo foro la secretaria de Defensa adjunta de Estados Unidos, Kathleen Hicks. “Añadir más turnos en las cadenas de montaje que ya hay no es suficiente. Necesitamos más cadenas, construir más fábricas e instalaciones, y atraer a más productores”, agregaba.
La preocupación, que ya existía, se ha visto acelerada por la prolongación de la guerra en Ucrania, ya en su tercer año. A medida que el conflicto se ha alargado, los aliados han tenido que echar más y más mano de sus arsenales y equipos de reserva para enviarlos al país invadido, sin que la industria pudiera reponer esos equipos al mismo ritmo.
Este mismo martes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciaba el envío a Kiev de nuevas baterías antiaéreas Patriot donadas por este país, Alemania y Rumania, y componentes donados por Holanda y otras naciones para “capacitar la operación de una batería Patriot adicional”, además de un sistema adicional SAMPT donado por Italia. “En los próximos meses Estados Unidos y sus socios pretenden aportar a Ucrania docenas de sistemas tácticos de defensa aérea, incluidos NASAMS, Hawks, IRIS T-SLM, IRIS T-SLS y Gepard”, ha asegurado la Casa Blanca en un comunicado.
“La guerra ha demostrado no solo que los arsenales son, han sido, demasiado pequeños, y la capacidad de producción ha sido demasiado pequeña”, apuntaba Stoltenberg en su intervención. El secretario general recordaba también que la guerra puso en evidencia “serias carencias” de coordinación y compatibilidad entre las fuerzas de los distintos países.
Rachel Ellehuus, de la misión estadounidense ante la OTAN, añadía: “Oportunidades como esta [el contrato de los misiles Stinger], de compra multinacional y para varios años, garantiza que los aliados puedan cumplir sus objetivos de capacidad, responder a sus necesidades nacionales y seguir aportando apoyo a Ucrania”.
Rusia
Al tiempo que continúa la guerra en Ucrania, aumenta la amenaza rusa, apuntan los aliados. La industria de defensa del gigante exsoviético, muy golpeada inicialmente por las sanciones internacionales en los primeros meses de la guerra, ha conseguido recuperar su producción. En parte, puntualizan Estados Unidos y sus aliados, por la asistencia que le proporcionan China —a través de exportaciones de uso dual—, Corea del Norte e Irán. Según el ministro de Defensa estonio, Hanno Pevkur, Rusia está invirtiendo entre un 7% y un 9% de su PIB en defensa.
Tratar de resolver ese tipo de problemas es una de las razones que han dado velocidad al gasto militar de la Alianza, estancado durante años. Ahora, 23 de los 32 países alcanzan o superan la meta fijada hace una década de una inversión en Defensa del 2% de su PIB, cuando entonces apenas nueve de ellos llegaban a ese nivel. España, que invierte un 1,28%, hace notar que prevé llegar a ese objetivo en 2029 y cumple sobradamente otros, como la participación en misiones conjuntas y la inversión en equipamiento e investigación de más del 20% de su gasto en defensa. Este año, el gasto conjunto de los aliados superará los 500.000 millones de dólares, frente a los 325.000 millones que se invirtieron en 2020, según datos estadounidenses.
El año pasado, en la cumbre de Vilnius (Lituania), los socios de la OTAN acordaron un plan de acción para acelerar la producción y cubrir las carencias más urgentes, muy especialmente munición. Desde entonces, la agencia de la OTAN ha suscrito cerca de 10.000 millones de dólares en contratos. Ahora en Washington los países se comprometerán al desarrollo de sus sectores nacionales, muy diversos en tamaño y especialización, para reforzar la producción militar y la cooperación con las empresas del sector.
Al anunciar este paso en el foro, el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, aseguraba que estos compromisos permitirán que la Alianza pueda “priorizar la producción de los equipos de defensa más fundamentales que podamos necesitar en caso de conflicto”.
Desde las empresas productoras se alega, entre otros factores, la necesidad de contratos de larga duración que permitan la inversión de capital necesaria para la construcción de nuevas cadenas de montaje y fábricas.
Para reforzar su capacidad de defensa y disuasión, y su disponibilidad de equipamiento militar, la Alianza también volverá la mirada hacia los Gobiernos afines en Asia-Pacífico (Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda), invitados por tercer año consecutivo a la cumbre. Parte de los trabajos se centrarán en explorar posibilidades de cooperación en la producción de Defensa con esas naciones: Corea del Sur y Australia se encuentra entre los grandes exportadores mundiales, en los puestos décimo y décimo sexto, respectivamente, según el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI).
“Como parte de nuestro plan de expansión de nuestra capacidad industrial, también tendremos provisiones para colaborar más de cerca no solo con el ecosistema industrial de defensa en Ucrania , sino también con el ecosistema de defensa en el Indo-Pacífico”, ha declarado un alto cargo europeo en una charla con periodistas. Algo que confirmaba en una rueda de prensa el lunes el responsable para Europa del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Michael Carpenter: “Este es un momento importante para que podamos coordinarnos (con los llamados “cuatro del Indo-Pacífico”) en cuestiones como la resistencia, la lucha contra la desinformación o la cooperación en la industria de defensa”.
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