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El decálogo de Zelenski para la paz

El presidente de Ucrania defiende ante el G-20 sus exigencias, entre ellas el restablecimiento completo de la integridad territorial y un acuerdo internacional que ofrezca garantías futuras a Kiev

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, interviene telemáticamente en la cumbre del G-20.Foto: PRESIDENCIA DE UCRANIA | Vídeo: EPV
Andrea Rizzi

La guerra en Ucrania es el epicentro de las labores de la cumbre del G-20 en Bali, en Indonesia, con intensas disputas acerca de cómo abordarlo en la declaración final y gestionarlo en la vida real. Narendra Modi, el primer ministro indio, expresó con vigor el anhelo de que el que conflicto se pare a través de una negociación diplomática, una posición compartida por muchos países —entre ellos China, y una parte muy relevante del sur global― y que cobra cada vez más fuerza tras casi nueve meses de guerra. Los gobiernos occidentales, al margen de las dudas no explicitadas, apuntan oficialmente a que corresponde a Kiev indicar los tiempos y las formas de una eventual negociación. Consciente de ese debate, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, aprovechó este martes su intervención en el foro a través de videoconferencia para aclarar su posición. La definió como su “visión para un camino de paz”, armada con un decálogo de propuestas.

El conjunto de su exposición no parece abrir la puerta a una negociación próxima. Zelenski declaró su exigencia de que “Rusia reafirme la integridad territorial” de Ucrania. Y citó como desafío “la retirada de las tropas rusas y el fin de las hostilidades”. Esa reivindicación “no es objeto de negociación”, dijo el mandatario, que también recalcó entre los elementos de su propuesta el establecimiento de un tribunal especial para juzgar crímenes de guerra rusos y de un mecanismo de compensación por los daños infligidos financiado con activos rusos. Solo unas horas después de su intervención en la cumbre, Moscú volvió a golpear la capital ucrania con un ataque contra dos edificios residenciales.

El líder ucranio también aclaró que rechaza de plano un “Minsk 3”, en referencia a los acuerdos sellados en el pasado en la capital bielorrusa, tras la toma rusa de Crimea en 2014, y que dieron paso a inestables treguas sin solventar el fondo de la cuestión. “No permitiremos a Rusia respirar, reconstituir sus fuerzas, y luego iniciar una nueva serie de terror y desestabilización global”, afirmó ante los líderes reunidos en la localidad de Nusa Dua, en la isla de Bali.

El decálogo presentado por Zelenski incluye otros elementos, por ejemplo, en materia de seguridad nuclear, energética o alimentaria. Uno fundamental es el anhelo de firma de un tratado de seguridad a través del cual, sin un ingreso en la OTAN, Ucrania reciba alguna clase de garantía y apoyos formales de los países afines. Sobre esa base, invocó la ayuda de los líderes mundiales. La liberación de prisioneros de guerra, el respeto al medio ambiente y el freno a la escalada del conflicto completan la lista de pasos que Zelenski considera indispensables para llegar al último punto del decálogo: “Confirmación del fin de la guerra”.

La reacción rusa a esta propuesta sigue incidiendo en atribuir la responsabilidad del bloqueo a Ucrania. El representante ruso en la cumbre de Bali —el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov— consideró en conferencia de prensa que “Kiev se niega categóricamente a cualquier negociación y presenta condiciones que son a toda vista irreales e inadecuadas dada la situación”.

Debilidad rusa

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Sin embargo, los primeros compases del G-20 han evidenciado síntomas de una creciente posición de debilidad política rusa en el escenario internacional, que va de la mano del debilitamiento en el terreno. Sin llegar a condenar la invasión rusa, China y la India, con distintas modalidades, han expresado elementos de frustración por la desestabilización provocada por la guerra lanzada por Putin.

En este contexto, con desarrollos favorables en el campo de batalla y con toda la legitimidad ante una invasión sin ninguna base legal, Zelenski ha reafirmado ante los principales líderes mundiales un planteamiento de victoria redonda. Para lograrlo depende del continuado apoyo occidental, fundamental en términos de suministro de armas y respaldo financiero. De momento, el flujo sigue, con nuevas e importantes entregas de material, entre ellas las de tanques estadounidenses, un considerable giro con respecto al pasado.

Pero el debate de hasta dónde llevar ese respaldo está vivo. Apoyar la reconquista hasta, por ejemplo, liberar Crimea, es una perspectiva extraordinariamente delicada, a la vista, entre otras cosas, de que esta península alberga la base de la estratégica flota rusa del mar Negro. En público, no hay presión de los líderes occidentales sobre Kiev, pero en privado la reflexión avanza, e incluso el lenguaje en las comunicaciones oficiales ha ido reformulándose un poco. Donde antaño Washington hablaba de apoyo inquebrantable a Kiev hasta la victoria, desde hace un tiempo la coletilla ha evolucionado por lo general hacia la dirección de apoyo para defenderse de una agresión intolerable.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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