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Haddad busca a la desesperada atraer votos contra Bolsonaro

El candidato del PT trata de recabar apoyos más allá de sus bases para revertir la ventaja con su adversario

Fernando Haddad, en un acto de campaña en Río de Janeiro.
Fernando Haddad, en un acto de campaña en Río de Janeiro.Antonio Lacerda (EFE)
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Un plebiscito sobre si Brasil quiere seguir en democracia o regresar a los oscuros tiempos de la dictadura. En eso ha convertido el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, la segunda vuelta de las presidenciales, que se celebrará este domingo. Una cita para la que el candidato progresista, cuya imagen mejora respecto a la de Jair Bolsonaro, trata de buscar apoyos más allá de las bases de su partido, el PT, que se vuelcan con él, aunque sin el sentido de urgencia que amerita el desafío.

No deja de ser irónico que el cierre de campaña en Rio de Janeiro se celebrase a pocos metros del cuartel general de Petrobras, un imponente edificio que se levanta sobre el centro de la ciudad brasileña. Ahí, ante el emblema de la corrupción que ha desgajado al PT, los seguidores de Haddad y, en general, de la izquierda brasileña, convirtieron el acto en una suerte de Glastonbury político, teñido por los colores y dos banderones que colgaban de los arcos de la plaza en memoria de dos ausentes: Mariele Franco, asesinada y el expresidente Lula da Silva, encarcelado, a quien ahora se cuidan de mencionar desde el atril.

El ambiente festivo, la algarabía por cada discurso, era más propio de quien se siente vencedor y no de quien necesita, con urgencia, una sacudida en las urnas; de quien tiene que lograr conquistar como sea a aquel que no lo tiene claro y convencerle de que ese escenario, con sus dudas e incertidumbres, es mucho mejor que asomarse al precipicio. Lo mismo ocurrió en Sao Paulo un día antes, donde en un coqueto teatro, se produjo otro acto de onanismo entre los detractores de Bolsonaro. No obstante, los intelectuales más importantes han respaldado a Haddad, con varios manifiestos en los que le otorgan un “apoyo crítico”. Desaparecido Lula de los mensajes de los protagonistas principales, los esfuerzos pasan por contraponer la defensa de los valores democráticos –por paradójico que esto resulte- ante los ataques extremos de Bolsonaro.

Es cuestión de días, de horas, que el país se suma en una era incierta si se confirma la victoria de Bolsonaro, quien ha llegado a decir que a sus rivales, en referencia a la izquierda, lo que les espera es la prisión o el exilio. Ante la enésima reivindicación entre pares, el rapero Manu Brown buscó despertar a decenas de miles de personas que se agolpaban a los pies del acueducto del barrio de Lapa. “No me gusta el clima de fiesta”, sacudió Brown. “Tenemos millones de votos que alcanzar. No estoy pesimista, soy realista. Hablar bien del PT a los seguidores del PT es fácil. Lo que mata a la gente es el fanatismo y la ceguera. Tenemos que saber lo que quiere el pueblo. Y si no lo sabes, mira a las bases”, dijo, ante Haddad, Manuela Dávila, Caetano Veloso y Chico Buarque.

El jarro de realidad de Brown, al que se le ‘regalaron’ algunos abucheos, fue asumido por el candidato presidencial horas después. “Tiene razón, vamos a voltear a la base para gobernar con ella, como siempre hicimos”. Haddad se agarra a las matemáticas, que hasta el domingo a las siete de la tarde, cuando cierre el último colegio, hacen aún viable su victoria. La última encuesta, publicada el martes por la tarde, le otorgaba un crecimiento de dos puntos, que le restaba a Bolsonaro. No obstante, el candidato de extrema derecha aún cuenta con el 57% de los votos por el 43% de su rival. Más esperanzador es que el rechazo a Haddad cayó seis puntos, mientras que el de Bolsonaro creció cinco, siendo aún un punto menor que el del candidato de la izquierda (40-41).

Los acercamientos –tibios- de Marina Silva, excandidata y del expresidente Fernando Henrique Cardoso; la presunta campaña ilegal por Whatsapp que investiga el Supremo y las últimas andanadas de Bolsonaro, han endulzado la última semana de campaña de Haddad, aún un tanto amarga, que confía en que se convierta en las últimas horas en una tendencia que dé la vuelta al resultado.

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