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La presidenta de Taiwán afirma que no cederá ante las amenazas tras el viaje a EE UU que ha indignado a China

Pekín responde al encuentro de Tsai Ing-wen con el presidente de la Cámara de Representantes con nuevas sanciones y mayor presencia militar en el estrecho de Formosa

taiwan china
Un helicóptero chino sobrevuela el estrecho de Formosa, cerca de unos turistas en la isla china de Pingtan, este viernes.GREG BAKER (AFP)

A pesar de las reiteradas protestas de China por la visita de Tsai Ing-wen a Estados Unidos, la presidenta taiwanesa se ha mostrado firme a su regreso este viernes a la isla: “Le hemos demostrado a la comunidad internacional que, ante las presiones y amenazas, Taiwán estará aún más unida y que no cederá ni detendrá los intercambios con el mundo pese a la represión y la obstrucción”. Desatendiendo las amenazas del gigante asiático, Tsai se reunió el miércoles en Los Ángeles con el presidente de la Cámara de Representantes estadounidense, Kevin McCarthy, un encuentro que las autoridades chinas califican de “flagrante provocación” por tratarse de la reunión de mayor nivel que un dirigente taiwanés ha mantenido con un alto cargo de EE UU en suelo estadounidense desde que en 1979 Washington rompiera sus relaciones diplomáticas formales con Taipéi para establecerlas con Pekín.

“La determinación de Taiwán de proteger la democracia y la libertad ha recibido el apoyo de nuestros socios democráticos, y ha reforzado nuestra amistad con ellos”, ha expresado la presidenta taiwanesa tras arribar al aeropuerto internacional de Taoyuan. Por tratarse de un momento delicado, el aterrizaje ha estado “controlado en todo momento” por las fuerzas navales y aéreas taiwanesas, según ha comunicado el Ministerio de Defensa. China ha aumentado las patrullas en las aguas del estrecho de Formosa y ha desplazado varios buques de guerra alrededor de la isla, coincidiendo con la visita de Tsai a Estados Unidos.

China considera la isla autogobernada y de régimen democrático una parte inalienable de su territorio, y cualquier tipo de contacto entre las autoridades taiwanesas y las estadounidenses le parece un desafío a su soberanía e integridad territorial. Aunque Washington no mantiene vínculos oficiales con Taipéi, le vende armamento para su autodefensa y no especifica si sería su aliado militar en caso de ataque por parte de Pekín.

“Excusa para buscar la independencia”

Después de una jornada en la que cuatro organismos gubernamentales chinos expresaron su condena a la reunión entre Tsai y McCarthy, la Oficina de Asuntos de Taiwán, dependiente del Consejo de Estado (el Ejecutivo chino), ha emitido un comunicado en el que rechaza que el viaje de la presidenta taiwanesa se tratase de una “escala”, y en el que expresa que fue una “excusa para buscar la independencia y el apoyo de Estados Unidos”. Tsai paró en suelo estadounidense a la ida y vuelta de un viaje a Guatemala y Belice, 2 de los 13 Estados que aún reconocen a Taiwán como una nación soberana.

Para Pekín, la llamada “cuestión de Taiwán” es “la más roja de todas las líneas rojas” que no se puede sobrepasar. Tanto es así, que las relaciones bilaterales del gigante asiático con el resto de los países se basan en el principio de Una Sola China, que significa precisamente eso: China no hay más que una y esta incluye Taiwán, donde se refugiaron en 1949 las tropas nacionalistas derrotadas por el ejército comunista en la guerra civil. De ahí que la lista de socios oficiales de Taipéi sea tan escasa. El último en romper lazos con la isla para establecerlos con China fue Honduras, el 26 de marzo.

Este viernes, Pekín también anunció nuevas sanciones contra Hsiao Bi-khim, la máxima representante de Taiwán en Estados Unidos, a la que ha calificado de “separatista acérrima”. Las medidas contra ella y su familia incluyen la prohibición de pisar China y las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, así como que empresas e inversores que guarden algún tipo de vínculo con ella puedan cooperar con individuos y organizaciones establecidos en suelo chino.

Hsiao ya fue sancionada por Pekín en agosto, después de que Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes y por tanto número tres en la jerarquía de Estados Unidos, visitara Taiwán. Aquella visita de la predecesora de McCarthy enfureció a Pekín, que inició unas maniobras militares con fuego real sin precedentes en el Estrecho.

Ante el temor de que algo similar se repitiese estos días, el Ministerio de Defensa taiwanés ha informado de que ha estado monitoreando la situación, y desde el miércoles ha alertado de la presencia de varios buques y aeronaves militares chinas en la costa suroriental de la isla. Este viernes, las autoridades castrenses detectaron tres barcos de guerra navegando en aguas cercanas a su territorio y advirtieron de que un avión de combate y un helicóptero antisubmarinos penetraron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea, que incluye una zona mayor que el espacio aéreo taiwanés y que no está definida ni regulada por ningún tratado internacional.

El Ministerio de Asuntos Exteriores chino también anunció este viernes medidas punitivas contra el Instituto Hudson y la Biblioteca Reagan y sus responsables, alegando que ambas instituciones estadounidenses proporcionaron una plataforma para que Tsai enviara mensajes independentistas. También han sido sancionadas la Fundación Prospect, fundada y presidida por un antiguo ministro de Exteriores taiwanés, y el Consejo de Liberales y Demócratas Asiáticos, una organización regional de partidos de esta línea política fundada en 1993 por el Partido Progresista Democrático de Taiwán, al que pertenece Tsai. Con toda la solemnidad y severidad que Pekín le confiere a este tema, las sanciones tendrán escasa repercusión en la práctica, ya que los altos funcionarios taiwaneses no visitan China y los tribunales chinos no tienen jurisdicción sobre la isla.

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