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El tribunal electoral de Brasil adquiere un protagonismo inusitado

Los ataques al sistema de votación por parte del presidente Bolsonaro han colocado los focos sobre el Tribunal Superior Electoral

Naiara Galarraga Gortázar
Urnas electrónicas Brasil
Dos empleados de las autoridades electorales llevan sendas urnas electrónicas a un centro de votación este jueves en Brasilia.Eraldo Peres (AP)

Sin duda las grandes estrellas de estas eleciones en Brasil son el dúo formado por Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, los favoritos a obtener un tercer o segundo mandato. Pero una de las características de esta disputa es que comparten protagonismo con las urnas electrónicas, a las que están convocados 156 millones de brasileños este domingo, y el Tribunal Superior Electoral (TSE), el árbitro de los comicios que avala el resultado electoral. Si Bolsonaro pasara de minar la confianza en el sistema de votación, como ahora, a contestar abiertamente al margen de los cauces oficiales una hipotética derrota, el tribunal estaría en el centro de todas las miradas.

El presidente Bolsonaro le está dando trabajo al tribunal electoral en su empeño de mezclar sus papeles de mandatario y candidato a la reelección por el Partido Liberal. Los jueces le han prohibido que, durante la campaña, siga haciendo sus retransmisiones en directo por Facebook desde la sede de la presidencia o su residencia oficial. Y el líder ultraderechista ha tenido que mudar las grabaciones a otro lugar.

El tribunal lleva meses volcado en defender la integridad del sistema de votación y embarcado en un esfuerzo de transparencia para disipar cualquier duda. El que las urnas electrónicas que se usan hace 25 años y que jamás han sufrido un fraude digno de tener en cuenta no den un recibo al elector del sentido de su voto está en el origen de las sospechas de Bolsonaro. Poco le importa que el Congreso hace solo unos meses rechazara el intento de implantar ese comprobante de papel. Sigue diseminando dudas que han calado entre millones de sus seguidores y han disparado la desconfianza.

Esa campaña es considerada parte de una estrategia para cuestionar el resultado en caso de que pierda frente a Lula. El temor máximo es que sus seguidores se movilicen en protesta y, siguiendo la estela de Donald Trump en Estados Unidos, protagonicen actos violentos.

Muchos bolsonaristas están convencidos de que los jueces manipularán el recuento para propiciar una victoria del izquierdista Lula. Al mostrar la estancia a la que llegan los resultados, el presidente del tribunal electoral, Alexandre de Morais, recalcó ante una comitiva de visita que “no es secreta ni oscura”. En el grupo, el ministro de Defensa y el líder del partido de Bolsonaro, entre otros. Este último presentó un dosier plagado de sospechas sin pruebas que irritó notablemente a los jueces del TSE.

Morais, que es también uno de los 11 jueces del Supremo, ha sido durante este mandato uno de los principales objetivos de las iras de Bolsonaro y sus seguidores más radicales. Hace un año llegó a llamarle “canalla” mientras arengaba a una multitud y prometía no acatar sus decisiones. Tuvo que retractarse. Bajó el tono durante una temporada, hasta el siguiente asalto.

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En su esfuerzo por ser transparente, el tribunal ha invitado como en otras elecciones a hackers a que intentaran atacar el sistema. Ninguno lo ha logrado. También creó una comisión de transparencia a la que invitó a las Fuerzas Armadas junto a representantes de la sociedad civil. El alto comando del Ejército ha decidido que el domingo por la noche seguirá con el rito de reconocer el anuncio del ganador que hará el Tribunal Superior Electoral, en Brasilia, según informa el diario Estadão, que añade que la información está siendo trasladada a la tropa. Dice también el diario que los militares van a quedarse al margen de la auditoria de los votos.

Los tiras y aflojas entre Bolsonaro y los jueces, sea vía fallos judiciales y recursos, o verbalmente con más o menos sutileza son constantes. El Poder Judicial, sobre todo el Tribunal Supremo, ha sido el gran contrapeso ante las amenazas antidemocráticas del presidente Bolsonaro, excediéndose en ocasiones más allá de sus atribuciones.

La política brasileña gira en torno a los gestos además de las clásicas negociaciones entre bambalinas. La toma de posesión de Morais, el juez que preside el tribunal electoral durante los comicios, este agosto pasado fue un encuentro de las fuerzas vivas que encabezan los tres poderes en Brasil. Acudió también el dúo Lula-Bolsonaro que este domingo se medirá en las urnas. Aunque ambos llevan toda la vida en política, el presidente y el anterior mandatario jamás se habían encontrado. Era la primera vez que se veían cara a cara en persona. Después se han visto en dos debates.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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