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El médico español evacuado de Gaza: “No hay vendas ni analgésicos para los quemados” en los bombardeos

El anestesista de Médicos sin Fronteras Raúl Incertis describe cómo la Franja se ha convertido en una “jaula inhumana” por la ofensiva y el bloqueo de Israel

Guerra Israel Gaza
El anestesista de Médicos sin Fronteras Raúl Incertis, en una captura de pantalla durante el encuentro por videoconferencia con la prensa este 6 de noviembre.

El anestesista español de Médicos sin Fronteras (MSF) Raúl Incertis (Madrid, 41 años), evacuado el pasado miércoles de la franja de Gaza, se muestra cansado, aún impresionado, en un encuentro virtual con la prensa este lunes desde su casa en Valencia. El médico ofrece un relato parco de sus propias vivencias y resalta el trabajo que siguen haciendo los más de 300 trabajadores locales de MSF que asisten a los heridos mientras tratan de sobrevivir ellos mismos en lo que define como una “jaula inhumana”. Más de 10.000 personas han muerto ya en el enclave en un mes de bombardeos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, y más de 25.000 están heridas en un lugar donde los sanitarios carecen de lo más básico para aliviar el dolor. En la Franja, recuerda el facultativo, “el mayor porcentaje de heridas son quemaduras” —las que causa la explosión de una bomba— que los médicos y enfermeros curan como pueden, ya casi sin vendajes a su disposición y sin apenas analgésicos ni sedación.

La situación de los hospitales en Gaza es tan “dantesca”, añade David Cantero, el coordinador general de MSF en los territorios ocupados palestinos —que ha participado en la videoconferencia desde Jerusalén—, que “hace dos días, los sanitarios estaban desinfectando heridas con vinagre”. Ante la escasez del combustible que alimenta los generadores eléctricos de los hospitales que mantienen en funcionamiento máquinas como los respiradores o las incubadoras, los sanitarios han tenido que decidir a quién desconectar de esos aparatos, “con lo que eso conlleva”, deplora Cantero.

La misión en Gaza de Incertis, afincado en Valencia, debía de haber sido “sencilla”, recalca este médico, que llegó a la Franja el 1 de octubre para participar en “cirugías reconstructivas y de ortopedia” en el hospital Al Awda, en el norte del territorio, de gazatíes que habían recibido disparos de militares israelíes por tirar piedras contra el muro fronterizo con Israel. El médico no pudo apenas desarrollar su labor en quirófano. Solo había trabajado dos días cuando, el sábado de esa misma semana, el 7 de octubre, Hamás atacó Israel y ese país inició sus bombardeos y decretó el bloqueo total de Gaza, un territorio que llevaba 16 años sometido a un cerco parcial y en el que cerca del 80% de la población vivía ya bajo el umbral de la pobreza.

“Desde ese momento, fue todo un atropello constante hasta que salimos de la Franja. Con el resto de la población gazatí, seguí los dictados del ejército israelí hasta que fuimos evacuados [el 1 de noviembre]”, recuerda el anestesista. El equipo de expatriados que debía reemplazar a Incertis y al resto de empleados internacionales de la ONG espera aún en El Cairo para poder entrar en Gaza por el paso de Rafah, el único controlado por Egipto.

“El día 13 nos fuimos hacia abajo [al sur], como muchos otros empleados de MSF. Muchos acabaron en campos de desplazados, pero otros se quedaron en Ciudad de Gaza con sus familias. Gran parte de ellos continuaban yendo al hospital para seguir trabajando, en desplazamientos muy peligrosos. Hacían además turnos de cinco o siete días seguidos, tras lo cual iban a su casa; eso si esta seguía en pie. Muchos compañeros han perdido a familiares y también sus viviendas”.

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En las tres semanas que este médico pasó en el territorio palestino, se desplazó con sus compañeros cuatro veces. Incertis se refugió en “centros desmilitarizados que ambas partes asumen que no deben ser atacados”, pero cuyas pésimas condiciones higiénicas constató el cooperante “al contar las tazas de váter” que había en uno de ellos: 12 para 35.000 desplazados, “una por cada 3.000 personas”.

El sanitario recuerda bombardeos de una “frecuencia impresionante”, incluido “con artillería naval”, en el sur de Gaza. “Una noche, creo que fue la del 26 al 27 de octubre, más del 65% de los muertos fueron por bombardeos en el sur de Gaza. Todos se preguntaban por qué nos dijeron que bajáramos al sur, si estaban bombardeando el sur”. Al médico le preocupa especialmente la salud mental y el trauma que están sufriendo niños como los que conoció en Gaza. “Han muerto niños en escuelas de la ONU”, subraya.

Terror “psicológico”

A la población gazatí, “se la avisa de los bombardeos por mensajes de texto al teléfono. Es difícil que esta alerta llegue a quien no tiene móvil y, además, hay que evacuar en cinco minutos, reunir a todo el mundo y bajar a la calle en un edificio de cinco plantas, varios apartamentos por planta y familias extensas como son las palestinas. Otras veces avisan de un bombardeo, la gente baja a la calle y no bombardean, lo que es terror psicológico. En Rafah [sur], avisaron del bombardeo de un edificio, la gente se refugió en el bloque contiguo y bombardearon ese edificio”, asegura Incertis. “¿Cómo pueden decir que los bombardeos son selectivos cuando se bombardean las zonas más densamente pobladas de uno de los lugares más densamente poblados del mundo?”, añade David Cantero.

La organización médica “está pidiendo una y otra vez un alto al fuego duradero, inmediato e incondicional para detener este baño de sangre”, añade su coordinador en Palestina. “Los 25.000 heridos en Gaza igualan la población de un pueblo como Ciempozuelos, en Madrid, o Conil de la Frontera, en Cádiz. No hay sistema médico que aguante esta afluencia masiva y constante de heridos, muchos de ellos de alta gravedad”, lamenta Cantero. Desde el inicio de la guerra, los gazatíes no solo carecen de agua y de electricidad; las basuras no se han recogido y el sistema de aguas residuales ha quedado dañado, alerta el coordinador de la ONG. Este es el caldo de cultivo ideal para “todo tipo de epidemias. Ya se han dado casos de varicela”, alerta Cantero.

En Gaza, “tienen que entrar agua, comida, medicinas y combustible”, insiste el cooperante. Sin ese combustible, incluso si la ayuda humanitaria “masiva” que se precisa entra, esta “no se podrá repartir a los más de 2,3 millones de gazatíes”. Cantero insta también a “proteger a la población civil y las infraestructuras sanitarias. Incluso en la guerra hay normas y esas normas se llaman derecho internacional humanitario”. El coordinador general de la ONG recuerda luego cómo, por “debajo del radar”, también Cisjordania está viviendo un “año récord en muertos, heridos, detenidos y desplazados”.

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