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Dilma supera a Lula en consenso popular en su primer año de Gobierno

La presidenta de Brasil gana apoyos por su determinación en la lucha contra la corrupción política

Juan Arias
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, durante las celebraciones de navidad, hoy en el Palacio presidencial
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, durante las celebraciones de navidad, hoy en el Palacio presidencial Fernando Bizerra Jr. (EFE)

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, presenta al final de su primer año de gobierno un índice de consenso popular y aprobación de su gobierno mayor que el de sus antecesores, Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso, en el mismo periodo. Según el último sondeo nacional, Rousseff aparece con un 53% de consenso personal. Lula tenía un 41% al final del primer año de gobierno y su antecesor Cardoso, 43%. Por lo que se refiere a la aprobación de su Gobierno, la presidenta supera con un 56% a ambos y además aumenta desde septiembre pasado a hoy.

Según los analistas políticos, esa popularidad puede deberse a que la clase media, que en buena parte no la había votado, ahora simpatiza con su forma de luchar contra la corrupción política tras haber sacado de su gobierno a siete ministros, seis de ellos por acusaciones de corrupción. En un encuentro con periodistas en Brasilia, Rousseff ha anunciado que en la remodelación de su Gobierno, prevista para primeros del año que viene, “será cada vez más exigente” en los criterios de elección de sus ministros.

Acusados los partidos aliados del gobierno, no sólo con Dilma sino también con los presidentes anteriores de exigir no sólo una cuota de ministerios según la importancia de los mismos sino la elección de las personas para dichos cargos, Rousseff se ha adelantado a decir que con ella no va a ser así. “Ningún partido podrá interferir en las relaciones del Gobierno”, dijo, para subrayar enseguida, subiendo el tono de voz: “Y vale para todos los partidos”, refiriéndose evidentemente a su formación, el Partido de los Trabajadores (PT).

Interrogada sobre lo que piensa del actual momento económico de Brasil, Rousseff se mostró optimista. Aseguró que el país crecerá un 5% en 2012 y que la inflación oscilará “suavemente”. Ante su negación en aceptar el aumento de sueldos pedido por el poder judicial, Dilma fue tajante: “Una política de gastos sin control dejaría al Gobierno frágil en este momento de incertidumbre de la economía internacional”, afirmó. Según Dilma “no es este el momento de realizar reajustes salariales a ninguna categoría”.

Sin embargo, como el tema está bajo la aprobación o no del Congreso, a la pregunta si vetaría el resultado de la votación parlamentaria en el caso que fuera positiva respondió: “Yo no voy a discutir decisiones de otros poderes”.

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