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Las presiones de Israel frustran la Flotilla de la Libertad antes de zarpar rumbo a Gaza

Una sorpresiva inspección impide salir de Turquía al barco con alimentos que pretendía llegar al territorio palestino. Los activistas españoles dejan Estambul tras un nuevo aplazamiento

Transbordador Akdeniz
El transbordador Akdeniz, una de las embarcaciones de la Flotilla de la libertad, en el puerto de Tuzla, en Estambul (Turquía), el 15 de abril.ERDEM SAHIN (EFE)

Un aplazamiento, otro y otro más hasta que, poco a poco, la mayoría de los activistas se fueron desanimando. Sin disparar un tiro, sin grandilocuentes declaraciones ni amenazas altisonantes, Israel ha conseguido desinflar la Flotilla de la Libertad que tenía previsto zarpar este viernes desde Turquía hacia Gaza con más de 5.500 toneladas de alimentos. Los organizadores, una docena de asociaciones de 30 países del mundo, insisten en que se trata de una pausa puntual y que intentarán partir en cuanto resuelvan las últimas trabas burocráticas.

El caso es que la Flotilla de la Libertad, compuesta por el carguero Anadolu y dos viejos transbordadores de los años setenta ―el Akdeniz, que significa Mediterráneo en turco y que antaño unía Albania con Italia, y el Conscience, que surcaba aguas alemanas―, tuvo que aplazar nuevamente su salida de Estambul por el “bloqueo administrativo” que impide a los barcos salir de puerto. Los simpatizantes de la causa palestina que impulsan la iniciativa dijeron que los barcos estaban ya cargados y que se presentó la documentación requerida por las autoridades portuarias. Pero eso no es suficiente. “Israel está presionando a Guinea-Bisáu para que retire su bandera de nuestro barco líder: el Akdeniz”, denunciaron los organizadores, “lo que desencadenó una solicitud de una inspección adicional que retrasa nuestra salida”. “Este es otro ejemplo de cómo Israel obstruye la entrega de ayuda vital a la población de Gaza, que se enfrenta a una hambruna creada deliberadamente”, añadieron.

El aplazamiento de este viernes es el tercero que sufre la flotilla y los 500 simpatizantes que llevan dos semanas en una carrera de obstáculos. Los activistas ―llegados a Estambul desde países como Malasia, Túnez, Jordania, España o Colombia― se han ido encontrando cada día con una nueva traba que impedía zarpar al Akdeniz. Primero fue un problema mecánico; después, uno logístico; y más tarde, otro administrativo. Cuando todo parecía solventado, ha llegado una inspección sorpresa del barco. Guinea-Bisáu, como Estado del pabellón que ondea en el buque, tiene potestad para exigir este tipo de inspecciones, pero es algo que raramente ocurre. La ONG española Rumbo a Gaza denuncia que estas prácticas, que incluyen presiones diplomáticas, exigencia de inspecciones y denuncias interpuestas por bufetes de abogados, ya han sido utilizadas por Israel para intentar bloquear en puerto a anteriores flotillas, como la de 2011 y la de 2012.

Israel ha movido hilos para dificultar que los barcos salieran del puerto y llegaran a aguas internacionales. El objetivo era impedir que la flotilla “terrorista”, tal y como Israel considera a la ONG turca IHH (de corte islamista) que fleta los barcos, pudiera acercarse a aguas de Gaza y se repitiera el incidente de 2010, cuando el ejército israelí abordó una flotilla similar y mató a 10 tripulantes en aguas internacionales.

Delegación española

Gran parte de la delegación española, entre ellos la exalcadesa y hoy concejala de Barcelona Ada Colau, el número dos de Sumar para las europeas, Jaume Asens, y la secretaria general de Podemos Andalucía y diputada, Martina Velarde, denunciaron las presiones de Israel mientras hacían las maletas de regreso a la espera de una nueva oportunidad. “Qué casualidad que justo el día antes de la partida, Guinea-Bisáu haga una cosa que no hace nunca e inspeccione un barco en el último minuto”, criticó Colau: “Son esas cosas extrañas que solo se explican por el nivel de presiones que Israel está ejerciendo contra varios países, incluidos Turquía y Guinea-Bisáu, y también muchos otros”. Curiosamente, el presidente de Guinea-Bisáu, Sissoco Embaló, visitó Israel en marzo; su homólogo israelí, Isaac Herzog, lo definió como “un verdadero amigo de Israel”.

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Entre los que se quedan en Estambul esperando una nueva oportunidad están un nieto de Nelson Mandela o la veterana coronel y exdiplomática estadounidense Anne Wright. Los organizadores prevén solucionar “en días” las trabas burocráticas si no hay más “interferencias políticas”. Israel, mientras tanto, aleja temporalmente un problema para el que también se preparaba militarmente. Los medios de comunicación israelíes habían anunciado que Shayetet 13, la unidad de élite del ejército, había intensificado su entrenamiento en abordajes. Shayetet 13 no es cualquier cosa, es la unidad que recientemente entró al hospital Al Shifa en un asedio que, según el Ministerio de Sanidad gazatí, en manos de Hamás, acabó con la vida de unas 400 personas.

Por su parte, Turquía, desde donde salen los barcos, aplaza también un problema que podría complicar su papel en la crisis. Por un lado, recibe las presiones de Israel y de Estados Unidos para impedir la salida de la flotilla y por otro resiste la presión interna que demanda gestos más contundentes a favor de Palestina.

Por el momento, Turquía trabaja con Qatar y Egipto para lograr un alto el fuego. La semana pasada, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a varios miembros de su Gabinete, recibió a una delegación de Hamás encabezada por su líder, Ismail Haniya, para debatir las condiciones de un eventual alto el fuego. Un incidente como el ocurrido en 2010 podría aumentar la tensión entre ambos países e influir negativamente en los intentos de mediación.

Una activista en la cubierta del Akdeniz el 18 de abril.
Una activista en la cubierta del Akdeniz el 18 de abril. Dilara Senkaya (REUTERS)

Al mismo tiempo, hay cierta presión a Erdogan desde sectores islamistas ―de los que IHH forma parte―, que exigen que las críticas públicas del presidente turco a los crímenes israelíes sean acompañadas de acciones más decididas. No en vano, en las últimas elecciones locales, otro partido islamista que defiende romper relaciones comerciales con Israel robó un porcentaje significativo de votos al AKP de Erdogan.

Varias fuentes de IHH y de Mavi Marmara, otra asociación turca que forma parte de la flotilla, han confirmado a EL PAÍS durante la última semana que se ha negociado con el Gobierno turco el permiso para zarpar. Lo curioso es que en ninguna declaración pública o a los medios locales IHH haya pedido públicamente al Ejecutivo turco que se posicione claramente a favor del derecho de la flotilla a partir. Es más, en las manifestaciones convocadas para protestar por la situación en Gaza en la última semana, y a las que se invitó a los miembros internacionales de la flotilla a participar, no se hizo ninguna referencia o petición pública a que se permitiera a los barcos levar anclas.

Fundada durante la guerra de Bosnia, IHH ha incrementado su papel como organización humanitaria en la última década, actuando en algunos casos como una extensión de la acción exterior turca. Especialmente en Siria, donde es clave en la distribución de ayuda humanitaria en los territorios bajo control del ejército turco y grupos rebeldes afines e incluso en la mediación para la liberación de rehenes. IHH también opera en varios países de África ―como Somalia― con los que el Gobierno turco ha incrementado los lazos en los últimos años.

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