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La clave del cierre de Guantánamo: qué hacer con los presos más peligrosos

Obama da su mayor impulso a la clausura del penal con la salida de 15 reos

Barack Obama tiene prisa en cerrar Guantánamo. El Gobierno estadounidense ha sacado en lo que va de año de la cárcel militar en Cuba al doble de detenidos que en 2015. El último traspaso de 15 reos, anunciado el lunes, es el mayor con Obama en la Casa Blanca. El presidente prometió tener clausurada la prisión hace seis años. En febrero pasado, anunció un último plan para lograrlo, pero sigue pareciendo muy difícil conseguirlo antes del fin de su mandato, en enero, ante el rechazo del Congreso a permitir el traslado a EE UU de aquellos presos demasiado peligrosos para ser liberados.

Vallas protectoras, el pasado marzo, en los alrededores de los campos de detención en la base militar de Guantánamo
Vallas protectoras, el pasado marzo, en los alrededores de los campos de detención en la base militar de Guantánamo Lucas Jackson (REUTERS)

En sus 15 años de existencia, es ahora cuando menos se habla de la cárcel de Guantánamo en EE UU y en el extranjero. Las polémicas por las torturas a presos quedan más lejanas. Por la cárcel han pasado 780 reclusos. Cuando el demócrata Obama asumió la presidencia en 2009, había 242. Hoy son 61 los que languidecen en un limbo de detención indefinida sin apenas derechos justificado en la ley militar contra los llamados combatientes enemigos. La mayoría no han sido acusados de ningún delito. En lo que va de año, han salido de Guantánamo 46 reos. En 2015, lo hicieron 20.

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El centro de detención persiste como símbolo y objeto polarizador. Obama defiende su cierre porque es una “mancha” para los valores estadounidenses. Hillary Clinton, la candidata demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre, dice apoyar los planes de cierre de Obama, pero en el pasado ha sido ambivalente. Y el aspirante republicano, Donald Trump, utiliza Guantánamo como bandera de orgullo: aboga por mantener abierta la prisión y por enviar también allí a ciudadanos estadounidenses, a la vez que defiende sin tapujos la tortura contra sospechosos de terrorismo.

La retórica de Trump, alimentada por la amenaza yihadista, supone un retorno al clima del miedo tras los atentados del 11-S de 2001. Al discurso de que todo vale. “Me gusta mucho. No creo que sea suficientemente duro”, dijo el magnate inmobiliario en junio sobre el uso de la técnica del waterboarding (ahogamiento simulado) a sospechosos de terrorismo. “Tienes que luchar contra el fuego con fuego”, añadió sobre el Estado Islámico.

El Gobierno del republicano George W. Bush impulsó a finales de 2001 el centro de detención en una desangelada base militar en un remoto extremo de Cuba para sortear las salvaguardas internacionales y los tribunales civiles en EE UU. Los primeros detenidos llegaron en enero de 2002.

Encarcelados sin juicio

- Guantánamo, la base naval estadounidense en el extremo sudeste de Cuba, alberga la prisión para sospechosos de terrorismo abierta bajo la presidencia de George W. Bush tras los atentados del 11-S en EE UU.

- Desde finales de 2001, unos 780 presos han sido internados en esta cárcel militar.

- Con el traslado, el lunes, de 15 internos —12 yemeníes y tres afganos—, los reos que permanecen en la base de Guantánamo son 61.

- Es la mayor transferencia de presos de la base en Cuba desde que Barack Obama asumió la presidencia en 2009.

- Al comenzar su mandato, en Guantánamo había 242 personas presas.

- Solo siete de los encarcelados en la isla se enfrentan a un juicio por terrorismo, mientras que otros tres han sido condenados.

En sus primeros días en la Casa Blanca, en 2009, Obama prohibió el programa de interrogatorios de la CIA —incluido el waterboarding— en lugares secretos en todo el mundo y firmó un decreto para cerrar Guantánamo en el plazo de un año. El presidente confiaba en tener suficientes apoyos en el Congreso, pero el debate se enfrió y los legisladores, temerosos del impacto en la opinión pública, acabaron aprobando una ley que impide el traspaso a EE UU de presos de Guantánamo. En paralelo, la tensión entre el Pentágono y la Casa Blanca, y los problemas judiciales ralentizaron el traslado de reclusos a otros países.

“Estados Unidos está dando un ejemplo terrible sobre derechos humanos a otros países”, sostiene Laura Pitter, consejera de seguridad nacional de la ONG Human Rights Watch en EE UU y que ha seguido en Guantánamo las sesiones de las comisiones militares en que se juzga a los detenidos.

Pitter aplaude que Obama, que se dedicó al derecho antes de entrar en política, acabara con las cárceles secretas de la CIA, pero lamenta que su Gobierno no haya juzgado a los autores de abusos, vulnere los derechos de los reos en Guantánamo e incumpla la promesa de cierre del penal.

Legado de la presidencia

Obama, con la mirada puesta en su legado como presidente, no descarta aprobar un cierre unilateral de la cárcel, pese a que ejecutarlo sería una delicada maniobra legal y política. Podría hacerlo incluso entre las elecciones del 8 de noviembre y la toma de posesión del siguiente presidente, el 20 de enero.

Su Gobierno prevé trasladar a otros países a los 20 presos autorizados a salir en un régimen inicial de libertad vigilada. Pero el gran escollo son la cuarentena de reos no autorizados a ser liberados y que la Casa Blanca quiere trasladar a cárceles de máxima seguridad en EE UU. Qué hacer con ellos es la clave del futuro de Guantánamo. Una posible alternativa sería buscar cárceles extranjeras.

Pitter es escéptica sobre un cierre del penal con Obama en la Casa Blanca y critica el estatus de los detenidos: “Se les acusa si hay pruebas de que han cometido un delito o se les libera. Continuar reteniéndolos en Guantánamo o en otra instalación en EE UU es una clara violación de la ley internacional y no puede justificarse”, señala. “Incluso aquellos acusados de los peores delitos tienen derecho a un proceso justo y eso vale para todo el mundo en Guantánamo”.

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