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Macron refuerza los controles en la frontera con España e Italia ante la amenaza terrorista

El presidente de la República anuncia en el paso de Le Perthus, junto a La Jonquera, que el número de agentes subirá de 2.400 a 4.800

El presidente francés Emmanuel Macron el 5 de noviembre en la frontera franco-española en Le Perthus
El presidente francés Emmanuel Macron el 5 de noviembre en la frontera franco-española en Le PerthusPOOL (Reuters)

Francia reforzará los controles en las fronteras con España e Italia como respuesta a los atentados recientes en Francia. El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha desplazado este jueves a uno de los puntos de entrada de migrantes a su país —Le Perthus, junto a la población española de La Jonquera— para anunciar nuevas medidas antiterroristas. El número de policías, gendarmes y militares desplegados en las fronteras con sus vecinos europeos pasará de los 2.400 actuales a 4.800, el doble. Macron sostiene que el terrorismo islamista aprovecha las redes de tráfico de personas para infiltrarse en Europa.

“Los atentados que Francia ha conocido, que Austria ha conocido hace unos días en Viena, nos muestran que el riesgo terrorista está por todos los lugares”, ha dicho Macron en una declaración a la prensa durante un viaje sorpresa a Le Perthus, situado en el principal nudo de comunicación entre España y Francia, y principal paso para personas y mercancías. “Los terroristas se organizan mundialmente por medio de redes en Internet, pero también enviando a agentes a través de las fronteras. Esto impone intensificar la respuesta. Francia lo hace en esta frontera”, ha añadido.

El desplazamiento del jefe de Estado, junto a los ministros del Interior, Gérald Darmanin, y de Europa, Clément Beaune, buscaba resaltar el mensaje de los días posteriores a los ataques: Francia está movilizada. Movilizada en el interior, con medidas como el desmantelamiento de organizaciones islamistas. Y en el exterior, con una mayor presencia de las fuerzas de seguridad en las fronteras internas de Schengen. Macron también ha propuesto lo que ha llamado una “refundación de Schengen”, es decir de la vigilancia de las fronteras exteriores de la Unión Europea.

España y Francia forman parte del espacio Schengen y, en teoría, no hay frontera entre los dos países. Sin embargo, tras los ataques yihadistas de noviembre de 2015 en París, Francia se amparó en un artículo del tratado europeo que le permite realizar controles fronterizos por razones de “seguridad nacional”. Desde entonces, y bajo la premisa de capturar terroristas, París ha establecido controles para la identificación de personas, vigilar el tránsito de inmigrantes y devolver a España, oficial y extraoficialmente, a aquellos que no cumplen con los requisitos de entrada. La suspensión de la libre circulación de personas no agrada a Madrid y se interpreta como un subterfugio para contener los llamados movimientos secundarios. El entonces ministro de Exteriores, Josep Borrell, hoy máximo responsable de la diplomacia europea, se refirió en junio 2018 a la devolución de personas fuera de los cauces oficiales en una entrevista al diario alemán Handelsblatt: “Digamos que nos movemos en la frontera de la legalidad”.

En poco más de un mes, Francia ha sufrido tres atentados con cuchillo. A finales de septiembre, un paquistaní de 25 años hirió a dos personas frente a la antigua sede de la revista satírica Charlie Hebdo en París. El 16 de octubre, un refugiado checheno de 18 años decapitó a un profesor de Historia y Geografía en las afueras de París. Y el 29 del mismo mes, un tunecino de 21 años, que había entrado unas semanas antes a Europa por la isla italiana de Lampedusa, mató a tres personas en la basílica de Notre-Dame en Niza.

“Claramente vemos cómo acciones terroristas son perpetradas por personas que utilizan los flujos migratorios para amenazar el suelo nacional”, dijo Macron en Le Perthus en alusión al ataque en Niza. “Por imperativos de seguridad nacional debemos reforzar los controles”.

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Los datos sobre el uso de las rutas migratorias y redes de tráfico para la entrada de terroristas, sin embargo, no son concluyentes, según varios informes citados por el diario The Guardian. Un documento de Europol, publicado en 2020, señala que “no hay signos de uso sistemático de la inmigración irregular por organizaciones terroristas”. Otro informe de un grupo de expertos de la ONU, sin embargo, cita el arresto, el pasado mayo en Chipre, de nueve sirios, un egipcio y un turkmeno ligados a grupos de la órbita de Al Qaeda y el Estado Islámico, como prueba de “la capacidad de supuestos terroristas para usar las rutas migratorias ilegales para alcanzar Europa”.

La frontera franco-española es un punto caliente para el paso de migrantes hacia el resto del continente. Madrid y París mantienen desde 2002 un acuerdo de readmisión de inmigrantes en situación irregular mediante el que ambos países devuelven a las personas a las que se les denegaba la entrada en su territorio. Sobre la base de este acuerdo, Francia devolvió a España 1.691 migrantes en 2019, incluidos ciudadanos de Siria, Yemen o Eritrea, según datos obtenidos por el portal de Transparencia. Es la cifra más baja desde 2016.

Una parte de las devoluciones se hace de forma oficial y amparadas en este acuerdo bilateral, pero otra, aparentemente mucho más numerosa, se ejecuta de manera extraoficial, sin trámites y sin siquiera avisar a las autoridades españolas. No hay registro oficial de esas devoluciones, pero según reveló EL PAÍS, solo entre enero y octubre de 2018, Francia había expulsado a España a 9.038 inmigrantes irregulares, una cifra que sobrepasa de largo 2.888 devoluciones reconocidas oficialmente ese año.

La hipótesis de un nuevo terrorismo exógeno

El atentado en Niza la semana pasada ha avivado en Francia el temor a un regreso del llamado terrorismo exógeno. Es decir, los atentados perpetrados por personas procedentes del extranjero con la misión específica de atentar en Francia, un perfil distinto del terrorista francés o el extranjero asentado en este país. Brahim Aouissaoui abandonó la ciudad de Sfax, en Túnez, a mediados de septiembre, desembarcó en Europa en la isla italiana de Lampedusa y, después de dos semanas de cuarentena, llegó al puerto de Bari, en el sur de Italia. Allí, las autoridades italianas emitieron un decreto de expulsión que le daba una semana para abandonar el territorio, pero su rastro se perdió.

Los investigadores examinan los contactos que tuvo entre ese momento y el 28 de octubre, cuando llegó a Niza para, al día siguiente, asesinar a dos mujeres y un hombre en la basílica de Notre-Dame. Una decena de estos contactos han sido detenidos e interrogados, pero ninguno ha sido imputado por ahora y la mayoría ya está en libertad. Aouissaoui, tiroteado al enfrentarse a la policía después del atentado, se encuentra hospitalizado y todavía no ha podido declarar.

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