Un baño inclusivo para mujeres transgénero en el aeropuerto de Lima desata el rechazo de los sectores conservadores en Perú
La operadora del aeropuerto Jorge Chávez asegura que funciona desde 2021 y no ha supuesto ningún problema en todo este tiempo
A fines de julio, una mujer que se define como politóloga cristiana difundió un video en su cuenta de Tik Tok donde se queja airadamente con funcionarios del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en Lima, por un cartel en la entrada del baño de mujeres donde dice que se permite el ingreso de “toda persona con identidad femenina”. El video se viralizó, generando posiciones opuestas: mientras un grupo respaldó a la usuaria, felicitándola por resguardar la integridad de las mujeres, niñas y adolescentes ante lo que consideran una grave amenaza, en la otra orilla activistas y colectivos por los derechos trans sostienen que la “preocupación” de la usuaria, en realidad, es un caso más de transfobia.
“Para ellos somos ‘hombres vestidos de mujer’, no somos mujeres. Por lo tanto, nos ven como hombres entrando a los baños de mujeres. Además, los estereotipos, prejuicios y estigmas los llevan a replicar la idea de que, debido a nuestra identidad de género trans, hay algo malo con nosotras. Asocian la diversidad sexual con conductas sexuales delictivas, y nos equiparan con pedófilos y abusadores, cuando nosotras entramos todos los días a los baños de mujeres en restaurantes y centros comerciales sin que se suscite ningún caso de agresión o abuso de parte nuestra”, explica la periodista y mujer trans Gianna Camacho.
El caso se trasladó a las bancadas del Parlamento. Quienes mostraron su disconformidad más afiebrada con los baños inclusivos fueron los congresistas de Renovación Popular, un partido político ultraconservador. Jorge Montoya le envió una carta a la Ministra de Transportes y Comunicaciones, Paola Lazarte, donde le solicita el retiro inmediato de los letreros, aduciendo que “puede inducir a error a varones que, bajo el pretexto de su enfoque personal, se sientan con identidad femenina, haciendo uso y abuso de la mal llamada identidad de género, poniendo en riesgo el sagrado derecho a la privacidad que corresponde a las mujeres y niñas”.
Su compañero de bancada, Alejandro Muñante, fue más allá: presentó una denuncia ante la Fiscalía de Prevención del Delito contra Juan José Salmón Balestra, gerente general de la empresa Lima Airport Partners (LAP), empresa operadora del aeropuerto, por “la inminente comisión de los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; contra la libertad personal; de violación a la intimidad; de violación de la libertad sexual y de ofensa al pudor público”. Desde un primer momento, LAP ha defendido su postura alegando que “la inclusión y el respeto por la diversidad es uno de nuestros pilares fundamentales como aeropuerto internacional”.
A través de su Área de Comunicaciones, LAP aporta un dato revelador a esta pieza que no había sido contemplado en otras notas periodísticas: la señalética inclusiva en los baños de hombres y mujeres fue implementada el 28 de junio de 2021, y no recientemente como podía creerse por el video viral. “En estos casi más de dos años después, no hemos tenido ningún evento relacionado a casos de hostigamiento a niñas y mujeres dentro de los baños del aeropuerto”. Un dato contundente que se trae abajo opiniones y temores de cualquier tipo.
Además, recalcan que la señalética está instalada no solo en la zona de embarque internacional, sino también en las llegadas nacionales e internacionales y las salas de embarques mixtas. “Desde el 2020, contamos con un Enfoque de Sostenibilidad, que aborda la Diversidad e Inclusión de manera transversal. El objetivo es hacer del aeropuerto un espacio seguro para todos nuestros pasajeros, usuarios y colaboradores”, remarcan.
La Comisión Nacional contra la Discriminación (CONACOD), órgano adscrito al Ministerio de Justicia, emitió un informe donde señalan que “la medida adoptada por la empresa Lima Airport Partners cuenta con respaldo normativo constitucional e internacional. En ese sentido, invoca a la empresa, así como a todas las empresas que operan en el Perú, a continuar y a ampliar sus esfuerzos para garantizar que sus actividades respeten y promuevan la no discriminación y la igualdad de trato de todas las personas, especialmente las que pertenecen a colectivos en grave situación de vulnerabilidad, como el de las personas transgénero”.
En el documento denuncian que “algunos de medios de comunicación han tratado esta noticia de manera sesgada y negativa hacia la población trans, basándose en prejuicios” por lo que les recuerdan a los directivos de dichos medios “su obligación de actuar con la debida diligencia en derechos humanos”. Sofía Carrillo, periodista afrofeminista y especialista en derechos sexuales y reproductivos, remarca que “no se puede asegurar que las mujeres trans son un peligro por su identidad de género”. “La evidencia nos dice que las niñas están en peligro, incluso en sus entornos más próximos, en su entorno familiar, y de eso tenemos que hablar en todos los espacios. Las altas cifras de violaciones sexuales a niñas y la gran impunidad que existe, nos dan cuenta que nuestras miradas deben estar en trabajos de prevención y sanción, pues quienes violan y vulneran a las niñas no son las mujeres trans, sino hombres cisgénero y heterosexuales”, enfatiza.
La semana pasada, el colectivo Féminas Perú que agrupa a mujeres trans se dirigió hacia el Ministerio Público, en Lima, donde realizaron una denuncia formal contra Olga Izquierdo, la usuaria que desató la polémica. “Las mujeres trans no somos peligrosas, estamos en peligro”, decían sus pancartas. Hace un par de días, el Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositran) le solicitó a Lima Airport Partners el retiro de los carteles por “haber generado confusión en los usuarios”. “Somos respetuosos de la identidad de género y nos encontramos en contra de cualquier acto de discriminación”, aclararon. La empresa operadora del aeropuerto Jorge Chávez todavía no se ha manifestado al respecto, pero insisten en su postura: en dos años no pasó nada.
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