Andrew Ridgeley, “el otro” de Wham!: “George Michael pensaba que decir que era gay nos perjudicaría, le aconsejé no hacerlo”
Un lujoso recopilatorio y un documental en Netflix reviven a uno de los grupos más efímeros y exitosos de los ochenta, formado por un tipo que se convirtió en una superestrella en solitario y otro que desapareció para siempre
Cuando Wham! se despidieron para siempre con un concierto en el estadio de Wembley, el 28 de junio de 1986, era ya uno de los grupos más exitosos de la década de los ochenta. En menos de un lustro, estos dos británicos habían vendido 28 millones de discos en todo el mundo, y solo tenían 22 y 23 años por entonces. Su cara más visible, George Michael, inició una carrera en solitario que adquirió un éxito aún más colosal y lo convirtió en uno de los artistas más vendedores e influyentes del pop contemporáneo. Pero su compañero de dúo, Andrew Ridgeley, cayó en el olvido. Su nombre, de hecho, se convirtió en una especie de símbolo del fracaso, de sinónimo de perdedor o, peor todavía, de un artista aparentemente conformista y sepultado por su falta de ambición frente al éxito arrasador de su compañero.
En la cultura pop británica esta ridiculización ha sido recurrente. En la película Tú la letra, yo la música (2007), Hugh Grant encarnaba a un personaje visiblemente inspirado en “el otro de Wham!”. La canción Andrew Ridgeley, del grupo indie Black Box Recorder, le reivindicaba, aunque no está muy claro si de forma sincera o irónica. Siete años después del trágico fallecimiento de George Michael (en el día de Navidad de 2016, por un ataque al corazón), Ridgeley es el superviviente del grupo y el depositario de su legado. De hecho, ha vivido básicamente de eso desde 1986. Cada año recibe decenas de miles de libras en regalías (es coautor de éxitos como Careless Whisper o Club Tropicana). ¿Quién es el perdedor ahora?
Probablemente, los beneficios aumenten de modo importante con la publicación (el 7 de julio) de The Singles: Echoes From The Edge Of Heaven, una caja recopilatoria con todos sus sencillos y material adicional. Y hoy 5 de julio se estrena en Netflix un documental, titulado simplemente Wham!, que repasa la historia del dúo.
Pasará a la historia del pop como el otro de Wham!, pero mi impresión es que usted era consciente de su lugar en el dúo. ¿Nunca llegó a sentirse molesto por sus diferentes niveles de popularidad? Nunca podría estar celoso de mi mejor amigo. Me sentía extremadamente orgulloso de cómo George había desarrollado su talento como compositor y de sus constantes saltos de calidad. Fue maravilloso estar allí a su lado y formar parte de aquello, así que jamás entendí verlo como algo negativo hacia mí, me suena bastante alienígena. Lo único que queríamos era tener un grupo. Cuando telefoneé al primer ejecutivo discográfico, yo tenía 16 años, solo quería escribir canciones e interpretarlas. Luego nos dieron la oportunidad de entrar en un estudio y grabarlas. Pero no tenía más ambiciones, o al menos no al nivel de las de George, que quería componer para expresar lo que tenía dentro. Ese no era mi carácter, yo me contentaba con formar parte de la banda y salir de gira.
El documental refleja, sobre todo, la historia de amistad entre George y usted, pero también tuvieron claro que Wham! era una exaltación de la juventud, era un grupo que no estaba proyectado para llegar a la mediana edad. Sí, eso es completamente cierto. Wham! fue la expresión mística de nuestra amistad. Empezamos una banda juntos en el colegio y nos pusimos a escribir como un dúo de compositores. Aquellas canciones eran representativas de nuestras experiencias en aquel momento, de la relación entre nosotros, y la forma de presentarnos también estaba influida por todo eso. Los pasos de baile eran muy parecidos a los que inventábamos cuando íbamos a bailar a las discotecas. En todo lo que tenía que ver con Wham! influyeron nuestra amistad y sus circunstancias.
En esos cinco años, George y usted fueron prácticamente compañeros de vida. ¿Sintió algún tipo de vacío después del último concierto, de actuar ante 70.000 personas en Wembley y luego volver a casa y ver que todo había terminado? Mi experiencia en Wham! fue siempre positiva. Habíamos pensado ofrecer aquel concierto en Wembley muchos meses antes, pero no recuerdo muy bien cuándo tomamos la decisión de que fuese el último. Ya antes de eso teníamos claro que el grupo ejercía muchas restricciones sobre George y que algún día iba a querer ir más allá para realizarse en sus ambiciones artísticas. Nosotros lo entendíamos, estábamos en paz con ello, habíamos conseguido muchas más cosas de lo que jamás llegamos a imaginar. Fue un éxito descomunal, no solo en cuanto a cifras, sino también por el espacio que llegamos a ocupar en las vidas de tanta gente.
En el documental, George es retratado como un personaje torturado, con una relación compleja con la popularidad y su vida cotidiana. Usted, en cambio, parecía llevarlo todo con mayor normalidad y disfrutar de lo que iba sucediendo. ¿Fue realmente así? George mantuvo su vida privada bastante separada del ojo público, de la prensa y todo eso. Para mí tuvo pocas consecuencias, pero sí que resultaba irritante cuando tuve una novia famosa [se refiere a Keren Woodward, del grupo Bananarama, con quien estuvo casado durante 27 años] y el interés de los medios en la pareja se volvió, desde mi punto de vista, intrusivo e inapropiado. No estaba al tanto de toda la cultura del famoseo, mi familia nunca la había seguido ni la había tenido presente, así que me sorprendió.
En 1983, mientras grababan en Ibiza el vídeo de Club Tropicana, George le confesó que era gay. ¿Había una presión perversa por parte de la industria, la implicación de que decir la verdad sería perjudicial para su carrera? George sí pensó que perjudicaría a Wham! hacerlo. Éramos muy jóvenes, y Shirlee [Holliman, la corista de la banda desde los inicios] y yo también le instigamos a que no lo dijera. Por un lado, sabíamos que no había nada malo en ello, pero también conocía a su padre y sabía que reaccionaría de mala manera. Ese fue nuestro principal consejo a George: no se lo digas a tus padres. Desde mi punto de vista, no tenía mucho que ver con lo que sucedía en la industria. Por entonces ya estaba Boy George, que, aunque diría que la imagen que él proyectaba era más bien asexuada, todo el mundo sabía que era gay, estaban Bronski Beat... Elton [John] no lo hizo público hasta mediados de los ochenta, creo, y juraría que Freddie [Mercury] nunca lo llegó a hacer explícito o a anunciarlo, pero todo el mundo sabía que era homosexual. ¿Lo habría cambiado todo? Nunca lo sabremos. Sé que George acabó sufriendo las consecuencias de esa decisión, pero no llegó a afectar a su creatividad.
Probablemente, su canción más popular sea Last Christmas, pero, en su momento, vivieron una gran frustración cuando el tema benéfico Do They Know Is Christmas? impidió que alcanzasen el número uno en el Reino Unido. La ironía era que George también cantaba en aquella canción... Al final, Last Christmas se ha convertido en uno de los grandes clásicos navideños para todo el mundo, aunque no sé si es más recordada que Careless Whisper. En cierto modo, la temática es muy similar, con ese elemento de amor perdido. George era un letrista excepcional, y le pusimos a la canción el contexto más navideño que se nos ocurrió. Está extraordinariamente bien construida. Sí, debería haber sido número uno en las Navidades de 1984, pero lo consiguió en 2020. Al final se hizo justicia.
En 1985, Wham! fue el primer grupo occidental que actuó en China. ¿Cómo vivieron aquello? Nuestra experiencia fue... limitada. Se controlaba de forma muy estricta lo que podíamos hacer y lo que no. Además, teníamos una agenda muy ocupada, no estábamos precisamente de vacaciones [ríe]. Pero lo que vimos del país era muy acorde a las expectativas con las que íbamos, fue una experiencia realmente interesante, y disfruté algunas partes de ello.
En aquel viaje estuvo con ustedes el cineasta de culto Lindsay Anderson [director de If...], que iba a filmar un documental oficial sobre su gira, pero finalmente fue retirado del proyecto. ¿Qué sucedió? Cuando propusieron a Lindsay Anderson como director para hacer una película sobre nuestro paso por China pensé que era una mala idea porque nosotros queríamos un retrato bastante optimista y buen rollero de nuestro viaje y la perspectiva de Lindsay no era esa. Creo que estaba claro para todos, en mi opinión, pero George y parte del equipo estaban persuadidos de que Lindsay nos iba a dar más credibilidad, había una seriedad en lo que hacía... ¡Lo que pasa es que no éramos una banda seria, él no era la opción adecuada! No funcionó, y ya en aquel momento habría apostado mi casa a que no iba a funcionar. Creo que fue una de las pocas decisiones desacertadas que tuvo George [ríe].
Tras la disolución de Wham!, usted grabó un álbum en solitario (Son Of Albert, en 1990) que fue muy mal recibido por crítica, público y su propia discográfica. ¿Le dolió esa respuesta? Creo que fue un proyecto mal enfocado. Yo solo quería publicar un sencillo, pero la discográfica, de repente, quería un álbum. Tardé 18 meses en componerlo y grabarlo. Si me hubiese podido aconsejar a mí mismo desde el presente, habría cancelado definitivamente la idea de escribir canciones de un género diferente, ya que era muy rock & roll.
Y después de aquello, prácticamente se retiró por completo. No busqué la fama ni los titulares, solo hacía lo que hacía. Mi atención, simplemente, se centró en otros lugares.
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