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TRABAJAR CANSA
Columna
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Hay días para sentirse orgulloso de ser español

Somos una auténtica anomalía en Europa en la relación con nuestro pasado. Un extranjero siempre flipa de que vivamos con esa carga de secretos, leyendas urbanas, cosas no dichas, no sabidas, no reconocidas, y aniversarios no celebrados

Españoles en Mauthausen
Un cartel que reza: "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras", ante la entrada de los soldados estadounidenses en el campo de concentración de Matthausen, el 6 de Mayo de 1945.Universal History Archive ( Getty Images)
Íñigo Domínguez

El pasado sábado, 27 de enero, el Marca hizo algo admirable: publicó un reportaje de 12 páginas (doce), de José Ignacio Pérez sobre la increíble historia de Segundo Espallargas, alias Paulino: “Yo boxeé en Mauthausen”. Era un mozo como un armario que se alistó con 16 años con los republicanos en la Guerra Civil y llegó a Mauthausen con 21. Los nazis lo pusieron a boxear. Organizaban combates entre prisioneros los domingos, con la amenaza de mandarle al crematorio si perdía. Sobrevivió cuatro años y salvó a otros compañeros, a los que pasaba comida a escondidas, y también a sus contrincantes, con los que alargaba el combate para no tumbarles rápido y que no fueran ejecutados. No sabemos bien lo que fueron aquellos españoles. En Hollywood ya habrían hecho una película.

El diario publicó este relato porque era el Día de la Memoria, conmemoración del día de la liberación de Auschwitz-Birkenau en 1945. Es una fecha a la que España siempre permanece muy ajena. Ya, no vivimos la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo no nos interesa, y esto siempre me ha sorprendido. Bueno, no tanto: del pasado no queremos saber, es algo muy nuestro. Paulino fue uno de los 7.251 españoles deportados a Mauthausen, de los que murieron el 65,5%. Hablas de ello y aún la gente no tiene ni idea. Así estamos. Quizá les sorprenda, bueno, no tanto, pero no hay en España un museo de la Guerra Civil. Están construyendo uno en Teruel. De donde era Paulino, por cierto.

No fue hasta 2019 cuando un grupo de investigación, del profesor Gutmaro Gómez Bravo, realizó la primera lista oficial y así pudo inscribirse por fin en el registro civil el fallecimiento de 4.427 españoles olvidados. La lista se publicó por primera vez en ¡2022! Somos una auténtica anomalía en Europa en la relación con nuestro pasado. Un extranjero siempre flipa de que vivamos con esa carga de secretos, leyendas urbanas, cosas no dichas, no sabidas, no reconocidas, y aniversarios no celebrados. En fin, tanta ignorancia. Vivimos en la desmemoria, y se nota, sobre todo en el burdo manejo del pasado. Si tuviéramos todos claras cuatro cosas básicas, una memoria de hechos indiscutibles que todos lamentamos, viviríamos mejor. Se dirían menos tonterías, eso seguro, como que esto ahora es una dictadura. En Italia o Alemania tienes en la tele cada semana un documental sobre su traumático pasado, y ya no es polémico, es una cuestión central de su identidad, aquí es una clave oculta, no resuelta, que explica comportamientos que requerirían un psiquiatra colectivo. Juan Carlos Fernández, autor de las ilustraciones del reportaje, incluye una foto suya de niño con su tío, también superviviente de Mauthausen: “Sucedió, sí, y si yo estoy en la foto es porque no fue hace tanto tiempo, ¿verdad?”.

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Todo esto en una semana en que a Europa, en cambio, le falla la memoria de qué hacer ante una matanza. Alemania, el Reino Unido, Italia y hasta 16 países han cortado su financiación de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, tras la acusación de Israel de que 12 empleados, de 30.000 que tiene, participaron en los atentados del 7 de octubre. Abocan aún más a la catástrofe a una población ya masacrada rutinariamente sin que ellos muevan un dedo. Conmueve tanta rapidez en acudir en auxilio del vencedor. Ya está en las páginas de la historia para nuestra vergüenza y futura memoria, pero hay excepciones: España no ha retirado su ayuda. Así que, pese al país tan loco que tenemos, ahí estaba yo leyendo el Marca en el bar y sintiéndome orgulloso de ser español, como un campeón, y no me digan que no era complicado esta semana.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.
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