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Alexis Tsipras, la única esperanza de la izquierda en Grecia para retomar el poder

El ex primer ministro de Syriza es el candidato mejor posicionado para acabar con cuatro años de Gobierno conservador. Parte del electorado no le perdona que ejecutara el tercer rescate ordenado por la UE

El líder del partido izquierdista Syriza, Alexis Tsipras, recibe el abrazo de una simpatizante en El Pireo, periferia de Atenas, el 9 de mayo 2023.Foto: ALEXANDROS AVRAMIDIS (REUTERS) | Vídeo: REUTERS

La sede de Syriza, la formación izquierdista que gobernó Grecia entre 2015 y 2019, conserva desde marzo varios cristales de la fachada rotos, pegados con cinta adhesiva. El edificio, situado en el céntrico barrio de Psirrí, fue atacado durante los disturbios ocasionados en una huelga general tras el accidente de trenes en Tempe, donde murieron 57 personas. Syriza lleva cuatro años como principal partido de la oposición. Pero hay quienes no olvidan que su líder, Alexis Tsipras, de 48 años, conquistó el poder con la promesa de que combatiría las medidas de austeridad impuestas por la troika formada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. No olvidan que, a pesar de eso, Tsipras terminó acatando un tercer rescate, en julio de 2015, con medidas de austeridad que condicionaron todo su mandato.

Tsipras convocó dos meses después unas elecciones generales anticipadas y ganó con 145 escaños sobre 300. A los cuatro años de un mandato marcado por las órdenes de la troika, el conservador Kyriakos Mitsotakis, de Nueva Democracia, venció en las generales de 2019, con la primera mayoría absoluta de un partido desde 2009. Las elecciones de este domingo —o una posible segunda vuelta el próximo 2 de julio— determinarán si Tsipras ha logrado restañar las heridas provocadas por tanto recorte.

El actual Gobierno conservador presume de haber estabilizado la economía, de reducir el paro y de encauzarlo hacia la modernización. El accidente de tren el 28 de febrero supuso un duro golpe para ese mensaje de modernidad. Pero las encuestas lo mantienen en cabeza. Tampoco parece haberle pasado factura a Mitsotakis un gran escándalo de espionaje a líderes de la oposición, a periodistas, militares y hasta a sus propios ministros. Los incendios forestales de 2021, por los que el Gobierno se vio obligado a pedir disculpas ante la pésima gestión, tampoco han desgastado a Nueva Democracia. Ni el encarecimiento del precio de la vivienda, que ha supuesto el aumento de los desahucios, ni la movilización de artistas y estudiantes contra los planes educativos conservadores, ni las críticas ante las expulsiones en caliente de migrantes. En los peores momentos, los principales medios de comunicación, con una larga tradición de apoyo a la derecha, siempre han estado al lado del Ejecutivo.

“Tsipras le hizo el trabajo sucio a Mitsotakis”

Un diplomático europeo que solicita el anonimato considera que Tsipras le hizo “el trabajo sucio” al Gobierno actual. “En Grecia había un pacto social desde el inicio de la democracia, en 1974, que saltó por los aires en 2015. El pacto venía a decir: ‘Dejamos que gobiernen los oligarcas de siempre y a cambio ellos nos permiten que apenas paguemos impuestos, que nos jubilemos mucho antes que en el resto de Europa y que la mitad de nosotros tengamos un puesto en la Administración pública”.

El citado analista cree que Tsipras tuvo el “inmenso valor político de rectificar para convertir al país en un Estado moderno”. “Ese cambio de contrato solo lo podía hacer Tsipras. Para la derecha era imposible en un país donde la calle tiene mucho peso. Mitsotakis pudo soltarse un poco el cinturón porque ya lo había apretado bien Tsipras. Ahora, el problema para Tsipras es que Mitsotakis no es un líder de derechas al uso; ha ocupado el centro aprobando medidas sociales y lo ha dejado a él sin apenas espacio, en una sociedad como la griega muy conservadora, donde la iglesia ortodoxa tiene mucho peso”.

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Eso que algunos observadores califican como “el inmenso valor político de Tsipras”, para una parte de la izquierda griega, es una flagrante “traición”. Themis Kozadinou, de 49 años, y Eleftheria Anapioti, de 47, están sentadas en una taberna del barrio de Metaxourgeio habitualmente frecuentada por la comunidad LGBTI local. Ambas votaron a Tsipras en 2015, pero no le volverán a votar porque creen que “la decepción fue proporcional a la ilusión que despertó antes”. Ni siquiera la aprobación de leyes pioneras para los derechos de las personas LGBTI, como la ley de identidad de género y la que permitía las uniones civiles, les hacen dudar. Themis explica: “Tsipras ni siquiera ha hecho una oposición fuerte que nos haga plantearnos darle una segunda oportunidad”.

Sin embargo, a pocos metros de allí se escuchan opiniones distintas. Nikos, un productor ejecutivo en la industria cinematográfica, de 28 años, que prefiere pronunciarse solo con su nombre de pila, va a votar a Tsipras. “Lo haré, no porque me ilusione Tsipras, sino para que se vaya Mitsotakis”. Nikos dice que está cansado de ver cómo para muchos jóvenes de su generación la única manera de prosperar es salir del país.

La diáspora griega está presente en los cinco continentes. Londres se ha convertido en uno de los principales destinos de los jóvenes. A caballo entre la capital británica y Atenas, el periodista Dimitris Rapidis, antiguo asesor de Syriza en el Parlamento Europeo y ahora director del sitio digital rosa.gr, reconoce por videoconferencia que Syriza ya no despierta el mismo entusiasmo en su electorado. Rapidis admite que la formación se volvió “menos moderna” durante sus cuatro años en el poder. Cree que el peor error de Tsipras ha sido no fomentar el debate interno y que no haya ningún tipo de competencia en el partido.

Como mejor virtud, Rapidis destaca que Tsipras conecta como nadie con las preocupaciones de la gente trabajadora. Y como mayor logro de su Gobierno, recuerda que puso fin a un contencioso de décadas mediante la firma del histórico acuerdo de Prespa sobre la denominación oficial de su vecina Macedonia del Norte.

Una mujer camina ante un cartel de Alexis Tsipras en Atenas, el 10 de mayo de 2023.
Una mujer camina ante un cartel de Alexis Tsipras en Atenas, el 10 de mayo de 2023.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

Una fuente cercana a Tsipras, que prefiere no revelar su nombre, asegura que la formación de izquierdas sacó al país de “una situación de vida o muerte” tomando medidas que, si bien eran “una renuncia” a sus planteamientos iniciales, fueron “imprescindibles” para modernizar el Estado. Los partidarios de Syriza como ella lamentan que el Ejecutivo de Mitsotakis haga bandera de los subsidios y las ayudas sociales aprobadas en los últimos cuatro años. “Nosotros creamos las condiciones necesarias para que esos subsidios fueran posibles. Y cuando llegó la pandemia, Nueva Democracia se benefició de que las instituciones europeas eliminaran las medidas de austeridad para reducir el déficit público”.

La misma fuente cercana a Tsipras considera que los subsidios aprobados durante la pandemia no han ido a los bolsillos de los ciudadanos, sino que se han abonado en forma de vales para beneficiar indirectamente “solo a 13 empresas con buenas relaciones” con Mitsotakis.

Acercamiento de Syriza al Pasok

Syriza siempre se esforzó, desde su fundación en 2004, en subrayar sus diferencias con los socialistas del Pasok, a quienes asociaba con el viejo sistema de partidos y la corrupción. Sin embargo, durante los últimos años, la formación de Tsipras ha integrado a antiguos cargos socialistas con la intención de ampliar su base electoral hacia el centro. Para ello no duda en utilizar lemas y términos como “el cambio” que en el imaginario colectivo remiten al Pasok de Andreas Papandreu, el histórico socialista que gobernó varias veces Grecia entre 1981 y 1996. Si las encuestas aciertan, para que la izquierda vuelva al poder, Syriza y Pasok necesitarán formar una coalición, en un sistema electoral proporcional aprobado durante el mandato de Syriza. Si ningún partido logra mayoría suficiente para formar gobierno, el 2 de julio se celebrarán nuevas elecciones, con una nueva ley electoral aprobada por Nueva Democracia, que premia al más votado con un número de escaños extra que va de 20 a 50.

Hay algunas cuestiones en las que suelen coincidir incluso muchos críticos del líder izquierdista: Tsipras es la figura política más importante de su generación, el orador más hábil y carismático. Sus colaboradores están convencidos de que Mitsotakis nunca aceptará un debate con él. El analista europeo antes citado advierte de que “nunca hay que dar a Tsipras por muerto”. Rapidis corrobora esa apreciación y concluye: “Él llevó a Syriza de ser un partido muy pequeño de la izquierda radical con un 4% de los votos a liderar el país con un 36% en 2015. Y dentro del partido, ni siquiera quienes piden una estrategia distinta cuestionan el liderazgo de Tsipras”.

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