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El líder de la oposición israelí alerta de los escollos internos para zanjar la era de Netanyahu

El centrista Lapid teme que los desacuerdos en una coalición de partidos hasta ahora enfrentados haga fracasar la alternancia en el poder

El líder de la oposición israelí, Yair Lapid, el lunes en Jerusalén.Vídeo: DEBBIE HILL / POOL / EFE
Juan Carlos Sanz

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, parece mostrarse ya como líder de la oposición antes de haber sido desalojado del poder. “Ya no tiene límites, su discurso [de que un Gobierno alternativo compromete la seguridad nacional] es peligroso y desquiciado”, alertó el lunes el genuino líder de la oposición, el centrista Yair Lapid. “El camino hacia la formación de un nuevo Ejecutivo de cambio está sembrado de escollos”, reconoció Lapid ante los desacuerdos de última hora en la heterogénea coalición de siete partidos que intenta formar.

La oposición ya tiene la música para apear del poder a Netanyahu, quien dirige el Gobierno desde 2009, pero aún le falta la letra. Le salen los números: con el decisivo apoyo otorgado el domingo por el ultranacionalista Naftali Bennett, suma 57 diputados en una Kneset (Parlamento) de 120 escaños, y le bastaría el apoyo externo de al menos cuatro de los 10 parlamentarios árabes de la Cámara. Lapid, que encabeza el partido opositor más votado, ha sacrificado sus ambiciones políticas personales y ha cedido a Bennett la preferencia para ser investido como primer ministro al inicio de la legislatura, con el compromiso de rotar en el cargo a mitad de mandato.

“Nuestra primera prueba será demostrar que somos capaces de alcanzar compromisos inteligentes para lograr nuestro objetivo principal”, advirtió Lapid en una comparecencia ante la prensa en la Kneset. “Dentro de una semana podremos iniciar una nueva era [sin Netanyahu], sin acoso a los rivales, sin mentiras, sin inspirar miedo”, resaltó el líder centrista, un popular presentador de televisión que dio el salto a la política en 2012, citado por el portal informativo The Times of Israel.

El pacto por el Gobierno del cambio que aspira a cerrar antes de la medianoche de este miércoles —cuando expira el plazo que le concedió el 4 de mayo el presidente de Israel, Reuven Rivlin—, estaría respaldado por tres partidos conservadores, dos de centro y dos de izquierda, así como sostenido previsiblemente en el Parlamento por los cuatro escaños de Raam, una de las formaciones que representan a la comunidad árabe israelí, que agrupa a un 21% de la población.

Los desacuerdos en el reparto de carteras ministeriales y altos cargos amenazan, sin embargo, con hacer abortar la primera operación de alternancia en el poder en Israel en los últimos 12 años con visos de hacerse efectiva. Las negociaciones se suceden a puerta cerrada entre los partidos, que de tanto en tanto airean sus diferencias ante los medios de comunicación en un intento de ganar bazas en el reparto de poder.

“Tenemos que formar un nuevo Gobierno precisamente para acabar con el discurso [de odio] de Netanyahu”, justificó Lapid el difícil compromiso de coordinar en una coalición a partidos hasta ahora enfrentados ideológicamente. “Hay que decirles a los ciudadanos que sabemos cómo trabajar juntos, y que no nos odiamos unos a otros”, apostilló.

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La cuestión palestina enfrenta a los partidos

Tras la encendida intervención televisada del primer ministro en la noche del domingo, en la que acusó a su antiguo aliado Bennett de cometer “la estafa electoral del siglo”, la policía israelí ha reforzado la dotación de guardaespaldas del dirigente ultraconservador y de su principal colaboradora, la exministra Ayelet Shaked, después de que ambos sufrieran el mismo domingo escraches. Grupo de seguidores de Netanyahu se presentaron en sus domicilios particulares con carteles que les tildaban de “izquierdistas y traidores”. Ambos se han sumado a la lista de fiscales y periodistas que cuentan con protección especial en Israel en los últimos meses.

El proyecto de Lapid y Bennett para sustituir al primer ministro que más tiempo ha gobernado en Israel recibió también el espaldarazo del ministro de Defensa y líder centrista Benny Gantz. “Tendremos que cooperar todos en el Parlamento para excluir a los extremistas radicales”, aseguró en una intervención ante la Asociación de la Prensa Extranjera en Jerusalén. Gantz —un exgeneral que dirigió la guerra de Gaza de 2014 y que ahora ha tenido que hacer frente a una escalada bélica con la milicia de Hamás— aspira a mantener la misma cartera que ha ostentado en una efímera coalición con Netanyahu.

“Haré todo lo posible para construir un buen acuerdo [de Gobierno] para responder a los desafíos de la sociedad de Israel”, aseguró, en referencia al eje central de un programa de recuperación económica después de la pandemia, y de búsqueda del consenso político tras una etapa de extrema polarización.

Gantz admitió, no obstante, las profundas diferencias que le separan de otros miembros de la futura coalición respecto a las negociaciones de paz con los palestinos. Mientras él se define como partidario de la solución de los dos Estados, junto con Lapid y los representantes laboristas y del partido Meretz (pacifistas), Bennett y otras dos fuerzas de la derecha defienden la política de expansión de los asentamientos de colonos y no descartan una eventual anexión de Cisjordania a Israel. La vieja pugna entre palomas y halcones amenaza con abrir brechas en un Gabinete que, si llega a nacer, será el más diverso en la historia del Estado judío.

Reconstrucción de la franja de Gaza

El ministro de Defensa israelí se mostró a favor de ofrecer ayuda humanitaria a la franja de Gaza y de colaborar en su reconstrucción tras la escalada bélica de 11 días que enfrentó al Ejército en mayo con las milicias islamistas palestinas. Esta será una de las primeras tareas pendientes para el próximo Gobierno, en el que Gantz es señalado por la la prensa hebrea como previsible titular de la misma cartera.

El exgeneral jefe de las Fuerzas Armadas adelantó que ambas medidas humanitarias estarán supeditadas a la negociación de la liberación de dos israelíes que permanecen cautivos en el enclave costero y a la devolución de los restos de dos militares muertos durante la guerra de 2014.

El líder de Hamás en la franja de Gaza, Yahya Sinwar, aseguró a los mediadores egipcios que supervisan el alto el fuego que acepta incluir “todas las cuestiones que están sobre la mesa” en las conversaciones previstas en El Cairo con Israel para consolidar el cese de hostilidades, según informa The Jerusalem Post. Sinwar ha dado a entender que las negociaciones para la reconstrucción incluirán el intercambio de los cautivos y los restos de los militares israelíes por un número indeterminado de prisioneros palestinos en las cárceles de Israel.

A pesar de haber roto su coalición con Benjamín Netanyahu, que se extendió entre abril y diciembre de 2020, Gantz se mantiene como ministro de Defensa en funciones. “He trabajado coordinadamente con el primer ministro [durante la ofensiva de Gaza] porque la seguridad nacional está por encima de la política”, aseguró en un encuentro con la prensa internacional en Jerusalén. “Pero ahora estamos ante un tiempo de cambio”, advirtió. “La tragedia de Israel es que nos dividimos hacia los extremos en lugar de acercarnos en lo que nos une. Tenemos que reparar esas grietas”.


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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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