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El Gobierno palestino dimite golpeado por la guerra en Gaza y la falta de unidad interna

El primer ministro Mohamed Shtaye reclama un nuevo ejecutivo de amplia mayoría nacional, en medio de la creciente popularidad de Hamás

Un menor desplazado viaja en un camión del norte al sur de Gaza, este domingo.Foto: MOHAMMED SABER (EFE) | Vídeo: EPV
Luis de Vega

El Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha anunciado este lunes su renuncia ante el presidente Mahmud Abbas. La decisión de la salida del gabinete llega en medio de la crisis agravada por la actual guerra que sacude a la región desde octubre y que roza ya las 30.000 víctimas mortales en Gaza. Coincide también con un ascenso de la popularidad de Hamás en Gaza y Cisjordania en detrimento de la ANP a raíz del ataque que sirvió de detonante de la contienda. El primer ministro palestino, Mohamed Shtaye, encargado de comunicar la renuncia al presidente, sin aludir directamente a la milicia que gobierna la Franja, ha expresado que las autoridades han de buscar una base de mayoría amplia sobre la que levantar un nuevo gobierno capaz de afrontar los nuevos desafíos ante el futuro que le depara a Gaza.

“Esta decisión se produce a la luz de los acontecimientos políticos, económicos y de seguridad relacionados con la agresión contra el pueblo palestino en la franja de Gaza y la escalada sin precedentes en Cisjordania, incluida la ciudad de Jerusalén”, señaló el primer ministro palestino. Shtaye hace referencia a la espiral de violencia que no solo afecta al principal escenario de la guerra, sino también al resto de territorios palestinos: Cisjordania y Jerusalén Este.

En su comunicado de dimisión, el primer ministro palestino ha denunciado “un ataque feroz y sin precedentes [de Israel], el genocidio, los intentos de desplazamiento forzado, la hambruna en Gaza, la intensificación del colonialismo, el terrorismo de los colonizadores”, así como el “estrangulamiento financiero sin precedentes” que sufre la región, según ha recogido la agencia oficial palestina Wafa.

Fatah, la facción palestina que controla la ANP, y Hamás no han escondido en los últimos meses que han de acercar posturas y cerrar filas frente a la amenaza israelí. Con el intento de lograr un gobierno de unidad, ambas partes tienen previsto reunirse este miércoles en Moscú. “La dimisión del gobierno de Shtaye solo tiene sentido si se inscribe en el contexto del consenso nacional”, señaló a la agencia a Reuters Sami Abu Zuhri, alto funcionario de Hamás.

La ANP se queda sin Gobierno en un momento en el que la comunidad internacional trabaja para conseguir un nuevo acuerdo para el alto el fuego tras el logrado en la última semana del mes de noviembre, que permitió liberar a más de un centenar de rehenes a cambio de prisioneros palestinos de cárceles israelíes. Los contactos son intensos desde hace semanas en París, El Cairo y Doha entre los principales países mediadores (Estados Unidos, Qatar y Egipto), así como las partes en conflicto, Israel y Hamás.

El papel de la ANP

Desde el comienzo de la guerra, la participación o no de la ANP en el futuro de Gaza ha sido objeto de todo tipo de conjeturas. Tras semanas en las que Netanyahu se negaba a aceptar su intervención, este acabó admitiendo que es imposible no llenar el vacío de poder en la Franja, una vez expulsado Hamás, sin ellos.

La dimisión del Ejecutivo se apoya en motivos políticos, económicos y de seguridad relacionados con “la agresión contra el pueblo palestino”, ha señalado este lunes el primer ministro. Shtaye ha aludido asimismo a la campaña emprendida por Israel contra la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), la negación de los acuerdos firmados con anterioridad o la creciente anexión de tierras palestinas.

Todas estas circunstancias, bajo la actual coyuntura bélica, requieren de una renovada autoridad que pueda hacer frente a los nuevos “desafíos” que emergen de la actual situación en Gaza, entiende Shtaye. El primer ministro hace un llamamiento para conseguir la “unidad nacional”, así como la “necesidad urgente de un consenso intrapalestino” amplio, es decir, que albergue distintas posiciones, aunque no cita expresamente a los islamistas de Hamás.

La popularidad de este grupo ha crecido en la Franja, que gobierna desde su victoria electoral en 2006 y controla en solitario desde un año más tarde, pese a la enorme ola de destrucción y al desastre humanitario al que han sido sometidos sus habitantes por la ofensiva israelí. En Cisjordania, los partidarios de los islamistas prácticamente se han cuadruplicado con la guerra, como reflejó en diciembre un sondeo del Centro Palestino de Políticas e Investigación de Encuestas (PSR, en sus siglas en inglés), hecho en colaboración con la Fundación Konrad Adenauer.

La contienda, que comenzó el 7 de octubre después de que Hamás asesinara a unas 1.200 personas en el peor ataque cometido contra Israel en sus 75 años de historia, se cobra de esta forma sus primeras víctimas políticas. La guerra estalló en un momento delicado tanto para Abbas, de 87 años, cuyo papel estaba ya en entredicho desde antes. El líder de Fatah, formación mayoritaria de la ANP, va camino de las dos décadas sin someterse al escrutinio de las urnas. La contienda estalló cuando el líder del Gobierno israelí salido de las urnas a finales de 2022, el primer ministro Benjamín Netanyahu, estaba también bajo presión. Lo ocurrido en estos casi cinco meses no ha hecho más que erosionar el papel de ambos.

Un prominente miembro del comité central de Fatah, Abbas Zaki, de 81 años, ya dijo durante una entrevista con EL PAÍS el pasado noviembre que “el futuro pasa por la unidad de las diferentes fuerzas palestinas”. Reconocía que la popularidad de Hamás “es mayor ahora”, aunque, a su entender, eso no significa que los islamistas vayan a ser capaces de hacerse con las riendas del Gobierno en Cisjordania. La renuncia este lunes del gabinete abre la puerta a que unos y otros midan sus fuerzas. La comunidad internacional ve con recelo un posible mayor protagonismo de Hamás en el aparato de poder palestino, lo que supondría un lastre para el final de la guerra y la consiguiente pacificación y reconstrucción de la Franja.

El primer ministro Shtaye afirma que fue el martes de la semana pasada cuando presentó su dimisión al presidente y que finalmente este lunes lo ha hecho por escrito durante la reunión semanal del gabinete. Desde entonces, algunos rumores sobre la dimisión del Ejecutivo habían saltado a la prensa.

Israel entrega su informe al Tribunal Internacional de Justicia

Israel presentó este lunes ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) el informe ordenado por los magistrados sobre las medidas adoptadas para proteger a los civiles de Gaza, según un funcionario israelí citado por la agencia Reuters. Ante la demanda por un posible genocidio presentada por Sudáfrica, el TIJ decidió a finales de enero exigir a Israel que informara sobre los pasos dados en un mes. 

El tribunal, con sede en La Haya, evitó exigir un alto el fuego en Gaza como medida cautelar ante la demanda de Sudáfrica -el fondo del caso, si se ha cometido o no un genocidio en Gaza, tardará años en dirimirse-, pero reclamó “la entrega de la ayuda humanitaria esencial precisada con urgencia por los palestinos”. En Gaza han muerto ya cerca de 30.000 personas desde que comenzó la guerra el pasado 7 de octubre.

El plazo de un mes terminaba este lunes. Los bombardeos y ataques por tierra han persistido por parte del ejército y la inmensa mayoría de los 2,3 millones de gazatíes continúa sin recibir ayuda humanitaria por el bloqueo que impone Israel. “Israel no ha tomado ni siquiera las medidas mínimas”, denuncia Amnistía Internacional en un comunicado. La de prestar ayuda era una de las seis medidas provisionales ordenadas el pasado 26 de enero, pero ha hecho “caso omiso de su obligación, como potencia ocupante, de garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de los palestinos de Gaza”, añade el texto. “Las autoridades israelíes no han garantizado que suficientes bienes y servicios vitales lleguen a una población en riesgo de genocidio y al borde de la hambruna debido a los incesantes bombardeos”, añade.

Human Rights Watch (HRW) ha denunciado que Israel “no ha cumplido con, al menos, una medida de la orden jurídicamente vinculante”. Pasado este tiempo, Israel “sigue obstruyendo la prestación de servicios básicos y la entrada y distribución dentro de Gaza de combustible y ayuda vital, actos de castigo colectivo que equivalen a crímenes de guerra e incluyen el uso de la inanición de civiles como arma de guerra”, según HRW.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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