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Alemania regresa a la austeridad con unos Presupuestos que recortan en todas las áreas salvo en defensa

Los tres partidos de la coalición se acusan entre ellos del tijeretazo en ayudas sociales de unas cuentas con las que Berlín vuelve al freno de la deuda

Christian Lindner
El ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, durante la rueda de prensa de presentación del proyecto de Presupuestos para 2024, este miércoles en Berlín.TOBIAS SCHWARZ (AFP)
Elena G. Sevillano

La época de las vacas gordas, de gastar alegremente para compensar los efectos de la pandemia de coronavirus y de la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania, llega a su fin en Alemania. El mensaje de su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, ha sido muy claro: vuelve la austeridad. Y hay que apretarse el cinturón porque, mal que les pese a sus socios de coalición, no hay dinero para todo. El Consejo de Ministros ha aprobado este miércoles el proyecto de Presupuestos para 2024, que recorta fondos en todos los departamentos salvo en defensa. Con 30.600 millones menos, sufrirán las infraestructuras, la sanidad, el subsidio parental… Prácticamente todos los departamentos deberán renunciar a financiar algunas de sus políticas.

Las cuentas para 2024, que se votarán en otoño y aún pueden sufrir modificaciones, llevan meses provocando fricciones entre los socios de Gobierno del canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz. Lindner canceló por sorpresa en marzo una rueda de prensa convocada para presentar las líneas maestras de su Presupuesto. Los Verdes, acusados de manirrotos por los liberales, se oponían a los recortes. No había forma de ponerlos de acuerdo. Lejos de relajar las tensiones, la presentación de las cuentas al borde del receso estival vuelve a poner en tela de juicio la unión del tripartito y hace emerger nuevas peleas que se prolongarán hasta la aprobación definitiva.

En los últimos tres años Alemania había abandonado sus estrictas normas de gasto para hacer frente a la covid-19 y a la crisis en Ucrania. Lindner, abanderado de la ortodoxia fiscal, insistía en que era necesario recuperar el schuldenbremse, o freno de deuda, el límite al endeudamiento que consagra la Constitución alemana. Tras meses de intensas negociaciones, que requirieron la intervención del canciller para obligar a los ministros a ajustarse a las peticiones de Lindner, el ministro, conocido como uno de los mayores halcones fiscales de la eurozona, ha conseguido asegurar el retorno a la disciplina.

Globos con las caras de Scholz y Lindner frente al Reichstag, la sede del Parlamento, en una protesta organizada por la ONG ONE para criticar los recortes en ayuda a la cooperación.
Globos con las caras de Scholz y Lindner frente al Reichstag, la sede del Parlamento, en una protesta organizada por la ONG ONE para criticar los recortes en ayuda a la cooperación. LISI NIESNER (REUTERS)

El año que viene el Gobierno alemán únicamente se endeudará en 16.600 millones de euros, exactamente el límite que permite el schuldenbremse, que restringe el déficit presupuestario al 0,35% del PIB. La cantidad es llamativa si se compara con los 45.600 millones de deuda de este año, pero mucho más si nos remontamos a 2021 (215.400 millones) o a 2022 (115.400 millones). Para devolver a Alemania a la senda de la rectitud fiscal, el gasto público tiene que adelgazarse hasta límites que espantan a los ministros socialdemócratas y verdes. El de Sanidad, por ejemplo, ve reducido su presupuesto en un tercio.

“Las negociaciones han sido muy intensas en el seno del Gobierno federal porque las circunstancias son especialmente difíciles”, ha reconocido Lindner en una comparecencia ante los medios. La última vez que Alemania había tenido que hacer tales esfuerzos fue en 2010, explicó, cuando se introdujo la limitación constitucional al endeudamiento en plena crisis de deuda soberana. “Ahora hay que volver al freno de la deuda”, ha subrayado, “a pesar de las peticiones de gasto casi diarias que llegan al Gobierno”. Lindner es consciente de que las cuentas de la mayor economía de la eurozona son escrutadas por el resto. “Por supuesto, es una señal para nuestros socios y amigos en Europa”, ha señalado.

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Coto a la política fiscal expansiva

Lindner pretende poner coto a la política fiscal expansiva de estos últimos años manteniendo la promesa que hizo a su electorado en la campaña de 2021: que no subiría los impuestos. “Sabemos que nuestro país ya tiene una presión fiscal muy alta. En la situación actual, en la que necesitamos reforzar nuestra competitividad, sería económicamente imprudente aumentar la carga que soportan los ciudadanos y las empresas. Los ciudadanos pueden contar con que no tomaremos el camino fácil subiendo los impuestos, sino que nos consolidaremos poniendo a prueba el gasto”, ha señalado, provocando las primeras reacciones de algunos economistas que ponen en duda la viabilidad de las cuentas en un momento en el que Alemania necesita emprender grandes inversiones en infraestructuras, protección del clima o nuevas tecnologías. “Es una enorme oportunidad perdida. El nuevo Presupuesto es económicamente imprudente, antisocial y poco estratégico”, ha señalado Marcel Fratzscher, presidente del Instituto de Investigación Económica de Berlín (DIW). También los sindicatos se han apresurado a criticar las cuentas.

El Presupuesto ha provocado fuertes disputas entre los miembros del Gobierno. Los Verdes están especialmente molestos por los recortes impuestos a su ministra de Familia, Lisa Paus, que ha anunciado un controvertido límite en la prestación que permite a las parejas disfrutar de hasta 14 meses de permiso parental pagado. Si ahora la renta máxima anual para acceder a esta prestación está en 300.000 euros, Paus propone rebajarla a la mitad. Es decir, las parejas que ganen más de 150.000 euros al año dejarían de cobrar el llamado elterngeld (subsidio parental).

Los dos partidos se han estado acusando mutuamente, en público, de ser los culpables del recorte. Paus dice que se ha visto obligada por la austeridad impuesta por Lindner. El político liberal ha llegado a publicar en su cuenta de Twitter que Paus podría haber recortado de otros sitios. La reducción del elterngeld, que en la práctica solo ahorra 290 millones de euros, ha provocado críticas de las asociaciones feministas y de muchas diputadas de la oposición, que este miércoles han afeado a Scholz en el Bundestag que la medida castiga a las mujeres al volver a hacerlas más dependientes de sus parejas. Sin los 1.800 euros como máximo de la prestación, las mujeres, que en general cobran menos que los hombres, serían las que se quedarían en casa al cuidado de los hijos.

La nueva austeridad alemana se cebará también con la educación y con el transporte, justo en un momento en el que el Gobierno quiere fomentar los viajes en tren para luchar contra la emergencia climática. La red de Deutsche Bahn, la empresa pública de ferrocarriles, está en un estado calamitoso después de décadas de infrafinanciación. Sus responsables han asegurado que necesitarían unos 45.000 millones hasta 2027 para poner a punto la red, pero el Presupuesto solo les garantiza 12.000 millones en ese periodo.

El gasto público se reduce, aunque es superior a los niveles anteriores a la pandemia. En 2019 el Gobierno federal gastó 356.000 millones de euros, prácticamente un 25% menos que los 445.700 millones de euros previstos para 2024 en las cuentas de Lindner.

El único ministerio que contará con más fondos es Defensa, al pasar de los 50.000 millones de este año a los 51.800 millones para el año que viene. El aumento, según han dicho tanto Lindner como Scholz, permitirá finalmente cumplir la meta que fija la OTAN de que los países miembros destinen al menos el 2% de su PIB a defensa. Aunque en realidad ese objetivo se alcanzará gracias al fondo especial de 100.000 millones aprobado el año pasado al anunciar la zeitenwende, o cambio de era en la política exterior y de defensa de Alemania tras la invasión rusa de Ucrania. El ministro de Defensa, Boris Pistorius, ha reconocido que cuando ese fondo se agote, será necesario aumentar el presupuesto ordinario de su departamento.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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