Calva, pendiente y picaresca: los 65 años de Don Limpio, icono pop de los supermercados
Nació como Mr. Clean en Estados Unidos, llegó a Europa como Mr. Proper y es hoy Don Limpio en las estanterías de limpieza. La historia de la marca y de su imagen, un hombre musculoso y de blanco riguroso, está llena de giros de timón (y unas pocas manchas)
Conocemos vida, obra y milagros de decenas de héroes animados, personajes de videojuegos y muñecas que han marcado a varias generaciones. Pero hay otros que llevan décadas en todos los hogares del mundo con nombres tan famosos como el de Batman o la Barbie y han sido, por cosas de la vida, condenados a la oscuridad del mueble bajo el fregadero o el cuarto de la limpieza. Don Limpio se llamaba antes Mr. Proper. Según la edad del consultado, lo conocerá por un nombre o por otro. 65 años después de su nacimiento, en plena edad de jubilación, ha conseguido mantener aquello que hace irresistible a cualquier personaje: misterio. ¿Quién es ese hombre calvo y fortachón que sonríe desde las estanterías de la sección de limpieza del supermercado? ¿Es un genio? ¿Es un marinero? ¿Es gay, como se ha empeñado en debatir el mundo entero desde el advenimiento de las redes sociales?
Si algo se sabe a ciencia cierta sobre Don Limpio son sus orígenes. Como tantos otros ídolos, es un producto de laboratorio. Literal. Su fórmula fue concebida en los años cincuenta por Linwood Burton, un empresario dedicado a la limpieza de barcos, y su amigo Mathusan Chandramohan. En aquella época los productos químicos y disolventes que se usaban para desprender la suciedad de las embarcaciones eran muy agresivos y en varias ocasiones habían provocado que los operarios de Burton acabaran en el hospital. Para que no volviera a ocurrir, el empresario y su amigo Chandramohan idearon una fórmula que hacía el trabajo sin ser perjudicial para la salud.
Poco después, en 1957, hace ahora 65 años, Procter & Gamble adquirió la patente y, al más puro estilo de la época, encargó a la agencia de Chicago Tatham-Laird & Kudner, que creara una mascota para el producto que ya había sido bautizado previamente por Burton como Mr. Clean, o sea, señor limpio. Los creativos Harry Barnhart y Ernie Allen, junto al ilustrador Richard Black, fueron los encargados de imaginar al personaje que hoy conoce el mundo entero.
Hay varias teorías sobre de dónde les vino la inspiración para crear a Mr. Clean. Tom Cadden, que escribió la melodía comercial de Mr. Clean, recordó en el Chicago Tribune que a los creativos les influyó el aspecto del actor Yul Brynner en El rey y yo (1956), un film que se había estrenado tan solo un año antes y que había convertido al actor ruso en una superestrella. En el obituario que se le dedicó en The New York Times a Richard Black, el dibujante responsable de Mr. Clean, una portavoz de P&G declaró que en la empresa “tuvieron la idea de que el reclamo del producto sería que limpiaba como por arte de magia. Y claro, la magia que sale de una botella tiene que estar representada por un genio”. Por aquella época, la imagen canónica del genio de la lámpara maravillosa era la de la película El ladrón de Bagdad (1940). Los diseñadores modernizaron un poco su aspecto y propusieron dos opciones: ambas representaban a un hombre calvo, sonriente y fornido de cejas pobladas, pero en una llevaba un aro en la nariz y en la otra un enorme pendiente. En Procter eligieron la segunda. Apenas seis meses después de su debut en el mercado, y tras una extensa campaña de publicidad impulsada por su famoso jingle (considerado como uno de los más recordados y longevos del mundo), el producto se convirtió en el limpiador número uno en ventas en los Estados Unidos.
Más allá del éxito comercial del producto, el personaje de Mr. Clean adquirió enseguida una fama popular inusitada. La imagen de un hombre forzudo limpiando, algo que a mediados del siglo XX todavía era una rareza, resultó atractiva para muchas de las amas de casa de la época, aunque desde la perspectiva actual tuviese un punto de ironía derrotista: ver a un hombre limpiando, por aquel entonces, era sencillamente ciencia ficción.
La construcción de un icono
Durante los años sesenta la compañía se dedicó a definir al personaje mediante el método de prueba y error. Entre los errores, existen dos especialmente destacables. En un anuncio que se emitió por televisión en 1960 se presentaba a Mr. Clean como un tipo malvado, con una obsesión que difería sutilmente de la imagen actual: más que amar la limpieza, Mr. Clean odiaba la suciedad. Por ello, en ese anuncio el personaje no sonríe, la música es de película de gángsters y la letra de la canción rima varias veces clean (limpio) con mean (malo).
En otro anuncio de 1964, se utilizó por primera y última vez a un actor real para ponerse en la piel del limpiador. En la campaña, Mr. Clean se acerca a hablar con una niña solitaria para convencerla de que utilice su producto para limpiar su casa de muñecas. La propia situación y la conversación resultan inquietantes. “¿Quién era ese?”, pregunta el hermano de la niña solitaria al final del anuncio. “Si te lo dijese”, responde ella sujetando el envase abierto de un producto de limpieza que debe permanecer fuera del alcance de los niños, “no te lo creerías”.
Ya en los años setenta, el personaje terminó de definir al cien por cien su imagen y personalidad: un hombre calvo, musculoso, vestido de blanco impoluto y obsesionado por la limpieza. No cambió de aspecto durante cinco décadas aunque en los últimos años la animación tradicional ha dado paso a la digital. Entre lo más destacable de esta última época encontramos uno de los spots más extraños de toda la historia de la mascota, que P&G emitió en 2013 en Estados Unidos. En él se contaba el supuesto origen del personaje, una historia con evidentes similitudes con la de Superman.
En la web oficial del producto de Estados Unidos se ofrece una versión de esta historia todavía más detallada y llena de detalles extraños, algunos turbadores: “Era temprano, una mañana de verano, cuando un granjero salió a cuidar sus tierras”, comienza el texto. “Esa mañana miró hacia abajo y encontró, limpiando los escalones de la entrada, a un bebé pequeño y robusto, con la cabeza calva y brillante. Era el bebé más lindo y limpio que el granjero y su esposa habían visto en toda su vida, por lo que decidieron adoptar al pequeño como propio”.
“Mr. Clean emprendió la misión de convertirse en el limpiador más duro y más trabajador de la historia”, continúa. “Después de años de investigación, Mr. Clean escribió la Encleanapedia, una crónica de sus aventuras y de todo lo que había aprendido sobre la limpieza. Ese libro finalmente llegó a manos de una compañía llamada Procter and Gamble, que sabía que había encontrado al hombre que cambiaría la forma en que la gente limpiaría para siempre”.
Cuando el anuncio fue emitido en televisión, mucha gente expresó su enfado en redes sociales. Muchos se quejaban, con razón, de que la animación del personaje era siniestra, pero quizá lo peor de todo era que el anuncio destruía una de las principales claves de su éxito: su misterio.
Don Limpio, España. España, don Limpio
Unos años antes de todo esto, en plena fiebre por el Mundial de Fútbol celebrado en España en 1982, Mr. Clean llegó a los supermercados de nuestro país. La idea inicial era, traducir literalmente el nombre de la marca. Así se había hecho en otros países: en Francia se llamaba Monsieur Propre, en Alemania Meister Proper, con lo que en España le tocaba llamarse Señor Limpio o Don Limpio (en Latinoamérica era conocido como Maestro Limpio).
El sonido y la musicalidad hizo que en España se quedase como Mr. Proper, una denominación llamativa y diferente para un producto de limpieza que enseguida empezó a formar parte del vocabulario colectivo español. ¿Un hombre calvo? Mr Proper. ¿Un hombre musculoso? Mr. Proper. Estando así las cosas, ¿cómo es posible que la empresa se atreviera a principios de los noventa a cambiar un nombre tan integrado en el subconsciente del comprador español? Para entender el motivo, hay que alejarse de nuestras fronteras. En la mayoría de países de Europa y Europa del Este, el producto se llama igual que en España, Mr. Proper y las compañías que fabricaban el limpiador en los diferentes países eran independientes entre sí. El producto era idéntico, pero cada una tenía precios diferentes en cada país dependiendo de diversos factores económicos o comerciales. Esto provocó que algunos avispados distribuidores extranjeros optaran por importar el producto desde España porque les resultaba más barato, boicoteando así a la empresa fabricante y distribuidora de su propiopaís. Esta picaresca interna terminó con el cambio de nombre. Dom Limpio era algo que ya no se podía vender como Mr. Proper en ningún otro lugar.
Respecto a su ropa ajustada, su cuerpo musculado y su gusto casi patológico por la estética y la limpieza, ¿qué decir? La sexualidad de este personaje ficticio es objeto de debate en internet desde que aparecieron las redes sociales. Las preguntas han llegado hasta Procter & Gamble. Según se cuenta en un artículo de la revista Adweek, un portavoz de la empresa declaró que “Hace varios años que recibimos preguntas sobre la orientación sexual de Don Limpio”. El grupo The Greeting Comitte dio en 2017 la respuesta más ingeniosa al respecto y, probablemente, la que deberíamos convertir en canónica. “Mr. Clean no es gay, no es heterosexual y no es bisexual. Cualquier tipo de sexo es una idea demasiado sucia para él”.
Mr. Clean is neither gay, straight nor bi, he is asexual because sex of any kind is just too dirty for him.
— The Greeting Committee (@TheGCBand) October 21, 2017
His first love has always been cleaning. He can't even bear to be seen in anything but clean, perfectly white clothes. So it has been his whole life. pic.twitter.com/mPWJLa4a1m
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